«Un bolívar de 1975 tiene un poder de compra 220.700.914.344 veces superior al que tendría a finales de marzo de 2020, esto es, 22 con 10 ceros a su derecha. Eso, si se usan los datos oficiales del Banco Central de Venezuela. Si utilizas los datos de inflación elaborados por la Comisión Permanente de Economía y Finanzas de la AN, el alucinante número anterior tendrías que multiplicarlo por 48, y recalar por ahora en 10,56 con 12 ceros a la derecha.
Opinión / jueves 07 de mayo de 2020
AL COMPÁS DE LA CIENCIA
GIOCONDA CUNTO DE SAN BLAS
ESTA EQUIVOCACIÓN DE LA HISTORIA
Corría el año 1979. José Ignacio
Cabrujas, esa notable figura de nuestro mundo cultural, inauguraba su obra
teatral “El día que me quieras”, en la que una vez más analizaba con ironía
cortante el país que le tocó vivir. Pío Miranda, personaje de la trama, fracasado
comunista de salón, machacón de consignas vacías (como casi todos ellos), declara
que ejercerá su ideología en la URSS, en un futuro siempre pospuesto, cuando se
irá de Venezuela, ese país que define con la frase que titula mi gacetilla de
hoy.
¿Qué pasaba en ese tiempo que
justificara el duro reclamo de Cabrujas? Luis Herrera Campins recibía la
Presidencia de la República para el período 1979-1984 de manos de Carlos Andrés
Pérez, con un discurso en el que declaraba recibir una Venezuela hipotecada,
con una economía desajustada y grandes desequilibrios, un país que él conduciría
hacia un bienestar saneado y pulcro, con una estabilidad monetaria en Bs. 4,30
por dólar y una reducción de la pobreza, que por esas fechas rondaba 40%. De
nada valió su juramento: cinco años más tarde, en trance de concluir su período
presidencial, Herrera se vio obligado a devaluar la moneda en 75%. A partir de
entonces la caída fue incesante, apurándose al abrir este siglo y exponencialmente
desde 2013, cuando el régimen implantó descabelladas políticas económicas que
han conducido a devaluación, reconversión e hiperinflación sin par de nuestro
signo monetario.
Enredada entre cifras, le pido a
Humberto García Larralde, ex presidente de la Academia Nacional de Ciencias
Económicas, que me ayude a calcular cuánto vale un bolívar de hoy en
comparación con su valor en los años setenta. «El cálculo que pides incluye la
inflación desde los 70, empalmando los índices referentes a los años base 1968,
1984, 1997 y 2007». Ahorraré al lector los detalles del cálculo del eminente
economista, para reducirlo a esta frase final: «Un bolívar de 1975 tiene
un poder de compra 220.700.914.344 veces superior al que tendría a finales de
marzo de 2020, esto es, 22 con 10 ceros a su derecha. Eso, si se usan
los datos oficiales del Banco Central de Venezuela. Si utilizas los datos de
inflación elaborados por la Comisión Permanente de Economía y Finanzas de la
AN, el alucinante número anterior tendrías que multiplicarlo por 48, y
recalar por ahora en 10,56 con 12 ceros a la derecha. Los intentos de
esconder esta pulverización del valor de la moneda por parte del régimen,
inventando los bolívares “Fuerte” y “Soberano” que quitaron 8 ceros a la unidad
monetaria no pueden ocultar esta realidad».
Este es el tamaño de nuestra
equivocación ante la historia, que no pudo percibir Cabrujas, fallecido
prematuramente en 1995. Una cifra inimaginable que nos ha conducido a todos a
la pobreza; que ha reducido ahorros, sueldos, salarios y pensiones de
jubilación a un chiste; que ha convertido en polvo el valor de las viviendas y
otras posesiones; que ha disuelto cualquier reivindicación laboral ganada a
pulso en años de trabajo, a través de convenios colectivos hoy ignorados; que
desconoce cualquier esfuerzo de superación intelectual que uno haga en aras de
un merecido ascenso social.
En enero de 1979, el salario mínimo
mensual equivalía a US$ 917; veinte años más tarde, Hugo Chávez recibía un país
cuyo salario mínimo se reducía a US$ 252, que a su vez contrajo a US$ 51 al
momento de su muerte. Hemos llegado ahora a mayo de 2020, en tiempos del
madurismo, a la ridícula cantidad de US$ 2,30 (dos dólares con 30 centavos)
como salario mínimo mensual para los trabajadores, en una caída precipitada
hacia la nada.
La Organización de Naciones Unidas
(ONU) ha definido a los pobres como aquellos que están por debajo del umbral de
US$ 1,90 diarios, es decir, US$ 57 mensuales. ¿Cómo designar a quienes solo
ganan dos dólares al mes? Dice la ONU que en todo el mundo unos 783 millones de
personas viven por debajo de ese umbral, dentro de los cuales queda incluida
87% de la población venezolana, 61% de los cuales en pobreza extrema, según los
estudios del proyecto Encovi.
“Si quieres destruir un país, destruye
su moneda”, decía Lenin. Ese y no otro es el legado de este régimen ante la
historia. Hoy en día, una vez disuelta la URSS y documentado el infinito
infortunio que la ideología comunista trajo al pueblo soviético (y al cubano,
dicho sea de paso), el drama de Cabrujas robustece su vigencia, inmersos como
estamos los venezolanos en “esta equivocación de la historia”. Ya no caben
sueños absurdos ni teorías vetustas para justificar la ruina económica,
educativa, cultural, científica y moral en la que estamos sumergidos.
Cuando esta trágica época termine
(nada es para siempre), los venezolanos deberemos valorar más lo que significa
ser ciudadano de un país, y trabajar juntos para el crecimiento de la nación,
que será también el nuestro personal.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario