Cuando retomemos la senda del progreso, no bastará con los científicos locales que con gran esfuerzo se superan en medio de condiciones rudas de trabajo. Es de esperar que los científicos y tecnólogos venezolanos insertados en países desarrollados tengan la generosidad de contribuir, así sea por vía digital, en la fundación de ese país moderno que espera por nosotros.
https://www.nytimes.com/2021/02/24/science/nasa-mars-parachute-code.html
El 20 de julio de 1969, 530 millones de terrícolas
compartimos asombrados por televisión una hazaña científico-tecnológica
histórica, el viaje de la nave Apolo 11 a la luna y la caminata de dos de sus
tres tripulantes, Neil Armstrong y Edwin Aldrich, sobre la superficie lunar. “Un pequeño paso para el hombre, un gran
salto para la humanidad” dijo entonces Armstrong. Tenía razón.
La
revolución científico-tecnológica que significó ese viaje, los avances en
astrofísica, matemáticas, comunicaciones, por citar unos pocos, derivaron en tecnologías
para la vida diaria. Los alimentos liofilizados, la TV satelital, los equipos
médicos de imágenes, los controles remotos, los GPS son apenas unos pocos
ejemplos de aplicaciones terrestres nacidas de los desarrollos necesarios para
ese viaje a la luna.
El
pasado jueves 18 de febrero de 2021 los terrícolas volvimos a maravillarnos.
Perseverance, el vehículo lanzado el 30 de julio de 2020, llegó a su destino en
Marte luego de viajar 470 millones de kilómetros, amartizando en el cráter
Jezero donde los científicos creen que hace 3.500 millones de años hubo ríos
que acogieron alguna forma de vida. De nuevo, los progresos científicos para
hacer posible ese viaje y su exitoso final resumen un nuevo salto tecnológico
que al igual que el viaje del Apolo 11, trae novedades de aplicación para la
vida diaria en nuestro planeta.
“La
ciencia se nos adelantó demasiado, con demasiada rapidez” dijo alguna vez Ray
Bradbury en sus “Crónicas marcianas”. No solo en el espacio infinito, como
vemos. En el polo opuesto de lo microscópico, mientras Perseverance viajaba airosamente
hacia su destino interplanetario, aquí en la Tierra los científicos de lo
diminuto rompían barreras. Las urgencias de la pandemia que desde principios de
2020 puso a la humanidad en una encrucijada de vida o muerte, y que para el
momento en que esto escribo contabiliza 114 millones de contagiados y 2,54
millones de muertes, ha hecho posible que en menos de un año los científicos sirvieran
a la humanidad con varias vacunas que harán posible en corto tiempo la
inmunidad requerida para que la trasmisión del coronavirus SARS-CoV-2, agente
de la COVID-19, disminuya en tiempo record.
En
paralelo con los avances tecnológicos en el desarrollo de los viajes
espaciales, la “nueva normalidad” impuesta por el ultramicroscópico virus también
está obligando a una transformación digital acelerada que abarca la dependencia
cada vez mayor de ancho de banda de alta velocidad para la educación y el
trabajo remotos, la automatización de procesos empresariales y la inteligencia
artificial en ellos, el internet de las cosas, big data, impresiones 3D,
robótica, edición genética, nanotecnología... Son avances generados en pocos
países, aquellos con un índice de preparación (readiness
index, RI) favorable (en una escala de 0 a 1, RI Norte América 0,95; Europa
Occidental 0,90), contra el rezago de países menos desarrollados (RI América
Latina 0,37; África del Norte 0,30).
Estar
a tono con esas metas requiere un enorme esfuerzo en la preparación de las
nuevas generaciones en las fronteras tecnológicas que desde ya forman parte de la sociedad del conocimiento. Formar a los niños para hacerlos competentes en ocupaciones
inexistentes hoy, en un mundo dominado por la cuarta revolución industrial
(4RI), resulta así un desafío formidable.
¿Está Venezuela preparada para ese salto tecnológico? Mucho me temo que no. La involución vivida en los últimos 22 años nos da pocas esperanzas de salir airosos en el mundo de la 4RI, por lo menos en el corto plazo. Salvo reducidos grupos en universidades e institutos de investigación y pocas empresas, es poco lo que Venezuela está haciendo para garantizarse un futuro a la par de los avances tecnológicos mundiales.
Cuando retomemos la senda del progreso, no bastará con
los científicos locales que con gran esfuerzo se superan en medio de
condiciones rudas de trabajo. Es de esperar que los científicos y tecnólogos
venezolanos insertados en países desarrollados tengan la generosidad de contribuir,
así sea por vía digital, en la fundación de ese país moderno que espera por
nosotros.
Para
ingresar en la atmósfera martiana, el Perseverance tuvo que abrir un paracaídas.
A la vista de todos quedó su cara interna luciendo un diseño en rayas naranjas
y blancas, en realidad dos mensajes en código binario que, descifrados, leían las coordenadas GPS del
laboratorio de la NASA y una frase de Theodore Roosevelt, “atrévete
a grandes cosas”, como invitación a soñar y hacer realidad tales sueños.
Eso mismo nos tocará hacer a nosotros, los venezolanos de estos tiempos, para
llegar al futuro que espera por nosotros.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario