Comienzo por agradecer a la directiva de Egresados UCV y al jurado calificador por otorgarme el Premio Alma Mater 2023 y a la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales por postularme. Un galardón que me abruma en muchos aspectos y obliga a reiterar mi fidelidad a la universidad venezolana en la defensa de sus principios y valores, de su autonomía, tan duramente golpeados en esta época oscura.
DISCURSO PREMIO ALMA
MATER 2023
Gioconda Cunto de San
Blas
1º de junio de 2023
Auditorio Tobías Lasser, Facultad de Ciencias, Universidad
Central de Venezuela, Caracas.
Contenido:
I.
Salutación
II. Catorce
años no es nada
III. ¿Formación
universitaria para cuál sociedad?
IV. Asumir
nuevos desafíos
V. Un
mensaje universitario para la sociedad
VI. A
la sombra de José María Vargas
Vocativos
Buenos días.
Dra. Cecilia García
Arocha, Rectora de la Universidad Central de Venezuela, y demás autoridades
universitarias que nos acompañan;
Prof. Carmelo Cariello,
Presidente de la Asociación de Egresados y Amigos UCV y demás miembros de la
directiva;
Dr. Ismardo Bonalde,
Presidente de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales,
miembros de la Junta de Directores y demás académicos de esta y otras Academias
Nacionales;
Dr. David Coll,
subdirector del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas;
Colegas, familiares y
amigos que me acompañan hoy en este emotivo acto.
I.- Salutación
Comienzo
por agradecer a la directiva de Egresados UCV y al jurado calificador por
otorgarme el Premio Alma Mater 2023 y a la Academia de Ciencias Físicas,
Matemáticas y Naturales por postularme. Un galardón que me abruma en muchos
aspectos y obliga a reiterar mi fidelidad a la universidad venezolana en la
defensa de sus principios y valores, de su autonomía, tan duramente golpeados
en esta época oscura.
Baste
leer la lista de la veintena que me ha precedido en este honor para sentirme
sobrecogida. En representación de ellos escojo tres para resaltar el punto:
Rafael
Cadenas, el gran poeta, Premio Alma Mater 2015, recipiendario de los más altos
reconocimientos de la lengua castellana, siendo el más reciente el Premio
Cervantes 2023; Simón Alberto Consalvi, Premio Alma Mater 2012, escritor,
historiador, periodista y político venezolano de dilatada labor; Susana
Raffalli, Premio Alma Mater 2019, especialista en seguridad alimentaria y
nutrición, dedicada a atender crisis humanitarias complejas en diversos países
y ahora en Venezuela. Los tres, grandes defensores de derechos humanos y de
valores democráticos y libertarios; los dos primeros, víctimas de cárcel y
destierro en tiempos de dictadura.
II.-
Catorce años no es nada
Recibo
este premio en un momento crucial para nuestra tricentenaria Universidad
Central de Venezuela. Luego de 14 años sin renovación de autoridades, la UCV
vive un período electoral a todos los niveles, a partir de una negociación que
abrió transitoriamente la puerta electoral, hasta ayer cerrada a cal y canto,
proceso que lamentablemente se ha visto diferido y empañado, luego de una
jornada bochornosa el pasado 26 de mayo que no ha hecho honor a la imagen
universitaria.
He
dicho bochornosa porque las respuestas insatisfactorias presentadas a la fecha
están lejos de justificar el caos vivido; bochornosa porque esa jornada
electoral en la UCV, nuestra máxima casa de estudios, estaba siendo observada
con atención por una ciudadanía desalentada por cinco lustros de maltratos
gubernamentales a todos los niveles, en especial el universitario, ciudadanía
que esperaba y espera una demostración palpable del poder del voto como vía
para transformar el país en uno de progreso en democracia y libertad.
Mientras
los encargados de llevar adelante el proceso electoral fallaron en su misión,
los electores, por el contrario, nos volcamos en masa, por encima de cualquier
expectativa, a hacer valer nuestra condición ucevista y ciudadana, nuestra fe
en la vía electoral para expresar ideas y resolver diferencias, luego de una
campaña electoral respetuosa, como corresponde a una comunidad pensante, en el
marco de la autonomía universitaria como garante del proceso.
Es
precisamente la autonomía universitaria, esa presa siempre codiciada por
gobiernos de toda laya a lo largo de nuestra historia, la que debe ser cuidada
y protegida en estos momentos, previniendo el surgimiento de intereses
mezquinos con intenciones antiautonómicas. Prudencia es la virtud a ser
practicada en el momento.
No ha sido éste un período fácil para nuestra universidad
y sus autoridades, a quienes agradezco sus esfuerzos, como tampoco lo es para nuestro país. Presupuestos ridículos;
sueldos ruinosos; laboratorios sin recursos para investigación; éxodo
profesoral; bibliotecas desactualizadas; son todos aspectos que han desdibujado
el perfil de nuestras universidades, asuntos que deberán ser atendidos con
urgencia por las nuevas autoridades, cuando éstas sean electas, si queremos
recomponer la ruinosa herencia y detener esa destrucción generada exprofeso en
las más altas esferas gubernamentales que, duele decirlo, ha conducido a las
instituciones universitarias venezolanas a los muy bajos índices académicos
internacionales de evaluación universitaria que hoy presentan. Esa es la universidad que recibirán las nuevas
autoridades, a quienes desde ya deseo éxito en su gestión, mientras admiro su
inmenso compromiso universitario para ofrecerse voluntariamente a guiar los
destinos de la UCV en estos tiempos farragosos para la institución, en una
Venezuela cuyo Índice
de Libertad Académica apenas alcanza a 0.20 sobre 1, muy por debajo de
0.77 exhibido por el promedio de países de América Latina y el Caribe.
La
ocasión electoral es, sobre todo, oportunidad para mirar al futuro. Catorce
años son demasiados en esta era 5.0 que se mueve con rapidez pasmosa. ¿Qué ha
pasado en el mundo desde 2008, cuando las autoridades salientes de hoy eran
entrantes? Tantas cosas en ciencia, tecnología e innovación en tan poco tiempo que
la década de los años 2010 y algo más ha sido llamada la “década de la
disrupción”. YouTube comenzó apenas en 2008, WhatsApp en 2009, Zoom en 2012. En
2009 aparecieron las criptomonedas y el blockchain, esta
última una tecnología encriptada de extremo a extremo que entre muchos otros
usos y en años recientes, está sustituyendo con éxito tecnologías obsoletas de
uso electoral.
2012
es el año de CRISPR, herramienta de edición genética que en estos últimos años
se está usando en terapias génicas para corregir defectos congénitos que
conducen a enfermedades incapacitantes.
¿Y qué
decir de la velocidad con que han sido desarrolladas las vacunas contra el
virus Sars-Cov-2, agente causal de Covid? Bastó poco más de un año para que la
pandemia, declarada en marzo de 2020, comenzara a ser controlada con la
aplicación masiva de unas 10 vacunas autorizadas para su uso.
Y a
partir de 2021, la puesta en órbita del telescopio James Webb, que nos está
regalando un espectacular mundo sideral hasta ahora desconocido.
Por
supuesto, inteligencia artificial y todos sus derivados, como el Chat
GPT y otros modelos de lenguaje entrenados para realizar una amplia
variedad de tareas, que sin duda están cambiando la forma de trabajar, enseñar,
aprender e investigar, y que al trastocar paradigmas de la vida universitaria,
obliga a un reentrenamiento en la función aprendizaje-enseñanza y en otros
aspectos de la vida universitaria. Y en el lado negativo, la inteligencia
artificial, utilizada para el control social que imponen las dictaduras de todo
pelaje. Tanto así que personajes ligados a la creación de estas plataformas
piden ahora una intervención de los gobiernos del mundo para asegurar que tales
herramientas protejan y respeten los derechos y las libertades de los
ciudadanos.
Este
mundo, 14 años más tarde, es de enormes progresos científico-tecnológicos que nos
enfrentan a grandes desafíos éticos por resolver y en ese terreno, las ciencias
humanísticas y sociales juegan un papel preponderante. El mundo que enfrentarán
las nuevas autoridades universitarias a partir del próximo 14 de julio es ese otro
y toca amoldarse a él, en una Venezuela que desde hace casi cinco lustros está
siendo gobernada en reversa, como la guagua de Juan Luis Guerra.
Aggiornamento,
puesta al día, deberá ser lema de la nueva gestión. No es poco el desafío. Tocará
seguir los consejos de la Reina Roja a Alicia, cuando le dijo «¡Un país
bastante lento el tuyo! Aquí, en el país de las maravillas, hace falta correr
cuanto uno pueda para permanecer en el mismo sitio. Si se quiere llegar a otra
parte hay que correr por lo menos dos veces más rápido».
En ese
correr apurado, es necesario un cambio con certidumbre, al decir de Gustavo
Villasmil Prieto, quien en artículo reciente invoca al eximio profesor
ucevista Manuel García Pelayo al recordar las cinco cualidades que éste señalaba
para cualquier político (y las autoridades universitarias lo son, sumados a su
condición académica), cualidades que resumo en lo siguiente: saber qué se quiere y qué se puede, saber qué
hay que hacer, cuándo y cómo hacerlo.
No es
poco el desafío. No es poco porque todo eso debe hacerse en una universidad que
forma parte de un país sumergido, como sabemos, en una crisis social profunda
que abarca todos los renglones de la vida nacional. Además, vistos los
acontecimientos recientes, una universidad que deberá replantearse su
modernidad en ese contexto internacional de evoluciones increíbles y vertiginosas
en el terreno de la ciencia, la tecnología y la innovación, con nuevos enfoques
éticos, como someramente hemos dibujado.
III.- ¿Formación universitaria
para cuál sociedad?
Mientras
esos avances ocurren fuera de nuestras fronteras, aquí nuestras universidades
reciben bachilleres con serios problemas de comprensión lectora y preparación
deficiente en las matemáticas básicas, lo cual ha obligado a las universidades
a asumir obligaciones ajenas y organizar cursos propedéuticos en afán de
nivelar a los nuevos estudiantes.
Una
vez nivelado, ¿qué estudiante debemos formar?, ¿para
cuál sociedad? Según informes del Banco Interamericano de Desarrollo al
visitar escuelas de la región en 2018, en la mayoría de ellas se veía a los
maestros enseñando las mismas materias que se enseñaban en 1918, en el mismo
estilo y con el mismo contenido: lectura, escritura, matemáticas, ciencia, historia
e idiomas. Mientras tanto, la cuarta revolución industrial, la sociedad 5.0 del
conocimiento, se mueve a ritmo exponencial fuera de nuestras fronteras en
procura de cumplir en los próximos 7 años con la Agenda 2030 para el Desarrollo
Sostenible, que gira alrededor del Plan Estratégico del Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), esto es, desarrollo sostenible,
gobernabilidad democrática, consolidación de la paz y resiliencia ante el clima
y los desastres naturales.
En ese
contexto de cambio ya en marcha, se calcula que 65% de los niños que están
comenzando estudios primarios tendrán en su madurez ocupaciones inexistentes
hoy en día. Esto impone la necesidad de preparar las estructuras educativas,
especialmente las universitarias, con capacidad para cubrir la creciente
demanda de trabajos
hoy inexistentes o muy minoritarios. Según el Informe
Global de Competencias Verdes 2022 de LinkedIn, las ofertas de trabajo en
energías renovables y medio ambiente en Estados Unidos en los últimos cinco
años han aumentado 237%, en contraste con 19% en el sector de los combustibles
fósiles. Es una tendencia de alcance global también manifestada en el Informe
sobre el Futuro
del Empleo 2023 del Foro Económico Mundial, según el cual se espera que
alrededor de un 23% de los puestos de trabajo cambien de aquí a 2027, apenas 4
años, con la creación de 69 millones de empleos hasta hoy inexistentes y la
eliminación de otros 83 millones ya innecesarios. No extraña, entonces, que
haya aflorado preocupación por las crecientes dificultades para cubrir empleos,
particularmente notorio en perfiles técnicos relacionados con las nuevas
tecnologías y el sector ambiental. Para que la universidad cumpla su papel en
este escenario cambiante, se requiere entonces renovación curricular y
estructural que la adecúe a la flexibilidad de la sociedad del conocimiento,
fluyendo a partir de las inter- multi- y trans-disciplinas. Ya nada está en
compartimientos estancos. Los muros caen.
¿Quiénes
serían los docentes-investigadores para enfrentar tales cambios curriculares?
Para empezar, los profesores universitarios que permanecen en las instituciones
y los jóvenes que pudieran incorporarse, previa adecuación a los cambios
mencionados y solventados los temas financieros salariales y de apoyo a
laboratorios. Un profesorado que en el último lustro se ha visto reducido en un
50% por abandono de la carrera universitaria o por éxodo, en busca de mejor
fortuna en otros horizontes. ¿Qué decir de los 7 millones de venezolanos en la
diáspora, de los que unos
2 millones poseen títulos universitarios en diferentes niveles, muchos
insertados en el mundo académico y de investigación en sus países de adopción?
¿Cuántos de ellos estarían dispuestos a colaborar desde allá en la
revitalización aquí de sus respectivas casas de estudio a través de proyectos
conjuntos, cursos de alto nivel a distancia o presenciales, pasantías cortas de
estudiantes venezolanos en sus laboratorios o empresas, en temas de avanzada en
la ciencia mundial? Cursos e intercambios que, por cierto, deberían hacerse con
alcance interuniversitario, para el provecho colectivo de los docentes,
investigadores y estudiantes de las distintas casas de estudio, reactivando e
incrementando lo que alguna vez llamamos postgrados integrados.
IV.- Asumir nuevos desafíos
El
tiempo nos limita para hablar de muchos otros asuntos pendientes que
seguramente están en las mentes de los candidatos a ser las nuevas autoridades
ucevistas en un futuro próximo. Algunos serán difíciles de abordar, no
solamente por las tensiones internas provocadas por cambios no siempre
bienvenidos por los entusiastas de la inmovilidad, atados al ancestral instinto
territorial de los primates, sino sobre todo por la atmósfera externa adversa, provocada por un
régimen que hasta ahora se ha mostrado contrario al crecimiento armónico de la
sociedad. En todo caso, las autoridades entrantes deberán conciliar y trabajar
junto a esa comunidad universitaria que se ha expresado, y aprovechar también
las propuestas sensatas de los demás candidatos. Sumar esfuerzos será consigna
para el momento.
La
firme convicción de que en un futuro no lejano podremos disfrutar nuevamente de
libertades y derechos humanos y civiles, nos permite visualizar esa Venezuela
de progreso, insertada en la cuarta revolución industrial, en el mundo
globalizado que ya hoy en día se expresa en países desarrollados o en vías de
desarrollo. Mantenernos atentos a los cambios nos permitirá influir en el
camino a seguir de tal forma que el futuro, que es hoy, no nos encuentre paralizados
por el desconcierto. En esa ruta, el papel de las universidades es crucial.
V.- Un mensaje
universitario para la sociedad
En
pocos días volveremos a la UCV para ratificar nuestra fe democrática, nuestra
convicción en el valor del voto, nuestro amor ucevista. Volveremos a venir en
masa a expresarnos, tantas veces como sean necesarias. Es obligación reiterar
nuestra convicción autonómica, nuestra voluntad indeclinable de ser factores de
cambio para esta sociedad maltrecha por casi 25 años de destrucción
institucional a todos los niveles, llevados adelante por un régimen que ha
visto en el conocimiento, en el estudio, el enemigo a destruir.
Hacer
una campaña limpia, de respeto hacia y entre los participantes de las diversas
tendencias, ha sido y es un ejemplar ejercicio en democracia. No obstante, la
perturbación del proceso a partir de la insatisfactoria actuación de la
comisión electoral podría apuntar contra la universidad en su más sagrado
valor: la autonomía universitaria. Mantenernos atentos a esta eventualidad será
deber nuestro.
VI.- A la sombra de José María Vargas
Cierro
mis palabras con una invocación a la historia. En 1827 Simón Bolívar había
aceptado la propuesta del Claustro de la Real y Pontificia Universidad deCaracas, creada el 21 de diciembre de 1721 por Real Cédula de Felipe V, de
cesar «la prohibición que imponen los antiguos estatutos de la Universidad de
Caracas de elegir para el rectorado de la Universidad a los doctores en
Medicina y a los del estado regular». Así Bolívar abre camino a lo que desde
entonces conocemos como Universidad Central de Venezuela y el claustro elige a José
María Vargas como su primer Rector. ¿Su misión? Nada menos que transformar la
universidad monárquica en una republicana, a partir de una concepción liberal
que favoreció el talento y las credenciales como únicos requisitos para el
ingreso a las aulas.
Casi
doscientos años más tarde, las nuevas autoridades de la UCV que saldrán electas
en el proceso en curso, tendrán retos de similar magnitud para sacudir
estructuras vetustas y montar la institución en el carro del progreso, a la
altura de los retos de la sociedad del conocimiento en el siglo XXI. Con el
concurso de su comunidad y la de sus egresados, y con el apoyo generoso de la
sociedad venezolana, aquí y afuera, ávida de progreso y cambio, las nuevas
autoridades estarán en el camino de lograrlo desde la silla de Vargas. No me
cabe duda.
Muchas
gracias.
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