Si el siglo XX trajo un progresivo avance en la prevalencia de la democracia sobre otras ideologías (comunismo, fascismo, nacionalismos), el siglo XXI, por el contrario, es la historia en reverso.
Opinión / jueves 18 de noviembre de 2021
https://talcualdigital.com/democracia-bajo-asedio-por-gioconda-cunto-de-san-blas/
GIOCONDA CUNTO DE SAN BLAS
En
pocos días, los venezolanos enfrentaremos una nueva elección, regional y local,
para escoger nuestros representantes en gobernaciones, alcaldías, asambleas
legislativas y concejos municipales. Con una oposición dividida, que además
viene de arrastrar una política errada de negación del voto como instrumento
principal en la lucha por el rescate de la democracia, tendremos que insistir
en estos días sobre la necesidad de enfrentar al régimen a punta de marcar cada
papeleta digital en la máquina de votación con nuestra opción contraria, que
indique de manera diáfana nuestro rechazo al statu quo.
Que
vivimos en dictadura lo sabemos. Lo ratifica Freedom House, esa organización que desde 1973 evalúa los derechos
políticos y libertades cívicas alrededor del mundo. En su reporte 2021,
de cuyo título me he apropiado para encabezar este texto, Freedom House evalúa el estado de la democracia en más de 180
países, y destaca que en los últimos 15 años Venezuela ha sufrido la pérdida de
40 puntos sobre 100, para ubicarse en apenas 28 tantos, por debajo de Islandia
(96), Costa Rica y Canadá (87), Argentina (71), Brasil (64), Colombia (61) o
México (60), ubicándonos más bien al fondo de la escala, en compañía de China
(10), Irán (16), Cuba (21), Vietnam (22) o Arabia Saudita (24), en una vecindad
que para nada nos enorgullece.
«Esperanzas
rotas» es la expresión de Freedom House
para calificar el descalabro sufrido por 6 países, de los que se esperaba en el
pasado un avance sin pausa hacia sociedades cada vez más democráticas. Uno de
ellos, lamentablemente, Venezuela. Y ahora la pandemia, con su terrible secuela
de muertes, enfermedad y bancarrotas financieras, sumó también déficits
democráticos, sobre todo «de Venezuela a Cambodia, cuyos gobiernos
dictatoriales explotaron la crisis para aplastar a la oposición y fortificar su
poder».
Si
el siglo XX trajo un progresivo avance en la prevalencia de la democracia sobre
otras ideologías (comunismo, fascismo, nacionalismos), el siglo XXI, por el
contrario, es la historia en reverso. Así lo comenta Anne Applebaum,
destacada periodista y analista norteamericana/polaca, autora de varios libros
sobre la marcha de la democracia en el mundo, el más reciente, «El ocaso de la democracia. La
seducción del autoritarismo». Relatando una
historia para nosotros harto conocida y vivenciada, la autora describe a las
autocracias de este siglo no como las encabezadas antaño por el muchacho malo
que en solitario se alzaba con el poder, sino más bien como sofisticadas redes
de estructuras financieras cleptocráticas, servicios de seguridad (militares,
policías, grupos paramilitares) y agrupaciones fuera de la ley, redes que
además enlazan con gobiernos similares, unidos por negocios y no por ideales,
lo que Applebaum llama «Autocracy Inc.», asociación que otorga a sus miembros
dinero, seguridad y sobretodo, impunidad.
De
esa forma, «Autocracy Inc.» apoyaría al régimen: préstamos e inversiones
petroleras de Rusia y China, negocio del oro con Turquía, consejeros cubanos en
seguridad, y actividades ilegales para corromper a miembros de la nomenclatura
con toda clase de lujos. Como si fuera poco, se aseguran entre ellos de ser
nombrados en altos cargos de los organismos internacionales para socavarlos
desde adentro. De otra manera ¿cómo se explica la presencia de China, Cuba, Pakistán
o Venezuela en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, países
con amplias y documentadas falencias en la materia de dicho Consejo?
Hace
medio siglo, Venezuela era tenida en el mundo como una democracia en ascenso,
de la cual pudimos sentirnos orgullosos, sobre todo cuando nos comparábamos con
las despiadadas dictaduras del sur del continente. Ahora, la evaluación sobre
nuestro país viene dada por juicios tan duros como los expresados por la periodista
al citar a Srđa Popović, biólogo
y activista serbio por la democracia, quien ha bautizado como «Modelo Maduro» a
los gobiernos autocráticos dispuestos a pagar el precio de convertirse en
estados fallidos, aceptando colapso económico, aislamiento y pobreza masiva si
eso se requiere para permanecer en el poder. Ejemplos de modelo Maduro, además
de Venezuela: Siria y Afganistán.
Ante
este panorama ¿vale la pena seguir luchando? Por supuesto que sí, más que
nunca, porque si nos consideramos ciudadanos, debemos actuar como tales, lo que
involucra, entre otras acciones, participar en la vida ciudadana a través del
voto.
La
democracia
es una criatura frágil que no solo debe ser luchada para conseguirla sino,
sobre todo, cultivada permanentemente para mantenerla, habida cuenta de las
persistentes amenazas en su contra, o rescatarla cuando se nos escamotea, como
es el caso venezolano. Un paso en este sentido será votar el 21 de noviembre.
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