Facundo Cabral

“Nos envejece más la cobardía que el tiempo; los años sólo arrugan la piel pero el miedo arruga el alma” Facundo Cabral

“Guardar silencio también es tomar partido” Laureano Márquez

Efecto Cocuyo - Divulgación científica


MATEMÁTICAS, DISCIPLINA VITAL EN EL MUNDO DE HOY

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Gioconda Cunto de San Blas

Efecto Cocuyo, 14 de marzo de 2024

Los deditos de tus manos,

los deditos de tus pies;

uno, dos, tres, cuatro, cinco

seis, siete, ocho, nueve, diez.

Palabreo de la loca Luz Caraballo

Andrés Eloy Blanco

Matemáticas, algo de historia

«En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios». Así comienza el evangelio según Juan. Ese aserto es cuestionado por Ricardo Ríos, matemático de la Universidad Central de Venezuela (UCV), quien en amable conversación conmigo me asegura que la primera relación entre el ser humano y el entorno fue contar y medir antes que hablar. Según él, contar se vuelve una exigencia tal que núcleos humanos que jamás entraron en contacto la desarrollaron por su cuenta, tomando como base inicial lo que tenían a la mano: sus dedos. De cinco en cinco fueron sumando y formando grupos que luego se asociaron para ir multiplicando las cantidades bajo cálculo, con pasos organizados para dar soluciones a problemas específicos, que resultaron en los llamados algoritmos.

Grandes matemáticos griegos fueron Tales de Mileto, Pitágoras, Euclides, Arquímedes y muchos más, con importantes contribuciones a la geometría, conocimiento que luego fue usado por los romanos en sus notables construcciones de puentes, acueductos y edificaciones, tan sólidas que todavía muchas de ellas están en pie y en uso, a pesar de los siglos.

Ese proceso de sumar y multiplicar (o restar y dividir) que hoy es tan natural tropezó con una dificultad inicial: la ausencia del cero. Descubrirlo fue un gran progreso para la humanidad. Los babilonios, hacia el siglo III aC usaron una notación que se acerca a nuestro cero actual. Los mayas hacia el año 36 aC lo tuvieron también. Sigue la India en el siglo IX de nuestra era, cuyos matemáticos avanzaron en el desarrollo del cero para darle valor posicional, es decir, para indicar decenas, centenas, miles, etc... Esta novedad que condujo al álgebra fue introducida en el mundo árabe por el matemático Al-Juarismi (de donde derivan las palabras guarismo y algoritmo) en el siglo IX, hacia el año 820 dC.

 Fue el matemático italiano Leonardo Fibonacci (c. 1175 - c. 1240) quien tardíamente introdujo esta notación árabe en Europa a principios del siglo XIII, en sustitución de la notación por letras del imperio romano, muy engorrosa para las operaciones aritméticas.

 

De contar pocos números a calcular grandes masas de datos

En los siglos que siguieron, las matemáticas fueron avanzando. Isaac Newton y el cálculo diferencial e integral; Carl Friedrich Gauss y la teoría de números, el análisis matemático, la geometría diferencial, la estadística; Joseph Fourier y las series y transformadas que llevan su nombre; Pierre Simon Laplace y sus estudios en estadística y probabilidad; Emmy Noether, fundadora del álgebra moderna;  Alan Turing, uno de los padres de la ciencia de la computación y precursor de la informática moderna, y muchos otros matemáticos que han llevado la disciplina a niveles nunca antes soñados.

Comenta Ricardo Ríos que la capacidad de cálculo actual, fruto de toda esa historia a lo largo de siglos, nos ha permitido romper barreras antes inimaginables. La capacidad de cálculo de un teléfono inteligente actual es superior a la que usaba la IBM para manejar los grandes bancos de NY en el año 1970. Mandar sonido, imágenes, películas, cálculos de grandes masas de datos forman parte de nuestra cotidianidad, todo debido al desarrollo de la matemática. Además, con la rama hermana de la geometría moderna y sus funciones se reconstruyen bellamente estructuras cristalográficas de DNA, proteínas y otras sustancias biológicas que complementan los datos bioquímicos, entre muchas otras aplicaciones.

El manejo de grandes masas de datos ha atraído a José Rafael León, también matemático de la UCV, actualmente en el exterior. Su interés por la aplicación de las matemáticas, en especial la biomatemática, lo ha llevado a explorar posibles aplicaciones en campos como la genética o el movimiento de poblaciones, bioinformática, bioestadística o biología computacional, todos los cuales traducen los procesos dinámicos de la biología en modelos numéricos.

Actos de nuestra vida cotidiana hoy en día son posibles por la existencia de ese maridaje antes impensable. Es que la matemática está presente en todas partes, aunque no la veamos, ayer con la aritmética sencilla para sumar lo gastado en mercado o las deudas pendientes; hoy con el manejo de datos en computadoras de altísima capacidad.  Cualquier transacción bancaria electrónica tiene detrás de sí un inmenso caudal de datos para procesar claves de acceso, movimientos de cuentas y mucho más. Una consulta cualquiera a Google o a Amazon, por citar solo dos fuentes de uso común, es factible porque grandes masas de datos pueden ser procesadas en tiempos muy breves para dar la respuesta que estamos buscando, a través de estadísticas e inteligencia artificial. Es el mundo digital, el de la cuarta revolución industrial, Internet y tecnologías de la información, en la que las matemáticas son claves para extraer información útil de los registros que generamos, tantos que se estima que en estos dos últimos años, la humanidad ha producido más datos que en toda la historia pasada.

 

Las olimpiadas matemáticas

Con lo anteriormente dicho, podemos concluir que las nuevas generaciones que hoy ingresan al sistema educativo formal, deben ser preparadas para actuar en ese mundo digital cuyo centro reposa en las matemáticas. En el mundo hay muchas iniciativas para estimular en los niños y jóvenes el entusiasmo por esa disciplina. Una de las más conocidas es la Olimpíada Matemática. Iniciada a finales del siglo XIX en Hungría, hoy es internacional, cubriendo 105 países en los cinco continentes.

Para hablarnos de la Olimpíada Matemática Venezolana (OMV) contacto a Rafael Sánchez Lamoneda, matemático de la UCV y antes del IVIC, también en el exterior, incansable líder de la OMV. Entresaco datos de los muchos que relata con fervor. E invito a leer los documentos que al respecto aparecen aquí, para mayor información sobre las matemáticas en nuestro país. En Venezuela –me dice- la OMV inauguró su actuación en 1976, la cual se mantuvo hasta 2003, patrocinada por el Centro Nacional para el Mejoramiento de la Enseñanza de la Ciencia (CENAMEC) del Ministerio de Educación de entonces. A finales del año 2000, varios de los miembros del comité organizador, considerando que el futuro de la olimpiada matemática en el país estaba comprometido, fundaron la Asociación Venezolana de Competencias Matemáticas (ACM), una asociación civil sin fines de lucro con el objetivo de organizar competencias matemáticas en el país, así como garantizar la participación de los jóvenes venezolanos en competencias internacionales, luego de un riguroso entrenamiento. Se establecieron los siguientes objetivos:

1- Promover las matemáticas entre los estudiantes y la comunidad educativa. 2- Detectar desde temprana edad jóvenes con talento para el estudio de las matemáticas y ayudarlos a desarrollar sus habilidades matemáticas. 3- Seleccionar y entrenar estudiantes para participar en competiciones internacionales. 4- Dotar a maestros y profesores de un banco de problemas retadores, ingeniosos y novedosos, así como libros y otros materiales de estudio, que les permitan mejorar y enriquecer su actividad profesional. 5- Motivar el pensamiento lógico matemático desde una edad temprana, entre otras estimulaciones positivas.

Las pruebas son variadas a lo largo del año: Canguro, Olimpiada Juvenil Matemática, Olimpiada Recreativa de Matemáticas, cubriendo el espectro educativo desde tercer grado de primaria hasta el quinto año del bachillerato y haciendo posible la participación de unos cien mil estudiantes anualmente.

Los ganadores de las olimpiadas locales tienen la oportunidad de participar en competencias matemáticas regionales e internacionales, en las cuales un número apreciable de jóvenes venezolanos han tenido participación destacada.

Desde principios de este siglo, no hay apoyo oficial para esta actividad, por lo que los miembros de su directiva deben buscar año a año apoyos de fuentes diversas para cumplir con este hermoso cometido de promover las matemáticas en las juventudes venezolanas y prepararlas para el mundo de la cuarta revolución industrial que espera por ellos allá afuera.

«Todo es número», decían los pitagóricos, tal vez en un excesivo y apasionado sesgo. Pero ciertamente, sin las matemáticas no podríamos disfrutar de los monumentales avances que caracterizan al mundo actual, bien sea manejar un teléfono celular, llegar a destino con un GPS, o visitar en forma digital los grandes museos del mundo. 


A PROPÓSITO DEL DÍA DE REYES, 06/01/2024


HISTORIAS Y LEYENDAS DE LA NAVIDAD

Gioconda Cunto de San Blas

Después de haber nacido Jesús en Belén de Judea, en el tiempo del rey Herodes, unos magos de oriente se presentaron en Jerusalén, diciendo: “¿Dónde está el que ha nacido, el Rey de los Judíos? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo”. Al oír esto el rey Herodes se turbó y con él toda Jerusalén… Mateo 2: 1-3 (N.B.: las citas bíblicas han sido tomadas de la Santa Biblia, Ediciones Paulinas 1967, en homenaje al cuatricentenario de la ciudad de Caracas).

De los cuatro evangelios canónicos: Mateo (escrito hacia los años 70 a 80 de nuestra era), Marcos (65 a 75), Lucas (80 a 85) y Juan (95 a 100), solo los de Mateo y Lucas se refieren al nacimiento e infancia de Jesús, mientras que el de Mateo es el único referente a una estrella que guía a unos “hombres sabios” o “magos” hasta Belén. En el siglo III de nuestra era se comienza a llamarlos reyes, en número de tres. Melchor, Gaspar y Baltasar como apelativos aparecen por primera vez en el siglo VI de nuestra era y es en el siglo XV cuando la iconografía les da representación diferenciada en edades y etnias europea, asiática y africana. 

 En ocasión de su cuatricentenario en 2014, la Universidad de Gröningen (Países Bajos) celebró un congreso dedicado al tema de la natividad de Jesús y la estrella de Belén, que reunió a astrónomos, historiadores, teólogos y otros eruditos. Ahí se documentaron las objeciones de los investigadores modernos a la tradición primitiva que atribuye al apóstol Mateo la autoría de ese evangelio, inclinándose por un autor de nombre perdido para la historia, un escriba y experto en leyes judías, que con fines proselitistas escribió unos 80 años después de los sucesos, sin haber sido testigo de la vida de Jesús.

Otro punto en discusión es el año del nacimiento de Jesús. El abad del siglo VI Dionysius Exiguus introdujo el sistema calendario que hoy conocemos como “antes de Cristo, aC” y “después de Cristo, dC”, tomando como año 1 el del nacimiento de Jesús, según sus cálculos. El evangelio de Mateo, ya lo vimos, indica que Jesús nació cuando Herodes el Grande era rey de Judea, cuya muerte según registros históricos ocurrió entre 1 y 4 años antes de nuestra era. El evangelio de Lucas, por otra parte, inicia su reseña de la infancia de Jesús ubicándola también “en tiempos de Herodes, rey de Judea” (Lucas 1:5) para más tarde contradecirse al señalar que días previos al nacimiento de Jesús “…salió un edicto de César Augusto para que se empadronara todo el mundo. Este es el primer censo hecho siendo Quirino gobernador de Siria…” (Lucas 2: 1-3), un censo que ocurrió en el año 6 de esta era, lo cual introduce un lapso de 8 a 10 años de diferencia entre la muerte de Herodes y el censo de Quirinio.

Los historiadores modernos aceptan que el nacimiento del redentor ocurrió en vida de Herodes, por lo que debió suceder 4 a 8 años antes del actual año 1 dC. Cabe señalar que hoy en día, las denominaciones aC y dC se ha propuesto sustituirlas por “antes de la era actual” y “después de la era actual”, en aras de evitar sesgos religiosos impropios de la universalidad de la humanidad.

“…[H]emos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo… (Mateo 2: 2-3), dicen los magos a un sorprendido Herodes, turbado ante la posibilidad de lidiar con un rey de los judíos diferente a él mismo, y cuya predicción celestial ni él ni sus astrólogos/astrónomos fueron capaces de visualizar. Si de verdad existió ¿qué estrella sería la que guio a los magos hacia Jerusalén y Belén?

Al respecto sostengo una animada conversación con Gladis Magris, astrofísica del Centro de Investigaciones de Astronomía (CIDA) en el Estado Mérida, Venezuela, ganadora del Premio Lorenzo Mendoza Fleury (popularmente conocido como Premio Polar) en su edición 2022. Las especulaciones sobre la estrella de Belén -me dice- son de larga data. Ya el célebre astrónomo Johannes Kepler hace cuatro siglos planteó la posibilidad de que la estrella de Belén podría haber sido una nova. Otros hablan de cometas, meteoros, conjunciones de planetas y supernovas, como posibles candidatos a representar a la estrella de Belén. Pero en aquella época los cometas eran considerados presagios ominosos de tragedias, por lo que el paso del cometa Halley en el año 11 aC, considerado por algunos como un buen candidato, podemos descartarlo, al igual que haremos con novas y supernovas, por cuanto éstas habrían dejado un rastro astronómico detectable aun hoy, que en ningún caso ha sido reportado.

En cuanto a una conjunción entre planetas y estrellas, que pueda durar por días o semanas, un candidato favorable sería el alineamiento de Júpiter, Saturno, la luna y el sol en la constelación de Aries en las primeras horas matutinas del 17 de abril del año 6 aC. Sin embargo, la imprecisión sobre la fecha natalicia de Jesús en un rango de unos 10 años hace posible elevar a no menos de 12 los candidatos a ser considerados en esa lista élite de eventos astronómicos. Esa fecha en abril, no obstante, va a contracorriente de la tradición navideña decembrina que conocemos hoy, iniciada alrededor de 336 dC, cuando la comunidad cristiana primitiva superpuso la natividad a la antigua fiesta pagana del solsticio de invierno, dies natalis solis invicti, y la resurrección de Cristo a las fiestas judías de Pascua (marzo-abril; los cuatro evangelistas dan cuenta de esa coincidencia), alrededor del equinoccio de primavera, como símbolo del renacimiento de la naturaleza, luego del duro invierno boreal. Es improbable que algún día sepamos cuál fue el fenómeno astronómico que produjo a la estrella de Belén… si es que de verdad ella existió, y si concedemos al evangelio de Mateo un rigor histórico que no es tal. Entonces ¿cómo leer estas historias? ¿O son más bien, leyendas?

En realidad, todas las culturas tienen historias y mitos que los definen. Así, los relatos bíblicos, las enseñanzas de Confucio, el Tanaj judío, el Popol Vuh de los mayas, los Vedas de la India, son apenas unas pocas de una larga lista de referencias que sirven a los pueblos para reconocerse. Para creyentes y no creyentes, esas tradiciones pueden significar guías espirituales de unión, lecciones de vida, de amor hacia ti y hacia los demás, de sintonía con la naturaleza.

“Ama al prójimo como a ti mismo”, Mateo 22: 39, es una frase que en diversas versiones está presente en esos textos antiguos, como norte comunitario para vivir en paz. Ese es el verdadero sentido de las festividades decembrinas, no importa cuál sea nuestra carencia o profesión de fe. Llámese Navidad, Januká, Mawlid al-Nabi, Zartosht no-diso, Rohatsu, el paso del tiempo, una y otra vez a lo largo de los siglos, ha convertido la época decembrina en renovado rito secular para recordarnos en medio de infinitos desasosiegos, que la paz universal y el amor a la humanidad deben ser siempre propósitos de vida.

Vaya entonces mi salutación a todos mis lectores, cualquiera sea su fe. 


LOS GENES, EMISARIOS DE LA HISTORIA



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Gioconda Cunto de San Blas

Efecto Cocuyo, 04 de octubre de 2023

El ADN de Simón Bolívar

En 2010, los delirios del gobernante de turno sobre la figura de Simón Bolívar lo llevaron a abrir el sarcófago donde reposan los restos del Libertador, a fin de hacer análisis químicos y genéticos que probaran su tesis de muerte por envenenamiento, ejercicio que no produjo resultados destacables, más allá de comprobar la ausencia de venenos y de agentes patógenos diversos, según se lee en el informe científico presentado en 2012.

También entonces se extrajeron muestras de María Antonia y Juana, hermanas de Simón, enterradas en la catedral de Caracas, a objeto de confirmar la identidad de los hermanos, a partir de ADN mitocondrial (el ADN es el material genético que se hereda, donde están los genes que nos definen; por su parte, las mitocondrias son organelos celulares que se heredan exclusivamente por vía materna, lo cual hace que hermanos nacidos de una misma madre tengan el mismo ADN mitocondrial).

Esta prueba, de la cual no he encontrado informe científico formal, solo una imprecisa nota de prensa, al parecer dio como resultado que Simón y María Antonia eran hermanos. Sorpresivamente, el cadáver enterrado en la cripta marcada como perteneciente a Juana resultaría ser el de una extraña, no relacionada con la familia Bolívar Palacios.

Pruebas genéticas forenses como estas, son hoy herramientas rutinarias para resolver homicidios, paternidad, historias fascinantes del pasado. Sobre esto último converso con Ascanio Rojas, investigador del Centro Nacional de Cálculo Científico de la Universidad de Los Andes, CeCalCULA, Mérida, Venezuela.

 

Asesinato masivo en los montes Urales

18 de julio de 1918. Ese día en Ekaterimburgo, población perdida en los Urales rusos, la destituida familia imperial, integrada por el zar Nicolás II, su esposa, 4 hijas y un hijo, más 4 personas a su servicio, serían asesinados por órdenes de las autoridades bolcheviques, en un acto que marcó el fin de la dinastía Romanov, luego de 300 años de reinado. Sus restos fueron quemados y enterrados en lugar desconocido.

A mediados de los años 70 del siglo XX, se encontró en la zona una fosa común con los restos de 9 personas. Previendo que podrían ser los de la familia imperial, los descubridores guardaron celosamente el secreto hasta la caída de la Unión Soviética en 1991. Fue entonces cuando la ciencia se unió a la historia para dar identidad a los 9 personajes y así, genetistas rusos y británicos se unieron en afán detectivesco. Con técnicas modernas, basadas en análisis de fracciones de ADN, fue posible la identificación póstuma de los 9 esqueletos.

Me cuenta Ascanio que las pruebas genéticas para determinación de sexo se hicieron con análisis de secuencias cortas repetidas en el genoma (STR, por sus siglas en inglés), comúnmente llamados microsatélites, específicos del cromosoma X o del Y, éste último exclusivo de sexo masculino, confirmándose la presencia de cadáveres de 4 hombres y 5 mujeres.

También se usó esa técnica para establecer la posible existencia de grupo familiar en los restos bajo estudio, resultando en un hombre y 4 mujeres pertenecientes a una misma familia y los restantes 4 esqueletos sin relación familiar ni entre ellos ni con el grupo familiar ya determinado.

Para establecer que el grupo familiar de dicha fosa pertenecía sin duda al linaje Romanov, se buscaron descendientes del zar y la zarina, para proceder a análisis genéticos. Uno de ellos fue el príncipe Felipe, duque de Edimburgo y esposo de la reina Elizabeth II de Gran Bretaña, de cuya muestra se comprobó su relación directa por vía materna con la hermana de la zarina, y por ende, con la zarina y sus hijas.

Con estos resultados y otros más, se pudo establecer la relación familiar entre 5 de los 9 esqueletos en esa fosa: el zar Nicolás II, la zarina Alexandra y 3 hijas (las grandes duquesas Olga, Tatiana y Anastasia); los 4 esqueletos restantes eran de los servidores que acompañaron a la familia imperial en su exilio y muerte. Los restos de los hijos faltantes (el zarévich Alexei y la gran duquesa María) fueron encontrados en 2007 a unos 70 metros de la fosa original y sometidos a los mismos análisis. De esta manera se resolvió científicamente la interrogante sobre el destino final de la familia imperial rusa.

Los avatares político-religiosos sufridos por estos restos luego de sus correctas identificaciones por métodos científicos forman parte de la historia y sobrepasan las intenciones de este artículo. 

 

Las identidades perdidas y reencontradas

Recuerdo con Ascanio el caso emblemático en nuestro continente, relativo al robo y adopción ilegal de unos 500 bebés nacidos de madres presas en las cárceles de la dictadura argentina (1976-1983). Para impulsar la búsqueda, recuperación y atención especial de sus legítimos nietos, las abuelas crearon la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, organización enmarcada en la defensa de derechos humanos (DDHH) relativos a la identidad. Hasta ahora, se ha restituido la identidad a 133 personas secuestradas en su nacimiento, con métodos similares a los descritos en párrafos anteriores. Para esto, el gobierno argentino ha puesto a disposición de la ciudadanía el Banco Nacional de Datos Genéticos de Argentina, el cual cuenta con la asesoría, entre otros, del genetista argentino y defensor de DDHH Víctor Penchaszadeh, quien vivió parte de su exilio en Venezuela como investigador en el Laboratorio de Genética Humana del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas, entonces bajo la jefatura de Sergio Arias Cazorla, y luego como profesor en la Universidad Central de Venezuela.

Para acertar en la identificación de los nietos, y dado que los padres biológicos no existían, una vez hechos los análisis genéticos hubo que crear una probabilidad de certeza o “índice de abuelidad”, fórmula estadística que permitió establecer dicha identidad con 99,99% de certeza, suficiente para que el índice fuese aceptado por los jueces. Una serie de TV, “99,99%. La ciencia de las abuelas”, relata la gesta de las Abuelas de Plaza de Mayo por lograr rigor científico en la búsqueda de sus nietos. De nuevo, la ciencia se ha unido a la historia para hacer valer la defensa de los DDHH ante los abusos y las arbitrariedades de dictadores de todo pelaje.

Los esclavos y sus descendencias

El descubrimiento de una fosa común encontrada en Maryland cerca de Catoctin, una fundición de hierro que funcionó desde 1774 hasta 1903, hizo posible analizar el ADN de 27 esclavos muertos hace siglos y relacionarlos con 42.000 parientes actuales en Estados Unidos, casi tres mil de ellos descendientes directos, recuperándose de esta forma los orígenes de miles de familias afroamericanas de cuyos ancestros no había registros.

Para ese estudio se contó no solo con el aporte de expertos en ADN antiguo, sino también con la inmensa base de datos de la empresa 23andMe, que contrastó los genomas completos de 9,2 millones de norteamericanos que habían autorizado el uso anónimo de sus genomas en las pruebas, contra determinadas secuencias de ADN moderno idénticas a las de los 27 esclavos enterrados entre 1774 y 1850, con los resultados ya mencionados.

Si faltaban pruebas de abuso sexual de amos blancos sobre esclavas, este estudio reveló que la mayoría de esclavos en esa fosa común descendía por línea paterna de hombres blancos originarios de Inglaterra e Irlanda, y por línea materna de africanas originarias de Senegal, Gambia y África Central, trasladadas a Maryland en barcos esclavistas británicos.

Llegados a este punto, Ascanio me plantea la posibilidad de conversar sobre epigenética en estudios de poblaciones como estas, lo cual será motivo de un nuevo artículo en futuro próximo.

Estas pocas historias dan cuenta del potencial de la genética en los estudios históricos. En eso pensaba cuando supe de la existencia de dos osarios subterráneos en la caraqueña Iglesia de San Francisco. Allí el arqueólogo Luis Guillermo Román ha estudiado ese espacio y concluye que uno de los osarios “incluye a condes, marqueses y principales de Caracas, miembros de la clase pudiente de la ciudad que pagaban para ser enterrados en los templos. El otro debe ser de representantes de la Iglesia”. ¡Qué interesante sería unir al arqueólogo con el genetista y quizás descubrir antiguas historias de los amos del Valle! 

 

LA CIENCIA DETRÁS DEL CAMBIO CLIMÁTICO

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Gioconda Cunto de San Blas

Efecto Cocuyo, 20 de agosto de 2023

https://twitter.com/NASA_es/status/1691148163690672131

«Es el futuro del mundo civilizado el que está en juego». Con esas palabras, pronunciadas en el acto de instalación formal de la Asamblea de la Organización de las Naciones Unidas (ONU; febrero de 1946), Trygve Lie, primer Secretario General, cerraba su discurso inaugural, resumiendo así la aspiración de paz permanente para todos los pueblos de la Tierra, luego de una cruenta guerra.

Traigo esas palabras a colación porque siento que ellas se aplican perfectamente al presente y al futuro del planeta Tierra, liado en estos tiempos en una lucha sin cuartel por la preservación de los ecosistemas, que garantice la sobrevivencia de las especies, incluida Homo sapiens, nosotros, los seres humanos. Es la ONU, con sus programas al respecto, la que ha asumido el liderazgo internacional sobre el cambio climático y el papel que nuestra especie tiene en la alteración del equilibrio ecológico.

¿Cambio climático? ¿Qué es eso? En busca de respuesta consulto a Alicia Villamizar, una autoridad en la materia. Entre otros méritos, Alicia es profesora titular de la Universidad Simón Bolívar e Individuo de Número (electa) de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales, donde coordina desde 2014 la muy activa Secretaría Académica de Cambio Climático. Por 20 años, miembro del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), autoridad global en ciencias naturales y sociales sobre el clima.

«Existen dos conceptos complementarios de cambio climático, el de la ciencia y el de la política», me dice Alicia. El científico nos remite a variaciones estadísticas del clima en períodos prolongados, por procesos naturales o inducidos. El político está dado por la Convención Marco de Cambio Climático de las Naciones Unidas (1992), que en su Art.1 lo define como «un cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana, que altera la composición de la atmósfera mundial y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante períodos de tiempo comparables».

La Tierra está sujeta a ciclos naturales globales de enfriamiento (glaciación) o calentamiento (períodos interglaciares) a lo largo de millones de años, producto de múltiples factores. Sin embargo, la velocidad de calentamiento que observamos ahora no tiene parangón en la historia geológica del planeta. Ese aumento desmesurado en la temperatura promedio del planeta, no correspondiente al ciclo natural, es causado por acumulación de los llamados «gases de efecto invernadero».

¿Qué son esos gases?  Las evidencias científicas alrededor del tema son abrumadoras en señalar como responsables del aumento en la temperatura atmosférica a la emisión y acumulación de «gases de efecto invernadero», es decir, dióxido de carbono (CO2), metano y óxido nitroso, generados por la actividad humana a partir de la revolución industrial iniciada hacia mediados del siglo XVIII.

Las mediciones de concentración de CO2 atmosférico en los últimos 800 mil años hasta inicios del siglo XX indican que ésta se mantuvo constante en el rango de 170 a 300 partes por millón, al tiempo que la temperatura promedio también fue estable. A partir de entonces, los humanos hemos aportado a la atmósfera alrededor de 50 mil millones de toneladas de gases de efecto invernadero, provenientes sobre todo del uso de combustibles fósiles (petróleo, carbón), que han contribuido a un nivel actual mayor a 400 partes por millón. Las temperaturas promedio durante la década 2011-2020 exceden las de cualquier otra década en 6.500 años, ubicándose ahora en un peligroso aumento de 1,1, todo esto acompañado por sequías, inundaciones, tormentas frecuentes, que están afectando de forma dramática la vida en el planeta.

¿Qué propone el IPCC para detener este rumbo destructivo? Entre otros, estabilización del aumento de temperatura por debajo de 2ᴼC, para lo cual es imprescindible reducir drásticamente las emisiones globales de gases de efecto invernadero hasta alcanzar la emisión cero. De no lograrlo, el límite de 1,5ᴼC, establecido por el IPCC como la frontera entre lo peligroso y lo catastrófico, será irremediablemente rebasado en 2030 a más tardar, y el de los 2ᴼC hacia 2050.

Han sido muchos los convenios internacionales suscritos desde 1972, año en el que se celebró la primera Conferencia sobre el Medio Ambiente Humano en Estocolmo, bajo el patrocinio de la ONU. A esta siguió la «Cumbre de la Tierra» en 1992, Río de Janeiro, donde se acordó la Convención de Cambio Climático, ya mencionada. Desde 1995 se hacen reuniones anuales con la participación de líderes políticos, diplomáticos, científicos, medios de comunicación y organizaciones no gubernamentales (ONG) de los más de 190 países participantes. Allí discuten las alternativas para reducir el impacto de las actividades humanas en el clima. De casi todas emerge un nuevo compromiso, un nuevo protocolo, así como mayores preocupaciones al constatar que las cosas no se mueven con la urgencia que exige la emergencia climática que nos amenaza a todos. Es mucho el dinero involucrado en implementar los acuerdos sobre el clima y poca la voluntad de lograrlos, mientras el tiempo avanza sin acercarnos a esa reducción a cero que pudiera frenar el aumento de 2ᴼC antes de 2050.

 ¿CUÁLES SON LAS PERSPECTIVAS PARA VENEZUELA?

De seguir así las cosas, un aumento de temperatura entre 2ᴼC y 2,5ᴼC convertirá en inhabitable a la mayor parte de la franja tropical de América Latina. El efecto será más severo en las regiones más cercanas al ecuador y en altitudes más cercanas al nivel del mar, justamente donde se ubica Venezuela.

Venezuela posee sobre el tema ambiental un amplio conjunto de regulaciones constitucionales (arts. 127 y siguientes), 28 leyes, 55 decretos presidenciales, 6 resoluciones ministeriales y 47 instrumentos internacionales. Esa extensa normativa podría dar la impresión de que la materia ambiental se encuentra debidamente normada. Sin embargo, según advierte la ONG Acceso a la Justicia, Venezuela se encuentra en mora respecto a los diversos tratados y acuerdos desarrollados en el ámbito internacional y en concreto, en el entorno continental americano, sin que la creación de una Comisión Presidencial para el Cambio Climático en 2021 haya traído iniciativas al campo.

Alicia Villamizar me dirige hacia los diversos documentos publicados por la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales (Acfiman) a través de la Secretaría Académica de Cambio Climático que ella coordina. Muy bien documentados reportes, escritos por unos 60 investigadores venezolanos, que me atrevo a calificar como únicos en el país. Entre ellos, los Reportes Académicos en Cambio Climático (Primer Reporte, 2018 y Segundo Reporte en ejecución); Aportes para la Actualización de la Contribución Nacionalmente Determinada (NDC) de Venezuela para el período 2020-2030 (2023); Lineamientos para la actualización del Inventario de Gases de Efecto Invernadero del país (en proceso de publicación); Compromisos de Venezuela con el Acuerdo de París, Parte 1 y Parte 2 (2022). En estos rigurosos documentos se recogen temas referidos a la ciencia, las amenazas, la vulnerabilidad, la adaptación y la mitigación del cambio climático en Venezuela, que deberían servir a los entes del Estado, a la empresa privada y la sociedad como guía para implementar acciones que respondan a los desafíos del cambio climático para Venezuela.

En la presentación del primer borrador del Segundo Reporte Académico de Cambio Climático en Venezuela, la Acfiman recordó que actualmente Venezuela ocupa el puesto 118 de 166 en el Reporte Global de Desarrollo Sostenible 2022, posición que refleja la carencia de un marco nacional de políticas y estrategias frente al cambio climático, e incumplimiento de los acuerdos internacionales suscritos.

La reducción en la emisión de gases de efecto invernadero, documentada en la última década en el país, no es resultado de una política orientada a lograrlo, sino producto de la crisis económica, la disminución de generación eléctrica, la reducción de la producción de petróleo y su refinación, y la caída en la producción de acero, aluminio y cemento.

El Observatorio de Ecología Política de Venezuela sostiene que «como productor de hidrocarburos, Venezuela debe iniciar y acelerar el gran viraje hacia un nuevo modelo de desarrollo, que no se encuentre anclado únicamente a las industrias extractivas, que sea menos contaminante y más compatible con el efectivo ejercicio de los derechos humanos de las presentes y futuras generaciones». 

Insistente, Alicia Villamizar comenta: «En Venezuela estamos más vulnerables y más expuestos a los impactos del cambio climático, a lo cual se añade la crisis compleja humanitaria que conforma un marco de precariedad en todos los ámbitos del país, que también se verá afectado por el cambio climático».



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LA REALIDAD DE LOS TERREMOTOS

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Gioconda Cunto de San Blas

Efecto Cocuyo, 20 de marzo de 2023



Eran las 4:17 am del 6 de febrero pasado cuando un terremoto de magnitud 7,8 en la escala de Richter sacudió el sureste de Turquía y noroeste de Siria, 350 mil Km2 equivalentes a la suma de los estados Apure, Barinas y Bolívar, al cual siguió un segundo sismo de intensidad 7,5 nueve horas más tarde. Al 1º de marzo se habían confirmado más de 45 mil muertes en Turquía y unas 6.700 en Siria; más de cien mil heridos, muchos de gravedad; 14 millones de personas afectadas en Turquía y 1,5 millones de personas sin hogar; casi 25 mil edificios severamente dañados, y unos 3.500 colapsados.  De los muchos que ha sufrido, éste ha sido uno de los terremotos más letales en Turquía.

¿Qué hace a esta región tan sísmica? Los terremotos ocurren cuando dos o más placas tectónicas, es decir, los fragmentos en que se divide la capa más superficial del planeta y donde se concentra la actividad sísmica y volcánica, de repente se deslizan una sobre otra. Turquía y Siria están sentadas sobre la zona de convergencia de cuatro placas tectónicas: Anatolia, Arábiga, Euroasiática y Africana, siendo la primera la principal responsable del terremoto reciente.

El 12 de enero de 2010, un movimiento sísmico de 7,0 grados en la escala de Richter, provocado por el deslizamiento de dos grandes placas tectónicas, la norteamericana al norte y la caribeña al sur, dejó en escombros a Puerto Príncipe, Haití: 65% de las construcciones colapsadas, más de 200.000 personas fallecidas y más de dos millones en la calle. 

Seis semanas más tarde, en la madrugada del 27/02/2010, Chile, país sísmico en extremo, sufrió el desplazamiento de la placa de Nazca bajo la placa Sudamericana, que resultó en un terremoto en el centro-sur de Chile, con una magnitud de 8,8 grados en la escala de Richter y tsunami subsiguiente. Como saldo, 521 muertos y 56 desaparecidos.

Tomando como referencia la escala Richter, el cálculo de energía liberada en cada caso indica que el terremoto de Turquía de 2023 fue 6,3 veces más potente que el de Haití en 2010; también el terremoto de Chile de 2010 fue 1 055 veces más potente que el de Haití y 168 veces más enérgico que el de Turquía. No obstante, el sismo más suave de los tres, el de Haití, y en segundo lugar el de Turquía, causaron la mayor devastación en la población, cuyas consecuencias todavía se sufren en Haití. Mientras que el más violento, el de Chile, fue el menos severo en término de muertes y daños estructurales.

¿Cómo explicar estas diferencias? Cierto es que hay fallas geológicas que explican la intensidad de los terremotos. Pero los científicos están de acuerdo en que el terremoto de Turquía ha provocado un número tan elevado de víctimas debido a que en esa región la gran mayoría de los edificios no cumplía la normativa sismorresistente que el propio gobierno había introducido un año después del siniestro de 1999 en el que murieron 17 mil personas. Pocos recursos y personal poco capacitado, más una corrupción rampante hicieron posible que el pasado 6 de febrero la tragedia se repitiera en escala mucho mayor. Razones similares afectaron a Siria y acabaron con la vida de más de 200 mil haitianos.

En cambio Chile es referencia mundial en tecnologías antisísmicas y tiene normas de construcción de las más estrictas del mundo. También es un país más desarrollado, con más recursos, mejor organización y profesionales de élite en el área sismológica y de ingeniería. Al final, la diferencia radica en un problema de pobreza económica, política, de salud, de educación, de ciudadanía.

Mientras tanto ¿qué pasa en Venezuela?

Todos los venezolanos conocemos aquella frase de supuesta autoría bolivariana, según la cual Don Simón habría dicho: “si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca”, en ocasión del terremoto que asoló a Caracas el Jueves Santo 26 de marzo de 1812 y afectó a La Guaira, Mérida, El Tocuyo y San Felipe, todas en poder de la Primera República. Ciudades en manos realistas, como Coro, Maracaibo y Angostura, quedaron indemnes, lo que dio pie al clero, de eminente vocación realista, a declarar que el terremoto era un castigo divino contra las ansias independentistas de los rebeldes. La frase de marras, de dudosa veracidad, tiene como única fuente un texto escrito en 1829 por el médico caraqueño realista José Domingo Díaz.

No fue ese el único terremoto en castigar a la capital. Rogelio Altez, estudioso venezolano del tema, recoge informaciones sobre los 4 sismos más graves ocurridos en Caracas: 11 de junio de 1641, 26 de marzo de 1812, 29 de octubre de 1900 y 29 de julio de 1967. Este último ha sido analizado a plenitud en el libro: “El terremoto de Caracas de 1967: 50 años después” (publicaciones de la Academia Nacional de Ingeniería y el Hábitat, 2017, 260 páginas; acceso libre), bajo la compilación de los expertos ingenieros venezolanos Marianela Lafuente, Carlos Genatios,  Alfredo Cilento y José Grases, más contribuciones adicionales de Eduardo Páez Pumar, Roberto Centeno, Víctor Artis, entre otros, un libro que debería ser de lectura obligatoria para todo ciudadano responsable de quehaceres relativos a la ciudad de Caracas, su urbanismo, su cuidado, su protección, su gente. Los datos que siguen son tomados de ese libro.

El 25 de julio de 1967 Caracas festejaba el cuarto centenario de su fundación con diversos actos alusivos a la fecha fundacional de 1567. Cuatro días más tarde, el sábado 29 de julio de 1967,  a  las  8:05  de  la  noche, un terremoto de 6,4 a 6,6 en la escala de Richter y 35 segundos de duración azotó a la ciudad cumpleañera. El sismo se ubicó a unos 16 Km de profundidad, bajo el fondo marino, en el sistema de fallas de San Sebastián y La Tortuga. El saldo fue de 236  muertos,  dos mil  heridos,  80  mil  personas  sin  vivienda, colapso de cuatro edificios en el este de Caracas y otros más en el litoral  central.  A esto siguió la declaratoria de inhabitables a 40 edificios y otros 180 con deterioros severos.  Se  reportaron también daños en  viviendas  antiguas  de  paredes  de  mampostería, en el centro y norte de Caracas.

A raíz de la tragedia, el gobierno de entonces y siguiente trabajaron con expertos para crear Funvisis, Fundación Venezolana de Investigaciones Sismológicas (decreto  N°  1053,  27/07/1972), y producir normas para la construcción de edificaciones, actualmente la  Norma COVENIN-MINDUR 1756-2001.

A lo largo de estos 52 años transcurridos desde el terremoto de 1967, la ciudad ha visto crecer sin límite su población y aumentado su riesgo de desastre  de  origen  sísmico. Hoy se estima un total de 224 mil edificaciones populares en Caracas (69,9% del total de edificaciones de la ciudad), de las cuales un 75,6% son estructuras de baja calidad. En un eventual terremoto en Caracas (nada descartable dada la geología del valle y su historial sísmico), unas 3.500 edificaciones sufrirían daño completo con un estimado de casi 6.500 víctimas fatales.

Lamentablemente, tanto los constructores informales como el mismo gobierno han convertido en letra muerta las normativas aprobadas. Nos dicen Lafuente y Genatios que “…Un  factor  importante  asociado  a  la  vulnerabilidad  de  las  edificaciones  de  Caracas,  es  el  relativo  a  la cuestionada  calidad  de  edificaciones  de  vivienda  construidas  por  el  gobierno  nacional  en  los  últimos  8 años, en el operativo llamado Gran Misión Vivienda Venezuela. En efecto, se tienen dudas importantes en relación con la calidad de los diseños, el cumplimiento de los requerimientos normativos, los estudios de suelo y  los  materiales  utilizados.  La  vulnerabilidad  de  estas  edificaciones   ya  ha  sido demostrada por algunas fallas que han aparecido en numerosos desarrollos, como por ejemplo en Ciudad Caribia,  por  lo  que  una  evaluación  detallada  de  estas  estructuras  es  recomendable  a  fin  de establecer  los programas de rehabilitación que sean necesarios para garantizar la seguridad de sus habitantes”.

 Los conocimientos científicos actuales no permiten prever los terremotos; sabemos, sí, que la tierra volverá a temblar allí donde ya lo ha hecho. Pero no tiene por qué desembocar en una tragedia apocalíptica. Los sismólogos aseguran que los terremotos no matan gente; las matan los edificios mal construidos, por efecto de la pobreza, la injusticia, el abuso, la corrupción.

Algún día volverá a temblar en Caracas, así lo apunta su historial sísmico y las informaciones geológicas a disposición. ¿Los caraqueños de entonces estarán preparados para salir airosos de la prueba? O por el contrario ¿habrán continuado en esa atolondrada actitud de “como vaya viniendo, vamos viendo”, promovida por Eudomar Santos, aquel inolvidable personaje malandro de la telenovela “Por estas calles”? 




HACER LAS PACES CON LA NATURALEZA: LA COP15

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Gioconda Cunto de San Blas

Efecto Cocuyo, 06 de febrero de 2023

https://comofuncionaque.com/biodiversidad-significado-tipos-y-como-preservarla/

Con delegaciones de 188 gobiernos, del 4 al 19 de diciembre pasado se realizó en Montreal, Canadá, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica (COP15) la cual finalizó con un acuerdo histórico, llamado “Marco Mundial Kunming-Montreal” para orientar las acciones mundiales en favor de la naturaleza de aquí a 2030.

Al respecto consulto a Jon Paul Rodríguez, investigador en el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas, presidente de Provita y presidente de la Comisión para la Supervivencia de las Especies (SSC, por sus siglas en inglés) de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

Este nuevo marco global sobre biodiversidad -me dice Jon Paul- consta de 4 objetivos y 23 metas ambiciosas en materia de protección y restauración de espacios naturales. Entre ellos, proteger al menos el 30 % de las zonas terrestres, marítimas, costeras y aguas continentales para 2030, mediante la declaración de áreas protegidas, que por los momentos son solo el 17 % de la superficie terrestre y el 10 % de los océanos. Al mismo tiempo, el acuerdo busca acercar a cero la pérdida de superficies de suma importancia para la biodiversidad, incluidos los ecosistemas de gran integridad ecológica y reducir a la mitad los desechos de alimentos en el mundo. El reconocimiento y el respeto de los derechos de los pueblos indígenas y las comunidades locales en sus territorios tradicionales es otro punto enfatizado en la declaración. Asimismo, el plan incluye propuestas para aumentar la financiación destinada a los países en desarrollo, hasta 20 mil millones de dólares en una primera etapa, con el fin de darles los medios para «aplicar estrategias y planes de acción nacionales en materia de biodiversidad».

El cumplimiento de los compromisos acordados en la COP15 es crucial en estos tiempos para la sobrevivencia de las especies en el planeta. Datos publicados por las Naciones Unidas indican que el planeta está experimentando un peligroso declive en la naturaleza como resultado de las actividades humanas. «El planeta está sufriendo la mayor pérdida de especies desde la época de los dinosaurios» nos dicen los científicos, quienes estiman que alrededor de un millón de especies de plantas y animales están en peligro de extinción, si no se toman medidas para frenar ese rumbo.

El entusiasmo por los logros en la reunión de Montreal no es necesariamente compartido por todos. Por una parte, la falta de obligatoriedad en el cumplimiento del acuerdo, sujeto solo a la buena voluntad de las partes y a unas revisiones periódicas ligeras, no auguran un compromiso efectivo, como ya ha ocurrido con documentos precedentes en ese tenor. Ya hay quienes dicen que el documento de la COP15 es un catálogo de propósitos para el año nuevo, difíciles de cumplir, porque muchos indicadores socioeconómicos de la actividad humana -con los que se mide el crecimiento de una comunidad o un país- chocan con el cuidado de la naturaleza. Por lo tanto, cumplir las metas y objetivos de la COP15 conllevaría un replanteo substancial del modelo socioeconómico global vigente para frenar la transformación de los hábitats, los desarrollos urbanísticos, la sobreexplotación de los seres vivos, la pesca, la agricultura industrial…, es decir, alinear progresivamente todas las actividades públicas y privadas pertinentes con los objetivos del marco global de biodiversidad de la COP15.

¿Cómo calza Venezuela en el Marco Mundial Kunming-Montreal de la COP15?

 Hoy, Venezuela posee más de la mitad del territorio protegido (57,7%) bajo distintas figuras legales como los Parques Nacionales, las Reservas de Fauna Silvestre o las Reservas de Biosfera. Sin embargo, los biólogos venezolanos alertan que lo esencial no solo es la protección legal, sino la capacidad efectiva de responder a las amenazas como la deforestación en estas zonas claves para el planeta.

A este respecto, la palabra de Jon Paul Rodríguez se une a la de Antonio Machado Allison, profesor jubilado del Instituto de Zoología y Ecología Tropical (UCV), especialista en biodiversidad y cambio climático, e Individuo de Número de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales. Ambos coinciden en los agudos problemas de conservación que agobian a Venezuela.

Antonio nos habla de la urgencia en preservar la cuenca del río Orinoco como uno de los territorios más relevantes del país en cuanto a diversidad. «Dicha cuenca -nos comenta- cubre casi el 80% de la superficie de Venezuela. Ante los cambios posibles en regímenes climáticos, tendremos cambios en el régimen de lluvias. Se estima que habrá sequías más intensas y extensas, debido a los fenómenos de El Niño y La Niña, con consecuencias en los flujos de agua, los cuales son claves para el mantenimiento de la diversidad y la preservación de la flora y fauna acuáticas y terrestres, porque del régimen de flujo de aguas depende que las plantas y los animales se reproduzcan al ritmo que han hecho durante millones de años. Cuánta pérdida de biodiversidad tendremos, es una gran incógnita. Me atrevo a indicar que la velocidad de destrucción que estamos llevando hoy en Venezuela es mucho más acelerada de lo que se va a encontrar en 2030 o 2050. Estamos destruyendo al país violenta, acelerada y extensamente. Esto no tiene que ver con cambio climático sino con el avasallamiento de obtener riqueza rápida, ilegal, destructiva, como está pasando con los bosques y ríos de la Guayana venezolana, con el arco minero del Orinoco. Ahora no solo en el Orinoco sino en el lago de Valencia, en los Andes venezolanos, desde que el gobierno abrió indiscriminadamente la posibilidad de búsqueda de minerales preciosos en el territorio nacional. No hay minería limpia, toda la minería se hace por amalgamiento de oro con mercurio y cianuro. Y eso, por supuesto, trae como consecuencia el envenenamiento de las aguas, de las tierras y su afectación en la fauna y la flora».

Jon Paul, mientras tanto, nos dice: «Sabemos cómo hacer conservación. Hay muchos ejemplos de intervenciones sistemáticas. premeditadas, basadas en evidencias, mediante las cuales se ha recuperado la distribución y abundancia de animales, hongos y plantas, así como de los ambientes que habitan. Se destinan muchos más recursos a destruir la naturaleza, que a protegerla. Pero si movemos la balanza un poco hacia la conservación, es capaz de recuperarse».

Al final, de lo que se trata es de «hacer las paces con la naturaleza», como dijera la  Directora Ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), Inger Andersen. Fácil decirlo, pero qué difícil hacerlo. 

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TERAPIAS GÉNICAS, PASAPORTES A UNA MEJOR CALIDAD DE VIDA

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Gioconda Cunto de San Blas*

Efecto Cocuyo, 15 de noviembre de 2022



In memoriam, Natalia Araujo-Cunto.

¡Cuánto le habría beneficiado a ella, de haber estado disponible!

 Eran las 12:52 pm del 14 de septiembre de 1990 cuando la niña Ashanti DeSilva, de cuatro años, nacida con un sistema inmune débil que le hacía proclive a infecciones microbianas sin fin y a una expectativa de vida breve, hizo historia como la primera paciente sometida a un tratamiento experimental de terapia génica, bajo autorización y vigilancia del comité ético del Instituto Nacional de Salud (NIH) en Estados Unidos. El equipo estuvo dirigido por el genetista William F. Anderson, a quien se ha llamado «el padre de la terapia génica» y los inmunólogos del Instituto Nacional del Cáncer Michael Blaese y Steven Rosenberg.

Ashanti había nacido con «inmunodeficiencia combinada severa» generada por carencia de la proteína adenosina desaminasa (ADA), una molécula que entre otras funciones hace posible que los linfocitos T, un tipo de glóbulos blancos, se mantengan activos en su papel protector contra infecciones.  La niña había heredado de sus padres dos copias defectuosas del gen ADA, portador de la información necesaria para la síntesis de la proteína en cuestión, por lo que su tierno organismo era incapaz de defenderse de microorganismos infecciosos. Corregir ese defecto, es decir, introducir el gen normal para desplazar la anomalía, solo sería posible mediante técnicas de ingeniería genética que para el momento apenas se vislumbraban de aplicación terapéutica.

Para tratar a Ashanti, el equipo de especialistas tomó muestras de sangre de la niña, de donde se tomaron los linfocitos T para reproducirlos e insertarles el gen funcional de ADA, y así modificados fueron reintroducidos en la niña. A lo largo de dos años, 11 infusiones de vector ADA fueron necesarias hasta lograr que su organismo produjera ADA normalmente y para siempre. Hoy Ashanti, con 36 años de edad, vive en Chicago, está casada, es graduada en la Universidad de Ohio y trabaja como consejera genética, una labor para la cual diríamos que estuvo predestinada desde su concepción.

El éxito del tratamiento de Ashanti condujo al vasto campo de investigación en terapia génica. Carlos Ayala Grosso, científico del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), quien aplica enfoques bioquímicos al estudio de trastornos neuropsiquiátricos, me comenta que las terapias génicas tienen un futuro promisorio en el tratamiento de trastornos neurodegenerativos como la enfermedad de Alzheimer, Parkinson, esclerosis lateral amiotrófica, entre otros, para los cuales hoy solo existen medicamentos paliativos. Así, por ejemplo, experimentos recientes sugieren la factibilidad de una terapia génica para Alzheimer, a partir de una proteína clave, el factor neurotrópico del cerebro (BDNF), producido naturalmente a lo largo de la vida y cuya disminución va asociada a esa pérdida de memoria característica de la enfermedad. De allí que se esté evaluando terapia génica con BDNF. Estas y otras promisorias noticias en el campo de la terapia génica en trastornos neuropsiquiátricos, aunque no de pronta aplicación, dan esperanzas de futuro para su manejo clínico.

Novedosas tecnologías de edición de genes se están usando para abordar la cura de otro trastorno hereditario severo, la anemia falciforme (sickle cell anemia), que aflige a millones de personas, sobre todo a poblaciones de origen africano o mediterráneo. Esta enfermedad está asociada a la hemoglobina en los glóbulos rojos de la sangre y en su función de transporte de oxígeno. Los glóbulos rojos sanos, redondos y flexibles, circulan por pequeños vasos capilares para llevar oxígeno a todo el cuerpo. La hemoglobina de un paciente con anemia falciforme es anormal, lo cual causa que los glóbulos rojos se pongan rígidos y viscosos, tengan forma de media luna y no puedan cumplir satisfactoriamente con su función de transporte de oxígeno. Dichas células falciformes tienen una corta vida, lo que causa anemia recurrente. Además, al pasar por los vasos capilares pueden atascarse y obstruir la circulación de la sangre, derivando en dolor, infecciones, síndrome torácico agudo, accidentes cerebrovasculares y en casos extremos, muerte temprana.

Una mutación puntual en el gen de la β-globina, componente estructural de la hemoglobina, es la causante de la anemia falciforme. De manera que corregirla por terapia génica en células madre del propio paciente, es decir, sustituir el gen defectuoso por la versión sana, es un propósito planteado por investigadores del área, en afán de encontrar cura permanente a esta enfermedad. Ya están en curso pruebas clínicas, cuyos resultados preliminares son alentadores en la mayoría de los pacientes bajo tratamiento.

Leucemia linfocítica, distrofia hereditaria de la retina, atrofia muscular, talasemia, hemofilia y muchas otras enfermedades de origen genético están siendo estudiadas bajo el prisma de la terapia génica. No todo es miel sobre hojuelas, sin embargo. Tratamientos similares han fallado o han producido efectos secundarios indeseables y solo se han hecho en centros muy especializados, dadas las complicaciones técnicas inherentes a los procedimientos. Actualmente, diversas terapias están en pruebas preclínicas, aunque solo muy pocas han sido autorizadas para su aplicación general.

Uno obstáculo mayúsculo en la aplicación de estas terapias es el económico: por ahora, una terapia puede costar de ¡500 mil a 2,8 millones de dólares!. La esperanza es que, como ha ocurrido con los principales avances científicos, sus costos se reduzcan sustancialmente a medida que se avanza en la investigación.

A manera de ejemplo, el proyecto inicial del genoma humano, en la década de 1990-2000, costó un estimado de mil millones de dólares. Dada la evolución de las técnicas usadas y el conocimiento acumulado, ese mismo ejercicio en 2006 había bajado su costo a US$ 20-25 millones; en 2015, a US$ 1.500. Hoy en día, hay empresas biotecnológicas que ofrecen presentarle a usted su genoma completo por ¡US$ 600

De manera que si bien al presente las terapias génicas son de muy limitado acceso por ser experimentales y de alto costo, el mañana trabajado desde hoy se perfila prometedor para los futuros dolientes de estas y otras enfermedades de origen genético. La investigación fundamental en biomedicina siempre ha sido un oficio costoso pero sus resultados han hecho posibles los avances de la sociedad y la curación o tratamiento de enfermedades hasta hace poco intratables.


LOS PREMIOS NOBEL 2022 EN CIENCIA

https://efectococuyo.com/solaz/ciencia/los-premios-nobel-2022-en-ciencia/

Gioconda Cunto de San Blas*

Efecto Cocuyo, 17 de octubre de 2022

https://www.statista.com/chart/2805/nobel-prize-winners-by-gender/

 “La Asamblea Nobel en el Instituto Karolinska ha decidido otorgar el Premio Nobel 2022 en Fisiología o Medicina a Svante Pääbo (Suecia / Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, Leipzig, Alemania) por sus descubrimientos sobre homininos (primates de postura erguida y locomoción bípeda) extintos y evolución humana”.

De dónde venimos, cómo nos relacionamos con especies que nos precedieron, qué nos hace diferentes a nosotros, Homo sapiens, de otros homininos, son preguntas planteadas desde los albores de la humanidad.

A ellas ha intentado dar respuesta el galardonado a través de investigaciones pioneras que dieron nacimiento a la paleogenómica, disciplina ocupada en el estudio de genomas de especies antiguas, a menudo extinguidas, que proporciona información directa del proceso evolutivo. 

Pääbo, cuyo padre -el bioquímico Sune Bergström-  ganó el Nobel de Medicina en 1982 por sus trabajos en prostaglandinas, logró recuperar ADN antiguo de restos de especies extintas precursoras del ser humano moderno, secuenció el genoma completo del Neanderthal (Homo neanderthalensis) e hizo el descubrimiento, por vía genómica, de un hominino desconocido, el Hombre de Denisova. Pääbo y sus colaboradores también descubrieron que Neanderthal, Denisova y humanos se aparearon, por lo cual el genoma de humanos modernos porta restos de ADN de neandertales (1 a 3 % en humanos de origen europeo), o de denisovanos (4 % a 6 % en humanos de Nueva Guinea, Australia y Melanesia). Esas especies desaparecieron, dejándonos a nosotros, la especie H. sapiens, como única sobreviviente del género Homo. Los descubrimientos de Pääbo han tenido un profundo impacto en la comprensión de nuestra historia evolutiva.

“La Real Academia Sueca de Ciencias ha decidido otorgar el Premio Nobel en Física 2022 a Alain Aspect (Université Paris-Saclay, Francia), John F. Clauser (Walnut Creek, CA, USA) y Anton Zeilinger (U. Viena, Austria) por sus experimentos con fotones entrelazados, que establecen la violación de la desigualdad de Bell y lideran la tecnología de la información cuántica”.

La teoría cuántica describe la naturaleza en la escala atómica y subatómica; es decir, el universo de lo pequeño en el rango de millonésimas de milímetro. Estudiar algo tan abstracto como la violación de la desigualdad de Bell y el concepto de entrelazamiento de pares de objetos (fotones, en este caso, partículas elementales responsables de los efectos cuánticos de las interacciones electromagnéticas) fueron fundamentales para la aplicación de tales conocimientos en la vida diaria. 

Así las cosas, la electrónica y todas sus aplicaciones prácticas que nos inundan hoy día tienen su base en la mecánica cuántica, a los que se suman los nuevos conocimientos aportados por los galardonados, que permiten adentrarnos en la revolución de la tecnología cuántica, basada en la criptografía cuántica (seguridad informática) y la computación cuántica (velocidad de procesamiento muy superior a la actual). 

Por ejemplo, el funcionamiento del satélite Micius de China para la comunicación cuántica encriptada, está sustentado en el entrelazamiento cuántico entre fotones separados por miles de kilómetros;  la Iniciativa Nacional Cuántica de Estados Unidos, con una inversión de US$ 1.280 millones, y la iniciativa similar israelí por US$ 400 millones están basadas también en la realidad del entrecruzamiento. Todos estos desarrollos de encriptación e internet cuánticas garantizarán las comunicaciones ultraseguras y ultrarrápidas que ya comienzan a ser implementadas.

“La Real Academia Sueca de Ciencias ha decidido otorgar el Premio Nobel en Química 2022 a Carolyn R. Bertozzi (Stanford U., CA, USA), Morten Meldal (U. Copenhagen, Denmark) y K. Barry Sharpless (Scripps Research, La Jolla, CA, USA; Nobel en Química por segunda vez, la primera en 2001), por el desarrollo de la química click y la química bioortogonal”.

 Nuevas reacciones que permiten sintetizar moléculas en el laboratorio o a escala industrial, a modo de bloques de “Lego”. Son las llamadas reacciones click, en alusión a las hebillas de los cinturones de seguridad, al ocurrir la reacción de compuestos con grupos azida (3 átomos de nitrógeno) y alkino (carbono con triple enlace), en presencia de cobre. Con estas reacciones, Meldal y Sharpless obtuvieron compuestos casi puros, libres de productos secundarios difíciles de eliminar y trajeron la química click a la obtención de un mundo de sustancias aplicables a la industria o a la farmacología.

Un paso más en el uso de reacciones click lo dio Carolyn Bertozzi, la otra galardonada del trío. Interesada en las células cancerosas y en la razón de ser de la gruesa capa de glicanos (compuestos derivados de azúcares) en su exterior, modificó ligeramente la reacción click para hacerla factible en la célula viva, sin dañarla, proceso que llamó reacción bioortogonal. Así determinó que los glicanos protegen a los tumores de ser detectados por los glóbulos blancos del sistema inmunológico. Eliminar esa cubierta fue entonces el propósito de Bertozzi y colegas. El resultado es un nuevo tipo de fármaco que elimina los glicanos en las células tumorales y las deja sensibles al ataque inmunológico. Productos inmunoterapéuticos derivados de estos experimentos están siendo evaluados en pruebas clínicas en pacientes con cáncer avanzado. Uno de ellos, exitosamente tratado de un melanoma agresivo, fue el expresidente Jimmy Carter.

Como bien apunta el Comité Nobel, la química click, en su versión original o en la modificación bioortogonal, es elegante, inteligente, novedosa y útil, y aporta beneficios a la humanidad.

Bertozzi se ha anotado en una lista exclusiva de mujeres ganadoras de Premios Nobel en ciencias: 8 en 189 condecorados en Química; 4 en Física de un total de 222 premiados; 12 de 225 galardonados en Fisiología o Medicina. La deuda de la Fundación Nobel con las mujeres científicas sigue pendiente.

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*Los párrafos dedicados al Premio Nobel de Física fueron revisado por mi colega, el Dr. Ismardo Bonalde, sobre un texto que yo preparé. Agradecida por su ayuda en interpretar el significado de esas investigaciones para mis lectores. Cualquier confusión en ese texto es mi responsabilidad.


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AUNQUE USTED NO LO CREA, LA BIOLOGÍA CUÁNTICA ES EL PAN DE CADA DÍA

https://efectococuyo.com/solaz/ciencia/aunque-no-lo-crea-la-biologia-cuantica-es-el-pan-de-cada-dia/

Gioconda Cunto de San Blas

Efecto Cocuyo, 5 de julio de 2022

https://www.expgen.com/2011/12/el-mundo-subatomico-de-la-biologia.html

"Verde es el color principal del mundo, y a partir del cual surge su hermosura" es frase atribuida al poeta español Pedro Calderón de la Barca (1600-1681). No sabía el bardo cuánto, además de hermosura, le debemos los seres vivos a ese color en las hojas que conforman la biomasa vegetal del planeta. Verdes son las hojas por la clorofila, el pigmento que mayoritariamente absorbe la energía lumínica del sol, la transforma en energía química y hace posible la transformación de materia inorgánica en orgánica, en un proceso llamado fotosíntesis, del cual depende la vida en el planeta. 

Simplificando un proceso complicado, podemos decir que una vez atrapada la energía del sol en energía química, con el auxilio de fotones, se generan reacciones que finalmente conducen a la síntesis de derivados de carbono en forma de azúcares (materia orgánica), indispensables en la constitución de cualquier ser vivo, a partir del anhídrido carbónico (CO2), materia inorgánica que existe abundantemente en la atmósfera. Cada año los organismos fotosintetizadores fijan en forma de materia orgánica en torno a 100 mil millones de toneladas de carbono (3 mil toneladas de carbono por segundo, aproximadamente). Con ello aseguran la perpetuación de la vida en el planeta; sin ese proceso no existiría vida.

Ahora bien, desde hace algunas décadas la fotosíntesis y otros fenómenos de la naturaleza están siendo observados desde un ángulo nuevo y promisorio, en el cual gobiernos y empresas privadas están invirtiendo sumas ingentes de dinero, como veremos más adelante: la biología cuántica. Al respecto, converso con Vladimiro Mujica, científico venezolano en la Arizona State University, Estados Unidos, quien recientemente ha recibido una importante subvención para financiar un proyecto en biología cuántica que apunta a estudiar los mecanismos fundamentales que influyen sobre el movimiento de electrones en moléculas biológicas.

¿Qué es biología cuántica? ¿Con qué se come eso? ¿Para qué nos sirve? Son preguntas que lanzo a Vladimiro en aras de valorar la importancia de su proyecto, así como el impacto de la biología cuántica y sus aplicaciones en la vida diaria de todos nosotros.

Para hablar de biología cuántica -me dice- primero debemos definir quantum (cantidad mínima de energía que puede ser absorbida, propagada o emitida por la materia) y física cuántica, la física que explica la naturaleza de las partículas atómicas y subatómicas (protones, neutrones, electrones). Es la ciencia de lo más pequeño. Cómo estas partículas trabajan e interactúan es el tema de la mecánica cuántica. Sobre esta ciencia está montado el mundo de las computadoras, lasers, transcriptores, microscopía electrónica, imágenes por resonancia magnética, fibras ópticas, telecomunicaciones, entre otras aplicaciones.

La biología cuántica, por su parte, es un área que si bien dio unos pocos pasos en los años 20 del siglo pasado, es ahora cuando tomó impulso, una vez conocidas en mejor detalle las estructuras celulares y las reacciones químicas que se producen en ellas. La biología cuántica es entonces el estudio de las aplicaciones de la mecánica cuántica y de la química a organismos vivos, en procesos que no pueden ser descritos adecuadamente por las leyes de la física clásica y bajo el criterio de que, constituidos por moléculas, también estarán sometidos a las leyes de la materia. Así, por ejemplo, los procesos de conversión de energía luminosa en energía química y las transformaciones subsiguientes del proceso fotosintético al que ya nos referimos en párrafo anterior, son de naturaleza cuántica. Consecuencia directa de dichas investigaciones son, por ejemplo, las aplicaciones derivadas en complejos fotosintéticos, todavía en etapa preliminar, que podrían conducir a prototipos de tecnologías de energías verdes en celdas solares, con miras a paliar los perniciosos efectos del cambio climático.

Otro ejemplo viene de las enzimas. Ellas son biomoléculas (proteínas) que aceleran la velocidad de las reacciones químicas en las células vivas y aseguran la sobrevivencia de los organismos. Así, por ejemplo, la lipasa digiere las grasas y la tripsina, las proteínas; dos ejemplos entre miles. Por otro lado, la carencia o existencia defectuosa de ciertas enzimas pueden dar lugar a defectos congénitos del metabolismo. Por ejemplo, el mal funcionamiento de la fenilalanina hidroxilasa, inducido por una mutación en el gen correspondiente, hace que bebés con fenilcetonuria sufran de retardo mental, si no son tratados adecuadamente.

Mutaciones como ésta surgen de errores en la replicación del ADN. A todos nos es familiar la imagen entorchada de doble cadena que constituye el ADN de todos los seres vivos, moléculas que contienen información genética y la transmiten de una generación a otra, en un proceso fiel de replicación. En el ADN hay enlaces químicos que forman el cuerpo de la “escalera”, los cuales se mantienen juntos por medio de “peldaños” donde hay uniones de hidrógeno.  En ciertas condiciones y por efectos cuánticos, los hidrógenos pueden ubicarse en la cadena equivocada al comenzar el proceso replicativo, lo que lleva a mutaciones puntuales en el ADN, de gran influencia en los procesos evolutivos y metabólicos. Tener un mayor entendimiento de este proceso tiene el potencial, a largo plazo, de estar en condiciones de estudiar soluciones a problemas biomédicos por medio de aplicaciones de la biología cuántica.

En áreas biomédicas, hay tres ramas especialmente relevantes para el futuro de la medicina, la biología y la genética: la computación, la simulación y la óptica cuánticas. El dominio de esos procesos es esencial para el desarrollo de técnicas que permitan detectar órganos dañados o tumores y manipularlos a nivel molecular con alta precisión y de manera inocua. Con la capacidad exponencialmente mayor de la computación cuántica, los expertos tratan de simular con computadoras el efecto de diferentes compuestos químicos sobre organismos a nivel molecular y diseñar nuevos medicamentos de manera más rápida y barata.

Prueba de lo prometedor de estas tecnologías son las inversiones y alianzas que ya se están formando en el sector privado para el desarrollo de estas técnicas. Un ejemplo es la colaboración iniciada en 2017 entre la consultora internacional Accenture, la compañía de software cuántico 1Qbit y la firma de biotecnología Biogen para diseñar la primera aplicación cuántica capaz de desarrollar soluciones médicas a problemas como la esclerosis múltiple, el Alzheimer, el Parkinson o la enfermedad de Lou Gehrig.

La promesa de esta nueva era tecnológica también constituye una gran oportunidad que las principales potencias mundiales no desaprovechan, al punto de que se ha establecido una suerte de competencia entre ellas por invertir fortunas en el mundo cuántico, como llave para el progreso en el siglo XXI. Japón está invirtiendo US$ 700 millones en tecnologías cuánticas y ha creado el Instituto de Ciencias Médicas Cuánticas, que apunta a investigar mecanismos de enfermedades como cáncer o Alzheimer, entre diversos proyectos. China ha implementado un programa nacional para investigación y desarrollo de tecnologías cuánticas, respaldado con un aporte de 10 mil millones de dólares; igualmente han hecho la Unión Europea y los Estados Unidos con presupuestos por encima de mil millones de dólares cada uno. Se calcula que en todo el mundo, en estos momentos están invertidos más de US$ 30 mil millones para respaldar investigaciones y aplicaciones derivadas del mundo cuántico, con proyección a US$ 42,4 mil millones en 2027. De manera que no hay duda, el mundo cuántico ya no nos es ajeno. Está aquí para beneficio de la humanidad, si sabemos utilizarlo.

Muy a nuestro pesar, en América Latina y el Caribe el universo cuántico no ha logrado arrancar con el impulso de otras regiones, salvo algunas iniciativas puntuales de investigación, desarrollo e innovación, que si bien son de alabar, no satisfacen los esfuerzos que deben hacerse para enfrentar el mundo de hoy, mucho menos el mañana.

Todos estos desarrollos tecnológicos se basan en aplicación de conocimientos fundamentales obtenidos laboriosamente en los laboratorios de investigación científica. Ha sido la ciencia, ciencia costosa, imprescindible e impredecible, la que ha aportado los grandes resultados que han abierto nuevos campos para el progreso del ser humano y de las sociedades en las que nos desenvolvemos. Es a eso a lo que debemos apostar: ciencia y tecnología para el desarrollo a mediano y largo plazo. La era cuántica ya está entre nosotros, no es ciencia ficción. Será nuestra responsabilidad convertirla en una oportunidad de progreso para nuestros pueblos.

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YO SOY AFRODESCENDIENTE...Y TÚ TAMBIÉN

https://efectococuyo.com/solaz/ciencia/yo-soy-afrodescendiente-y-tu-tambien/

Gioconda Cunto de San Blas

Efecto Cocuyo, 9 de mayo de 2022

Fue en 1871 cuando Charles Darwin publicó su libro «El Origen del Hombre», en el que finalmente dio el paso irreversible de afirmar que humanos y simios compartimos un antepasado común, como conclusión lógica de su teoría de la evolución, expuesta en «El Origen de las Especies» doce años antes, casi simultáneamente con ideas similares presentadas por Alfred Wallace. En palabras que retumbaron por doquier, Darwin sacudía las creencias religiosas de muchas sociedades en cuanto a la creación del ser humano por vía de un acto único de la divinidad, como se ha sostenido en variados mitos milenarios. Decía Darwin: “Quien no se conforma con mirar a los fenómenos de la naturaleza como eventos desconectados, no puede ya creer que el ser humano es producto de un acto separado de creación […] sino descendiente de un progenitor común a todos los demás mamíferos”.

 Desde entonces, mucho hemos ratificado y otro tanto incorporado a la teoría darwiniana, no solo por vía de la evidencia científica paleoantropológica a partir de descubrimientos fósiles en los últimos tres siglos, sino en los tiempos actuales por datos provenientes de la genética evolutiva. Homo sapiens (hombre / humano sabio, nada menos, nombre científico de la especie biológica que nos agrupa) es efectivamente un eslabón en una larga cadena que se hunde en las brumas del tiempo.

En ese proceso evolutivo, contado a través de una historia paleontológica todavía incompleta en hallazgos, nos debemos remontar a unos 6 millones de años atrás cuando los primates (Orden biológico que comprende los prosimios, monos y simios) se desdoblaron en homínidos (homininos) y chimpancés, al abandonar aquellos la locomoción cuadrúpeda de los mamíferos, para erguirse en dos piernas, marcha bipedal de todos los homininos desde entonces.

Tres a cuatro millones de años atrás, surge el género Australopithecus, claramente perteneciente a los homininos. “Lucy”, una grácil australopicetina descubierta en Etiopía en 1974 y preservada en el Museo Nacional de ese país, es evidencia ósea de la especie A. afarensis. Pero todavía habrá que andar otro par de millones de años para que surjan por evolución los primeros especímenes del género Homo (H. ergastus, H. erectus, H. neanderthalensis) al cual pertenecemos. Es apenas hace unos 300 mil años cuando aparece H. sapiens, nuestra especie, la única del género Homo en sobrevivir y extenderse por todo el mundo.

Antes de extinguirse hace unos 25 mil años, H. neanderthalensis y algunas otras especies de Homo se habían establecido en Europa y Asia entre 230 mil y 40 mil años antes del presente y coexistieron con H. sapiens cuando éste salió de África unos 60 a 80 mil años atrás, para extenderse por todo el mundo. Entró en Europa por dos rutas probables: Turquía y el corredor del Danubio y a lo largo de la costa mediterránea. El encuentro entre H. sapiens y H. neanderthalensis produjo descendencia, como lo demuestran los restos (1 a 3 %) de DNA de neandertales encontrados en el genoma de humanos modernos, sobre todo europeos, y viceversa, trazas de DNA de humanos localizados en el genoma de neandertales. En migraciones sucesivas, H. sapiens llegó a Indonesia, Papua Nueva Guinea y Australia hace unos 45 mil años. El último continente en ser colonizado por nuestra especie fue América, unos 15 a 20 mil años atrás.

La frecuencia de fósiles pertenecientes al género Homo hallados en África hizo ubicar desde muy temprano a ese continente como posible cuna de la humanidad. Pero son los estudios genéticos de las últimas décadas los que han dado firmeza a esa posibilidad. Publicado a finales de febrero de este año, el más reciente e impactante resultado es el proveniente de un trabajo conjunto entre el Broad Institute de MIT y Harvard, Estados Unidos, y el Big Data Institute de la Universidad de Oxford, Inglaterra. En él, los autores (Anthony  Wilder Wohn y colaboradores) dan cuenta de la obtención de un árbol genealógico formado por 27 millones de ancestros de unas 70.000 generaciones, equivalentes en el tiempo a casi 2 millones de años, por lo que se remonta a los inicios del género Homo, construyendo una genealogía unificada de genomas modernos y antiguos.

Para llegar a ese resultado, los investigadores utilizaron 3.609 genomas modernos de 215 poblaciones diferentes y muestras de varios individuos antiguos, incluidos neandertales y un denisovano (pariente extinto de los humanos modernos que vivieron en Siberia y el este de Asia). Con datos tomados de información genética proveniente de varios consorcios de grandes datos genómicos, escogidos primeramente del cromosoma 20, los investigadores pudieron estimar las fechas aproximadas de aparición de las diversas especies del género Homo. Al mismo tiempo, un programa de ubicación geográfica aplicado a los datos permitió hacer inferencias aproximadas a ese respecto en tales antepasados.


Una genealogía unificada de genomas modernos y antiguos. Tomado de: A. W. Wohn y colaboradores. https://www.science.org/doi/10.1126/science.abi8264, 25/02/2022.  Video suplementario 1 https://vimeo.com/user167027958

 

José Luis Ramírez, científico venezolano especialista en el tema y reciente ganador del Premio Lorenzo Mendoza Fleury (mejor conocido como Premio Polar) en su edición 2022, nos explica que el trabajo en comento es un tour de force en bioinformática y estadística aplicada a la genética de poblaciones, un campo que si bien no es ajeno a las controversias, analiza datos por métodos masivos que permiten al final conectar con genomas ancestrales todos los genomas publicados hasta la fecha. Los resultados obtenidos por esos autores están en línea con investigaciones previas, tales como estudios genéticos en mitocondrias, organelos celulares que generan la mayor parte de la energía química necesaria para activar las reacciones bioquímicas de la célula y que son heredados exclusivamente por línea materna; o estudios en el cromosoma Y, heredado exclusivamente por línea paterna. En ambos casos, el origen de H. sapiens se ubica en el continente africano, como también se deduce del trabajo de Wohn y colaboradores, quienes además añaden cien mil años a la línea genealógica humana, para ubicar su aparición hace trescientos mil años. 

Es llamativo el comentario de José Luis Ramírez en cuanto a la alta frecuencia de variantes alélicas y haplotipos humanos (un haplotipo es un conjunto de variaciones del ADN, o polimorfismos, que tienden a ser heredados juntos) existentes en las poblaciones actuales, según lo reportado por Wohn y colaboradores, lo cual constituye una fotografía de la gran adaptabilidad de Homo sapiens a cambios geográficos y ambientales, en suma, a la adaptación al cambio climático.

En conclusión: somos una única especie; tenemos el mismo repertorio genético, por lo cual no existen razas de H. sapiens; provenimos de África, somos todos afrodescendientes.

No deja de tener un toque poético la determinación posible del punto inicial de migración de Homo sapiens a partir de un programa de ubicación geográfica aplicado a los datos obtenidos por Wohn y colaboradores. El bíblico Jardín del Edén, si acaso existió, habría estado localizado en Sudán, coordenadas 19.4°N, 33.7°E, según tal algoritmo. De allí habría partido el ser humano a poblar el globo terráqueo, según el mandamiento divino. «Tomó, pues, Yahveh Dios al hombre y le dejó en el jardín de Edén, para que lo labrase y cuidase» (Génesis 2:15). «Y les dijo Dios: Sed fecundos y multiplicaos; henchid la tierra y sometedla» (Génesis 1:28). No hemos hecho otra cosa desde entonces. 

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LA PANDEMIA SILENCIOSA: MICROORGANISMOS RESISTENTES A ANTIBIÓTICOS

https://efectococuyo.com/solaz/ciencia/la-pandemia-silenciosa-microorganismos-resistentes-a-antibioticos/

Gioconda Cunto de San Blas

Efecto Cocuyo, 28 de marzo de 2022

https://www.news-medical.net/health/Appropriate-Use-of-Antibiotics.aspx


¿Usted sabía que después del Proyecto Manhattan (1942-1946) para la producción de una bomba nuclear, el segundo proyecto prioritario e igualmente secreto para el gobierno norteamericano fue la producción en masa de penicilina para la atención de los heridos de guerra en el campo aliado? No era pequeño el desafío. Se sabía que de los 10 millones de soldados muertos en la Primera Guerra Mundial (1914-1918), casi la mitad no había fallecido por bombas, disparos o gases productos del afán bélico sino por infecciones menores que al ser intratables con los medicamentos disponibles al momento, derivaban en septicemias letales. De manera que la revelación de la penicilina como droga exitosa contra infecciones bacterianas se tradujo en uno de los capítulos brillantes de la química, la microbiología y la medicina modernas para salvar gentes en medio de un escenario de muerte.

En 1928 el médico microbiólogo Alexander Fleming trabajaba en el Hospital Saint Mary de Londres dedicado a la mejora y fabricación de vacunas o inyecciones y sueros. Al regreso de sus vacaciones de verano en su nativa Escocia, Fleming notó que una de las placas, dejadas para observación ulterior en un experimento en marcha, se había contaminado con otro microorganismo. No uno cualquiera, sino el hongo Penicillium notatum, que al crecer en un medio de cultivo adecuado producía una sustancia luego llamada penicilina en referencia a su origen, que al inhibir el crecimiento de la bacteria producía un halo visible en la placa bajo observación.

En su discurso de recepción del premio Nobel 1945 en Medicina o Fisiología, compartido con Howard Florey y Ernst Chain, Fleming reconoce que dada su formación como microbiólogo, carecía de destrezas para acometer la purificación y determinación de estructura de la penicilina. Ese reto fue asumido años más tarde en Londres por el bioquímico Florey y el químico Chain quienes en 1940 y años sucesivos, en plena Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y bajo los bombardeos nazis a la ciudad, lograron estos éxitos en conjunto con colegas norteamericanos. El primer paciente tratado con penicilina fue Albert Alexander, oficial de policía de Londres, quien recibió la única dosis de penicilina disponible en el laboratorio de Florey. Una recuperación notable en pocas horas fue revertida por imposibilidad de disponer de una segunda dosis del antibiótico. Fue Anne Miller (New Haven, Connecticut, 1942) la primera persona salvada de la muerte por septicemia, luego de ser tratada con dosis suficientes de penicilina. Vivió hasta sus 90 años, cumplidos en 1999.

A partir de allí, la producción masiva de penicilina y derivados, así como la búsqueda de nuevos antibióticos se multiplicaron exponencialmente. El control de las infecciones bacterianas quedaba así resuelto y garantizado... ¿Realmente?

En una suerte de yin y yang, conceptos del taoísmo referentes a la dualidad de todo lo existente en el universo, a fuerzas opuestas y complementarias, la introducción de antibióticos al arsenal médico terapéutico trajo como consecuencia casi inmediata la respuesta de las bacterias y otros microbios, que mientras se adaptaban a ese medio para ellos hostil, aseguraban su sobrevivencia a través de diversos mecanismos moleculares que no es del caso discutir aquí. Como consecuencia de esa resistencia adquirida, los antibióticos van perdiendo efectividad a poco de comenzar a usarse.

Ejemplos de resistencia hay muchos, baste con mencionar unos pocos: la frecuencia de resistencia a ciprofloxacina, un antibiótico comúnmente usado para tratar infecciones urinarias, neumonías o sepsis, particularmente en pacientes en unidades de cuidado intensivo, varía de 8,4% a 92,9% para Escherichia coli y de 4,1% to 79,4% para Klebsiella pneumoniae. La bacteria Staphylococcus aureus que cohabita de forma natural en nuestra piel, puede mutar a bacteria resistente a meticilina, generando infecciones que en algunos casos serán incurables y letales.

Datos recientes del Hospital Universitario “Antonio Patricio de Alcalá”, Cumaná, estado Sucre, Venezuela, indican una frecuencia del 25,2% de E. coli multirresistente, en similitud con otros reportes a lo largo y ancho del país. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que en 2018 hubo cerca de 500 mil nuevos casos de tuberculosis resistentes a la rifampicina y otros antibióticos. También se han descrito hongos patógenos resistentes a antibióticos antifúngicos (no son los mismos que los antibacterianos), como es el caso de Candida auris, uno de los más frecuentes agentes de infecciones fúngicas.

El mes pasado (febrero de 2022) fue publicado en la prestigiosa revista científica The Lancet un artículo, el más exhaustivo hasta la fecha, en el que a través de metanálisis de cientos de miles de datos relativos a la generación de superbacterias (como se ha dado en llamar a las bacterias resistentes a antibióticos), los autores concluyen que tan solo en 2019 fallecieron 1,2 millones de personas por infecciones producidas por microorganismos resistentes, más que las muertes causadas por el sida o la malaria. Los responsables del estudio consideran que de no poner reparo a esta situación, en menos de 30 años las superbacterias acabarán con la vida de 10 millones de personas cada año, es decir, tres veces más que lo estimado para la Covid-19 en 2020. De hecho, la OMS ha declarado a la resistencia antimicrobiana como una de las 10 amenazas más graves que enfrenta la humanidad.

¿Hay alguna manera de evitar la aparición de microorganismos resistentes a antibióticos? No. Pero sí hay formas de retrasarla. A tal efecto, la OMS a través del Grupo Coordinado sobre Microorganismos Resistentes a Antibióticos publicó en abril de 2019 el documento   “No time to wait: Securing the future from drug-resistant infections” (Sin tiempo que perder: asegurar el futuro libre de infecciones resistentes a drogas), contentivo de normas a seguir. También la Organización Panamericana de la Salud (OPS) publicó un manual al efecto: Recommendations for Implementing Antimicrobial Stewardship Programs in Latin America and the Caribbean: Manual for Public Health Decision-Makers (Recomendaciones para implementar programas de vigilancia antimicrobiana en América Latina y el Caribe: Manual para los gestores de la salud pública).

Entre las principales recomendaciones en dichos documentos están las de prevenir el uso inapropiado de antibióticos, ya sea por automedicación, por prescripción inadecuada del médico tratante, por errónea profilaxis quirúrgica; establecer controles rigurosos para la venta de antibióticos, de manera similar a los controles en la adquisición de psicotrópicos; crear programas nacionales de vigilancia. Además, restringir la aplicación de antibióticos de uso clínico en técnicas agropecuarias de engorde animal.

El uso inapropiado de antibióticos antibacterianos en enfermedades de origen viral tiene su más reciente expresión en estos dos años de pandemia. En declaraciones del médico venezolano Manuel Guzmán Blanco, coordinador del Programa Venezolano de Vigilancia de la Resistencia a los Antimicrobianos (PROVENRA),  “la pandemia por Covid-19 ha reflejado un abuso desmedido en el empleo de antibióticos, a pesar de todas las recomendaciones y orientaciones brindadas. La azitromicina, la levofloxacina y otros antibióticos no le hacen nada al virus, pero se han usado en cantidades industriales, y eso no ha mejorado el pronóstico de la Covid-19, sino que ha ayudado al desarrollo de más bacterias resistentes”, desencadenando lo que él ha llamado “la pandemia silenciosa”.

PROVENRA fue fundada por los doctores Manuel Guzmán Blanco, Oswaldo Carmona y Honorio Silva con el objetivo de vigilar la actividad de los antibióticos frente a las distintas bacterias que causan infecciones en Venezuela, en un esfuerzo loable por suministrar datos fidedignos que sirvan no solo para particulares sino como guía para los hacedores de políticas públicas en el tema. Cuenta con 51 centros participantes de las distintas regiones del país, que recogen la información diaria generada en hospitales y laboratorios de microbiología, la cual es puesta a disposición de los interesados a través de su portal.

En la ceremonia de entrega de premios Nobel el 10 de diciembre de 1945, a cuatro meses de los bombardeos nucleares en Hiroshima y Nagasaki que marcaron un doloroso punto final a la Segunda Guerra Mundial, el Profesor G. Liljestrand (Instituto Karolinska, Estocolmo) actuó como presentador del premio en Medicina o Fisiología otorgado a Fleming, Florey y Chain. En su discurso, escrito bajo el influjo de los dramáticos sucesos de entonces, Liljestrand resaltó la fundamental importancia de la investigación básica, en este caso hecha en Londres al tiempo que toneladas de bombas nazis caían sobre la ciudad. “El punto de inicio fue una investigación académica que generó más tarde la purificación y cristalización de uno de los más eficientes remedios conocidos para el momento. Este proceso fue posible con la ayuda conjunta de la bioquímica, la bacteriología y la investigación clínica […]. También exigió un enorme entusiasmo científico. En un tiempo en que la aniquilación y la destrucción a través de invenciones humanas ha sido más grande que nunca antes en la historia de la humanidad, la introducción de la penicilina es una demostración brillante de que el ingenio humano es también capaz de salvar vidas y combatir la enfermedad.”

Hoy, cuando estamos peligrosamente al borde de una nueva conflagración de alcances inimaginables, las palabras de este investigador sueco resuenan para recordarnos que los recaderos de la guerra serán siempre sobrepasados por los apóstoles de la paz. Entre estos, tantos científicos abnegados que contrarrestan los tambores de la guerra con su dedicación generosa a la creación, al control de la pandemia de la Covid-19, a la lucha por un mundo ecológicamente equilibrado, al avance del conocimiento para el progreso en el mundo que nos ha tocado vivir. Renovar los votos de paz a través de la ciencia será una manera de justificar nuestra presencia en el mundo.

 


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