Tal como lo expresa la UNESCO en este extensísimo informe 2021 cargado de datos e informaciones, “la ciencia se ha convertido en sinónimo de modernidad y competitividad económica, e igualmente de prestigio”.
Opinión / jueves 17 de junio de 2021
Imaginemos por un momento que vivimos en la Sociedad 5.0, en la que ciudades “verdes” ayudan al control del calentamiento global, donde las tecnologías de comunicación aportan a la creación de infraestructuras inteligentes de manejo energético o tecnologías digitales para proveer servicios fundamentales en áreas remotas, todo con el apoyo de robótica e inteligencia artificial.
Una sociedad super inteligente donde vehículos
autónomos y drones traerán productos y servicios a la puerta de tu casa, un
robot la limpiará, la nevera revisará las condiciones de los alimentos
almacenados, tractores autónomos segarán los campos y sistemas cibernéticos mantendrán
las calles en perfectas condiciones.
Parece ciencia ficción ¿verdad? Pues eso y más es lo
que se ha propuesto Japón en su plan Sociedad 5.0, un programa a largo plazo que
integra espacio físico con ciberespacio, luego de haber superado la sociedad
cazadora (Sociedad 1.0), la agrícola (2.0), la industrial (3.0) y la
informática (4.0). Un proyecto que apunta a la inteligencia artificial para su
uso en todos los servicios, incluyendo las tres áreas prioritarias de la
Sociedad 5.0: salud, movilidad y productividad.
Más modesto, aunque en la misma onda, va Camerún con
su Plan Estratégico Digital 2020, que ha incluido el emprendimiento de un
centro de alta tecnología especializado en robótica, manufactura digital y
visión por computación asistida, único en el África subsahariana.
Datos como estos y muchos más se encuentran en el
extenso informe 2021 sobre la ciencia en el mundo (más de 700 páginas),
publicado por la UNESCO el pasado 11 de junio, bajo el subtítulo que aquí tomo
para encabezar esta gacetilla. Un informe que documenta la rápida
transformación en marcha de las sociedades humanas en su conjunto, con la
mirada puesta en nuevas posibilidades socioeconómicas, al tiempo de corregir desigualdades
sociales que exigirán la adopción de medidas de protección.
Para estar a tono con la sociedad del conocimiento que
caracteriza al siglo XXI, y alinearse con los Objetivos del Desarrollo
Sostenible 2015-2030 (ODS), la UNESCO propone que todos los países inviertan al
menos 2% de su producto interno bruto (PIB) en investigación e innovación, si quieren
emprender con éxito la doble transición “verde” y digital que exigen los
tiempos que corren.
Transición que requiere el uso de plataformas claves
en tecnología digital. Inteligencia artificial, el internet de las cosas,
robótica industrial, impresiones 3D, electrónica híbrida, fotónica,
biomanufacturas, blockchain, tecnologías cuánticas, biomedicina, nanotecnologías,
son apenas algunas de las claves para avances actuales y futuros.
Desde 2014 ya son más de 30 los países que han
incrementado su gasto en investigación, de conformidad con el compromiso que
contrajeron para alcanzar los ODS. A pesar de este avance, los países del G20
capitalizan nueve décimos de las inversiones en investigación, personal de
investigación, publicaciones y patentes, al tiempo que ocho de cada diez países
del mundo apenas dedican a ciencia, tecnología e innovación (CTI) menos del 1%
de su PIB, perpetuando así su dependencia de las tecnologías procedentes del
extranjero.
Entre los países desarrollados, puntea Israel con
4.95% de su PIB dedicado a CTI, seguido entre otros por Corea del Sur 4.53%,
Japón 3.26%, Alemania 3.09%, Estados Unidos 2.84%, China 2.19%, Unión Europea
2.02%, Reino Unido 1.72%, Canadá 1.57%. De los países de América Latina, Brasil
1.26%, Argentina 0.54%, México 0.31%.
De Venezuela se indica que en 2016 dedicaba 0.69% de
su PIB a CTI, a la vez de señalar que el severo éxodo de venezolanos al
exterior y la recesión que ha hundido la economía del país han afectado la
productividad del sector CTI, lo cual se refleja en una caída de 24% en el
número de publicaciones originadas en Venezuela durante el período 2015-2019.
Mientras tanto México, a pesar de la baja contribución a CTI en su PIB, se ha
convertido en el 9º país del mundo en automatización, contando con 5.700 robots
industriales instalados, la mitad de ellos en el sector automotor.
Transformaciones de este tipo exigen creatividad y
espíritu de innovación, a la vez que inversión de más cantidad de recursos
materiales y humanos en la investigación hacia sectores estratégicos. Mirar a
la distancia para fijarse metas a largo plazo mientras se solucionan los
problemas del día a día es la enseñanza que nos queda de países como Japón, planificando
su desarrollo con la vista puesta en la Sociedad 5.0.
Tal como lo expresa la UNESCO en este extensísimo
informe 2021 cargado de datos e informaciones, “la ciencia se ha convertido en
sinónimo de modernidad y competitividad económica, e igualmente de prestigio”.
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