Hasta el 28 de agosto próximo, el Instituto de Altos Estudios del Pensamiento del Comandante Supremo Hugo Rafael Chávez Frías (sí, existe) promueve el concurso literario “Cartas de amor a Hugo”. Ya Alberto Barrera Tyszka escribió una. Aquí va la mía.
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Hasta el 28 de agosto próximo, el Instituto de Altos Estudios del Pensamiento del Comandante Supremo Hugo Rafael Chávez Frías (sí, existe) promueve el concurso literario “Cartas de amor a Hugo”. Ya Alberto Barrera Tyszka escribió una. Aquí va la mía.
Mi adorado tormento:
Desde mi rincón científico no sabes
cuánto te extraño. No he olvidado aquel 3 de mayo de 2009 cuando dijiste con verbo
ardiente en “Aló, presidente”, que en el IVIC había un bojote de escuálidos que
como Ciro Peraloca investigaban la vida en Venus, ajenos a la ciencia
pertinente de los barrios. Curioso que invocaras a Venus para tu
descalificación, cuando más cerca tenías las costosísimas exploraciones en la
Antártida patrocinadas por ti, cuyos únicos beneficios hasta donde sabemos
fueron los paseos turísticos de acólitos a ese remoto lugar. Porque, dime tú, querido,
¿de verdad creíste que las investigaciones en microorganismos patógenos,
enfermedades de origen genético, química de productos naturales, problemas
ambientales y mucho más en el IVIC eran ajenas a nuestra realidad?
Estableciste la Misión Ciencia que
daría un empuje a la actividad científica y tecnológica en el país. Papachongo,
ni te imaginas la que armaste con tus frases de profundo saber: “que la ciencia
tenga color, olor y sabor a calle”, “ciencia para el pueblo” calificadas por
esos ingratos investigadores como batiburrillo demagógico populista. ¡Habrase
visto!
“La ruta de la empanada, del chocolate y de la mandarina,
la siembra y el rescate del cacao, los gallineros verticales, fabricación de
queso telita, casabe y chorizo de cabra, la siembra en balcones, cría de
conejos en las casas”, son apenas unos pocos de los brillantes proyectos
surgidos de tu mente preclara a ser ejecutados por los indóciles científicos.
¿Qué se estarían creyendo?
Para meterlos en cintura, papi,
creaste sabiamente los colectivos de la Misión Ciencia, alineados con las Salas
de Batalla y las comunas. Al final se robaron todo. Es que no entendieron la
grandeza de tu propósito: desarrollo endógeno sustentable, suprema felicidad
social y sociedad socialista, soberanía, e integración latinoamericana, todo en
un solo paquete. ¡Guao!
¿A quién sino a ti se le hubiera
ocurrido comprometer a la Misión Ciencia en la formación de 20 mil nuevos
doctores y 60 mil licenciados? Los científicos malhablados mencionaban un
programa de la Fundación Gran Mariscal de Ayacucho que ya existía desde 1974
para la formación de personal de alto nivel. ¡Qué va, mi sangre, nada como tu
programa! Que después nada de eso se hiciera realidad fue culpa de gusanos
traidores que no hacían caso a tus sabias indicaciones.
¿Qué me dices del satélite Simón
Bolívar, lanzado desde China en 2008? Se salió de órbita este año, dicen que
por impericia de los técnicos de la Agencia Bolivariana para Actividades
Espaciales (ABAE, en Guárico) para hacerte quedar mal, porque ahora las
comunicaciones de los venezolanos con el exterior (que iban por ese satélite)
son muy lentas, lugar 140 de 141 países, según Speedtest Global Index. Pero,
claro, esos son embustes de los gringos que siempre quieren desairar tu labor y
de esa oposición rastrera que dice que tú la censuras. Tenemos dos satélites más, el Miranda y el
Sucre. Dicen que habrá un cuarto, a llamarse Guaicaipuro. Te sugiero más bien
un nombre femenino, por aquello de la corrección política. ¿Qué tal Lina Ron?
Una de tus cumbres científicas fue
la creación de los proyectos Cuba-Venezuela. Mira tú, asere, que poner a
Venezuela de segundona fue toda una inspiración. Hubo proyectos en los que los
investigadores venezolanos (los guerrilleros de la ciencia, así nos llamaste)
pusieron esfuerzo, equipos y reactivos para luego ver sus datos publicados en
revistas cubanas con un único autor, el copartícipe cubano. Estoy segura de que
si lo hubieses sabido, habrías puesto orden en la casa. Tu fidelidad y la de tu
heredero a Venezuela por encima de Cuba están fuera de toda duda, que nadie
diga lo contrario.
Te botaste en el trato a las
universidades. Nos regalaste un artículo 109 de la Constitución que garantiza autonomía,
libertad de cátedra, expresión y pensamiento, y respaldo financiero para llevar
adelante su labor de formación de nuevas generaciones. Generoso como solo tú
sabes serlo, mi rey. Pero todo eso quedó como papel mojado porque la gente que
te rodea, muchos de ellos egresados de esas aulas, malucos y desagradecidos, te
hacen ver como el malo de la partida, echando todo para atrás.
Estamos en el siglo XXI del
conocimiento, la era de la ciencia, la tecnología y la innovación, se te hizo
saber. Al final, fue socialismo del siglo XXI, patria o muerte, Chávez vive, la
patria sigue. Mentira. Has muerto. Y la patria sigue por el despeñadero al que
la condujiste, desde que tú la asfixiaste con tu abrazo de amante. Ese es tu
legado. No otro, baby.
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