Durante una pandemia, las vacunas y los antivirales no pueden ser
vendidos solo a quien pague más; ellos deben estar disponibles a precios
accesibles a quienes están en el centro de la pandemia y en la más notoria
necesidad. Este es un asunto no solo de hacer lo humanamente correcto sino que
es la estrategia científica para cortar la expansión de la pandemia.
Opinión / jueves 05 de marzo de 2020
https://talcualdigital.com/covid-19-en-boca-de-todos-por-gioconda-cunto-de-san-blas/
AL COMPÁS DE LA CIENCIA
GIOCONDA CUNTO DE SAN BLAS
Hace muchos años leí una novela de ciencia
ficción llamada “La enzima de Matusalem”. He olvidado su autor y no siendo de
las novelas más conocidas en esta rama literaria, tampoco he podido dar con
ella en el mundo infinito de internet. Su trama giraba alrededor de un grupo de
bioquímicos que, puestos en la búsqueda de la fuente eterna de la juventud cual
Ponce de León del siglo XX, dieron con un compuesto que prolongaba la vida a
perpetuidad.
El caso es que una vez purificado este producto, llamado muy apropiadamente “la enzima de Matusalem”, los grupos económicos y políticos poderosos secuestran a los científicos para garantizar que la poción mágica, suerte de agua lustral, no cayera en manos del populacho sino que fuese reservada para estos personajes arrogantes, centrados en su creencia de que solo ellos tenían derecho a disfrutar de los avances de la ciencia y en este caso, de dominar el mundo por los siglos de los siglos.
El caso es que una vez purificado este producto, llamado muy apropiadamente “la enzima de Matusalem”, los grupos económicos y políticos poderosos secuestran a los científicos para garantizar que la poción mágica, suerte de agua lustral, no cayera en manos del populacho sino que fuese reservada para estos personajes arrogantes, centrados en su creencia de que solo ellos tenían derecho a disfrutar de los avances de la ciencia y en este caso, de dominar el mundo por los siglos de los siglos.
No recuerdo el final de la novela. Pero
ella me vino a la mente al leer un escrito publicado hace pocos días en la
prestigiosa revista The
New England Journal of Medicine sobre la respuesta que deben tener la
comunidad científica y los gobernantes hacia la pandemia del Covid-19. Que el
artículo venga bajo la firma de Bill Gates añade un interés adicional a su
contenido.
En dicho editorial se insiste en la crisis
que está causando el coronavirus Covid-19 y la pandemia que va extendiéndose
por el planeta. Los datos hasta ahora indican que el riesgo de fatalidad está
alrededor del 1%, lo cual lo ubica entre la pandemia de influenza de 1957
(0,6%) y la de 1918 (2%), con el agravante de que puede ser trasmitida por
personas sin síntomas de la enfermedad, lo cual hace más difícil su contención
geográfica. De hecho, Covid-19 ya ha causado 10 veces más casos que el SARS en
cuatro veces menos tiempo.
Bajo esas premisas, el presidente de la
Fundación Bill y Melissa Gates llama a reflexionar para evitar que ocurra lo
que pasó con los bioquímicos descubridores de la enzima de Matusalem. A fin de
frenar la expansión del virus en las próximas semanas, los gobiernos de países
desarrollados, además de cuidar a sus propios pueblos, deben ayudar a los más
pobres a fortalecer sus sistemas precarios de salud pública, en el entendido de
que los procesos infecciosos no conocen de barreras geográficas ni de
nacionalidades.
En estos momentos, grandes laboratorios
especializados están ensayando ocho candidatos prometedores a convertirse en
vacunas. Si algunas de ellas resultaren seguras y efectivas en modelos
animales, podrían estar listas para ensayos a larga escala en junio. De ser
así, es indispensable que las naciones ricas apoyen a las más pobres para que
la protección llegue a todas ellas y la pandemia pueda controlarse. Hablamos de
miles de millones de dosis en pocos meses, un desafío que presenta obstáculos
técnicos, financieros, diplomáticos y burocráticos, a la vez que una
colaboración estrecha entre los sectores privado y público.
Insiste Gates en su artículo y lo apoya
con un importante respaldo monetario a través de la Fundación Bill y Melinda
Gates, que durante una pandemia, las vacunas y los antivirales no pueden ser
vendidos solo a quien pague más; ellos deben estar disponibles a precios
accesibles a quienes están en el centro de la pandemia y en la más notoria
necesidad. Este es un asunto no solo de hacer lo humanamente correcto sino que
es la estrategia científica para cortar la expansión de la pandemia.
¿Cómo calificamos los venezolanos a los
ojos de los organismos internacionales públicos o privados para tener acceso a
cualquier medicación que se genere contra el Covid-19? ¿La Fundación Gates nos
incluiría dentro de los países ricos, como alguna vez creímos ser? ¿O, por el
contrario, estaríamos en la categoría de país pobre, como lo constatamos a
diario quienes aquí vivimos?
Desde las altas esferas nos dicen que ya
tienen kits donados por la Organización Panamericana de la Salud para el
diagnóstico efectivo del virus, ojalá que así sea. Nos quieren engañar al hablar
de cepas mutadas por el imperio en guerra biológica contra China, y al tiempo
crean una comisión presidencial para atender la amenaza del coronavirus, a la
cabeza de la cual han puesto una ficha de partido sin ninguna preparación o
instrucción en temas médicos o de salud pública.
Visto esto y dadas las condiciones de
nuestro destartalado sistema de salud, debemos prepararnos cada quien en
nuestras comunidades para la eventual llegada a Venezuela del Covid-19. En los
Altos MIrandinos ya andamos en eso…
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