Pospongamos las ambiciones personales y actuemos responsablemente con la gallardía que el momento exige. La desunión es el mejor regalo que la oposición hace al régimen para perpetuarlo.
Opinión / jueves 04 de mayo de 2023
GIOCONDA CUNTO DE SAN BLAS
GUERRAS FRATRICIDAS
https://talcualdigital.com/guerras-fratricidas-por-gioconda-cunto-de-san-blas/
Dos
minutos y cinco segundos dura un video que circula profusamente por las redes cual
pieza oratoria de Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba o Rafael Caldera, en sus
luchas por la democracia en la segunda mitad del siglo pasado. Dos minutos y
cinco segundos discursivos llenos de improperios, soez, indigno de nuestro
gentilicio.
Uno
supondría que el mensaje, mil veces reproducido, va dirigido a quienes hoy y
desde hace casi un cuarto de siglo, despachan desde Miraflores con el objetivo
casi logrado de destruir el andamiaje institucional del país a fuerza de
represión, persecuciones, delitos de lesa humanidad y saqueo vergonzoso del
erario público, en contra del pueblo venezolano. Pero no, el hablante dispara
contra uno de tantos líderes opositores ayer excelso y hoy denigrado, en esa
molienda contra sí misma que ha caracterizado a buena parte de la oposición
venezolana, dentro del país y fuera de él, incapaz de entender que el
adversario no está entre nosotros sino frente a nosotros y que es a éste a
quien debemos dedicarle nuestra rabia y nuestros reclamos.
Es
cierto que nuestros líderes opositores no siempre han estado a la altura del
devenir político en este período oscuro de la vida nacional. Su fracaso es el
fracaso de toda la oposición, de todos nosotros. Hay un sentimiento general de
enfado por metas no logradas, por explicaciones no ofrecidas, por cansonas
peleas intestinas, que se traducen en fatiga de quienes estamos en el terruño, golpeados
a diario por los avatares de una revolución destructiva, y en desesperanza de
quienes han tenido que abandonar el lar patrio, en aras de proteger sus vidas o
de sobrevivir.
Uno
quisiera ser optimista y pensar que para todos es obvia la necesidad de una lucha
unitaria en pro de un cambio que hará posible la andadura del barco del
progreso, de la democracia y la libertad; que no valen aventuras unilaterales; que
ese 75% de población, que según todas las encuestas está harta del régimen y en
busca de una propuesta esperanzadora, va a converger por acción de un liderazgo
generoso en una opción unitaria que podría derrotar ampliamente al adversario solo
si suma al pote común los porcentajes microscópicos que cada actor está en
condición de aportar.
Tenemos
ejemplos históricos de desprendimiento y grandeza que concluyeron en períodos
de transición hacia la democracia y el progreso, luego de largas y feroces
dictaduras. Los
Pactos de la Moncloa en España o la Concertación
chilena entre partidos ideológicamente antagónicos o localmente, la Junta Patriótica
clandestina de URD, AD, PCV y COPEI y el Pacto de Punto Fijo
en 1958 entre AD, URD y COPEI, son ejemplos de lo que puede lograrse con un mínimo
espíritu conciliador que impulse una negociación cuyo fin es superior a los propósitos
individuales de las partes.
¿Y qué
decir de la experiencia barinesa hace poco más de un año? La unión de todos
contra el abuso del régimen hizo viable un triunfo opositor clarísimo, imposible
de manipular, en el estado natal del «prócer» del chavismo. Esa victoria ha
sido relegada al olvido por los mismos actores de ayer, ahora dispersos
irresponsablemente en grupúsculos rivales, cuya derrota en unas elecciones
presidenciales estará cantada; para ganar, el régimen solo tendrá que agitar
las aguas de nuestra división.
En
tales circunstancias, es obvia e imperativa la necesidad de unidad, de un
movimiento unitario. Tenemos un adversario común a derrotar y mecanismos para consolidarnos
en una plataforma unitaria y una comisión de primarias. ¿Que no estamos de acuerdo
en todo? Es verdad, cada cabeza es un mundo. Pero… ¿no nos basta con las
piedras que pone el régimen para dificultar el acto de votar? ¿Qué puede ser
más importante que la derrota del régimen? ¿Por qué las distintas facciones
opositoras dispersas no pueden encontrar un lenguaje mínimo de consenso hacia
el objetivo común, como sí lo hicieron los venezolanos del siglo pasado o los
barineses de ayer? ¿Será que no hay tal empeño común?
Construyamos
a partir de estructuras unitarias, ya en funciones, constituidas por personas
honorables, que en afán de romper el nudo gordiano en el que estamos, nos
invitan a dialogar, reducir las distancias y lograr ese consenso (tragando
sapos, si hiciera falta) que haga factible un país de progreso, en democracia y
libertad. Pospongamos las ambiciones personales y actuemos responsablemente con
la gallardía que el momento exige. La desunión es el mejor regalo que la
oposición hace al régimen para perpetuarlo.
«Estamos
olvidando que […] esta ha sido una patria donde han predominado los largos
períodos de gobiernos de fuerza y que en los interludios de gobiernos
democráticos, los distintos sectores políticos se dedicaron a un entre-devorarse
feroz, caníbal, que concluyó siempre […] en el establecimiento de un gobierno
de fuerza». Hagamos que estas palabras del presidente Betancourt en su mensaje
a la nación (13/09/1960), a pocas semanas de un intento de magnicidio en su
contra, no se conviertan en profecía cainita.
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