Celebramos el Día del Profesor Universitario. La fecha escogida no es producto del azar. El 5 de diciembre de 1958 Edgar Sanabria, Presidente de la Junta de Gobierno encargada de la República a la caída de quien creímos sería el último dictador, sancionó el Decreto Ley N° 458 que regularía la vida universitaria hasta el 8 de septiembre de 1970 cuando se aprobó la Ley de Universidades todavía vigente. En ambos documentos se estableció la autonomía como principio rector de las universidades venezolanas, un principio que luego fue refrendado con más firmeza que nunca en el artículo 109 de la actual Constitución Nacional de 1999.
https://www.el-carabobeno.com/comunidad-la-usb-indignada-imposicion-vicerrector-cnu/
DISCURSO
EN EL ACTO DE ENTREGA DEL PREMIO SIMÓN BOLÍVAR
OTORGADO
POR LA ASOCIACIÓN DE PROFESORES DE LA
UNIVERSIDAD
SIMÓN BOLÍVAR (APUSB)
Gioconda
Cunto de San Blas
Viernes
6 de diciembre de 2019
Casa
del Profesor, USB
Vocativos…
Debo
comenzar expresando mi gratitud a la Asociación de Profesores de la Universidad
Simón Bolívar, en particular a su presidente William Anseume y demás miembros
de la directiva, así como al jurado evaluador por haber visto en mí algún
mérito que justifique un galardón que me abruma por lo distinguido y obliga una
vez más a reiterar mi fidelidad a la universidad venezolana en la defensa de
sus principios y valores, de su autonomía, tan duramente golpeados en esta
época oscura que nos ha tocado vivir.
Celebramos
el Día del Profesor Universitario. La fecha escogida no es producto del azar. El
5 de diciembre de 1958 Edgar Sanabria, Presidente de la Junta de Gobierno
encargada de la República a la caída de quien creímos sería el último dictador,
sancionó el Decreto Ley N° 458 que regularía la vida universitaria hasta el 8
de septiembre de 1970 cuando se aprobó la Ley de Universidades todavía vigente.
En ambos documentos se estableció la autonomía como principio rector de las
universidades venezolanas, un principio que luego fue refrendado con más firmeza
que nunca en el artículo 109 de la actual Constitución Nacional de 1999.
Fue
Alfonso X, llamado el Sabio, a mediados del siglo XIII, ya fundadas las
universidades de Bologna en 1088, Sorbona en 1150, Cambridge hacia 1209 o Salamanca
en 1218, por citar unas pocas, quien sentó las bases para lo que más tarde tomó
cuerpo como autonomía universitaria. Efectivamente, en las Partidas de Alfonso
el Sabio, en particular la Partida Segunda, Título 31, dedicada a “los estudios
en que se aprenden los saberes, y de los maestros y de los escolares”, se
enumeran las artes, gramática, lógica, retórica, aritmética, geometría, música
y astronomía, requeridos para formar parte de la instrucción de “hombres sabios,
que de ellos se aprovechan y se guardan los reinos y las tierras y se guían por
consejo de ellos” (1). De manera que el concepto autonómico tiene abolengo.
En
esas universidades medievales, el poder del Rector y del Maestrescuela, especie
de vicerrector administrativo, era apenas compensado por la periódica
intervención del Rey, que regularmente salvaguardaba la autonomía de la
Universidad (¡quién lo hubiera dicho!) frente a las desmedidas ambiciones de la
Iglesia, la nobleza o los ayuntamientos (2). Poco a poco, el gobierno rectoral
estudiantil medieval fue decantándose en el Claustro Universitario y es esta
estructura autonómica la que hereda la Universidad de Caracas, creada por Real
Cédula de Felipe V en 1721.
Haciendo
breve una larga historia de tres siglos, a cumplirse el 22 de diciembre de
2021, destaquemos el año 1827 cuando Simón Bolívar aprobó los Estatutos
Universitarios con el apoyo del Claustro de la Universidad de Caracas, dirigido
entonces por quien ha sido uno de nuestros grandes próceres civiles de todos
los tiempos, el Rector Dr. José María Vargas. En dichos Estatutos
Universitarios se ratificó la anterior disposición real de 1784 para la
elección del Rector en Claustro de Doctores, liberándose además los requisitos
de acceso al cargo, al permitirse la elegibilidad de los Doctores en Medicina y
de los Doctores que no fuesen Catedráticos (2).
Se atribuye al Libertador el
haber dicho en esa oportunidad que “el más preciado instrumento para la
conservación y defensa de la libertad es una universidad capaz de formar
hombres libres para dirigir la vida colectiva en búsqueda del beneficio
común", un precepto todavía válido y muy a tono con las instrucciones de
las Partidas de Alfonso el Sabio, ya mencionadas.
La ratificación
de gobierno autonómico en los Estatutos Universitarios de 1827 es, a mi juicio,
uno de los más importantes legados bolivarianos y es el que resalta en la
estatua del Bolívar civil, obra del escultor peruano Joaquín Roca Rey, ubicada
a pocos metros de la Casa Rectoral de esta Universidad. Lápices y libros en vez
de balas, parece decir don Simón a su alter ego militar, mientras sostiene en
su mano derecha el pergamino estatutario.
Desde
ese año de 1827, la autonomía universitaria en Venezuela ha sido manjar
apetitoso en las fauces de gobiernos dictatoriales o autoritarios; hasta
gobiernos electos democráticamente se han visto impulsados a morderla. Es que está
en la naturaleza humana la tentación del poder absoluto y está en nosotros
ponerle freno.
Saltando
de nuevo sobre los tiempos históricos y omitiendo la larga secuencia de
intervenciones anti-autonómicas de los más diversos gobiernos de turno a lo
largo de casi dos siglos, a efecto de brevedad en mi discurrir me centraré en
nuestra realidad actual.
Desde
hace más de tres lustros, la universidad venezolana está siendo sometida a un
acoso implacable del régimen para quebrar su espíritu autonómico y ponerle
freno a la libre difusión y discusión de las ideas. No podía ser de otra manera,
dada la naturaleza del autócrata. Presupuestos congelados en el tiempo, al
margen de la brutal inflación que nos aplasta, sueldos ruinosos para los profesores
universitarios, laboratorios carentes de recursos para investigación,
bibliotecas desactualizadas, servicios al mínimo, forman parte del acoso
administrativo.
A estos
se suman los actos vandálicos de grupos violentos contra las universidades
autónomas, constituidos en política de estado en afán de obligarlas a declinar
su autonomía y libertad de cátedra, y en intención de reducirlas a meros
locales donde el principio de debatir con el pensamiento o convencer con
razones, esencia del espíritu universitario, sea anulado, como ya sucede en las
universidades creadas en estos últimos años. En su lugar, imponer una única
verdad por la fuerza bruta.
El
ataque a las universidades y sus autonomías llega ahora a su zenit con el
disfraz de argumentos paralegales, concentrados en la sentencia 0324 del
Tribunal Supremo de Justicia que bajo la premisa de renovar autoridades luego
de años de atraso en la materia, ordena a las universidades autónomas a
celebrar elecciones tumultuarias en su seno, a más tardar el próximo mes de
febrero de 2020, con el indisimulado propósito de aniquilar el Claustro
Universitario y hacerse con el control institucional.
Con
esa decisión el TSJ se pone una vez más de espaldas a la Constitución de 1999,
calificada en estos tiempos revolucionarios como “la mejor constitución del
mundo”, documento que como ya dijimos, en su artículo 109 consagra, con más
énfasis que nunca antes en nuestra legislación, el principio autonómico que rige
a nuestras universidades. Se pone también de espaldas a la Ley de Universidades
de 1970, todavía vigente, que igualmente preserva dicho principio autonómico y
la potestad de darse su propio gobierno a través del Claustro Universitario,
conformado este por los profesores universitarios, una representación
estudiantil y otra de egresados de la institución, en proporciones definidas en
el artículo 30 de dicha ley. De nada han valido los recursos de oposición
interpuestos por las universidades nacionales ante la sentencia 0324, todos
ellos declarados sin lugar por los así llamados “magistrados” del Tribunal
Supremo de Justicia.
Lo más
indignante es que toda esta política sistemática de violencia destinada a
sojuzgar la universidad es estimulada por personajes egresados de esas mismas
aulas, algunos de ellos incorporados a su cuerpo profesoral o ya en posición
cuestionable de directivo impuesto por el Consejo Nacional de Universidades.
Durmiendo con el enemigo, pues.
Son
ellos versiones tropicales desteñidas de Martin Heidegger, quien con su
“Principio del Líder” exhortó a Hitler a colocar a las universidades alemanas
bajo el control del partido nazi, o de Giovanni Gentile, ministro de Educación
del fascismo que colocó a la universidad bajo su tutela, al punto de exigir a
los docentes universitarios un juramento de fidelidad y devoción a la Italia
fascista y a Mussolini, acto al que solo 12 profesores universitarios de un
total de 1.231 en toda Italia se opusieron. Doce ejemplos históricos de
dignidad académica para estos convulsionados tiempos (3).
Volviendo
a nuestro vecindario y a la sentencia 0324 del TSJ, surge como pregunta: ¿qué hacer
frente a la imposición del régimen a llevar adelante una elección tumultuaria
de autoridades universitarias, violatoria de la Constitución Nacional en su
artículo 109 y de la Ley de Universidades en sus artículos 9 y 30?
En el
entendido de que el disfraz jurídico oculta una torcedura política, hay tres
opciones a mi parecer: la primera es complacer al régimen e ir a elecciones en
los términos anticonstitucionales establecidos en la sentencia de marras, una
opción ya dignamente negada de plano por las propias universidades, la
Asociación de Rectores Universitarios (AVERU), las Academias Nacionales y otras
instituciones.
La
segunda opción es no hacer nada, dejar pasar la fecha y esperar la reacción del
régimen. No hacer nada traerá como resultado la nada y probablemente la
imposición forzosa y mansa de autoridades afectas al régimen. Política y
electoralmente, sea en universidades o en cualquier terreno de la vida
nacional, la nada y su vacío correspondiente conducen a que tal vacío sea
llenado con premura por quienes estén dispuestos a servir inescrupulosamente a
los amos del poder. Ya lo hemos vivido en tiempos recientes, por lo que debemos
aprender de los errores pasados.
De
manera que a mi juicio solo nos queda una tercera opción: oponerse activamente
a la sentencia 0324. En este punto, me tomaré una licencia que espero sea
tolerada por los dignos integrantes de la Asociación de Profesores de la
Universidad Simón Bolívar, en el sentido de opinar sobre decisiones de su
Asociación, divulgadas por redes sociales.
En mi
modesta opinión, las decisiones tomadas por la Asamblea Extraordinaria,
declarada permanente, de Profesores de la Universidad Simón Bolívar el pasado
27 de noviembre son correctas aunque insuficientes: al rechazar contundentemente
la sentencia 0324 del Tribunal Supremo de Justicia que pretende imponer
elecciones en las universidades en abierta violación de normas constitucionales
y legales, los profesores de esta noble Casa de Estudios reafirman lo ya
decidido por la AVERU. Por otra parte, deciden también dar la pelea en el campo
político universitario al impulsar y propiciar, por todos los medios posibles,
la realización de elecciones rectorales, bajo el amparo cabal de la
Constitución Nacional, la Ley de Universidades vigente y los reglamentos
internos de la universidad.
Es
decir, recoger el guante que de manera aviesa ha lanzado el régimen en aras de
quebrantar institucionalmente a las universidades y devolverlo con las armas
legales a disposición: presionar para designar la comisión electoral que haga
posible esas elecciones con participación exclusiva de los integrantes del
Claustro Universitario, según lo establecido en el artículo 30 de la Ley de
Universidades.
Para
una acción de este tipo es necesario que toda la comunidad universitaria, no
solo los profesores, esté cohesionada hacia ese objetivo. ¿Lo está? No lo sé. ¿Estarán los empleados y obreros dispuestos a
renunciar a lo que podrían interpretar equivocadamente como una oportunidad de
participación y no como lo que verdaderamente es, una oferta engañosa, un intento
totalitario del régimen de usarlos como peones para apropiarse de los últimos
reductos de pensamiento libre? Ya se ha hecho en otros institutos de
investigación científica. ¿Se ha hecho aquí alguna gestión de acercamiento con
esos sectores?
Una
acción solitaria, si no va acompañada de acciones conjuntas, masivas, puede
resultar frágil y serviría para justificar reacciones del régimen en contra de
la universidad. No les quepa la menor duda. Pero no hacer nada tampoco puede
ser una opción, como ya dije. Construir esa cohesión es un primer paso, a
sabiendas de las consecuencias. Ya los profesores de la Universidad Simón
Bolívar han recibido un primer sorbo de tal quebrantamiento al habérseles
impuesto, vía Consejo Nacional de Universidades, un Vicerrector Académico,
persona que en estos momentos cumple, además, las veces de Rector interino por enfermedad
del Rector titular, a quien deseo pronta y total recuperación. De manera que la
decisión de los profesores de la USB debe ser analizada a los efectos de lograr
acciones de conjunto no solo internas a la USB sino extendidas a todas las
universidades autónomas del país, para reforzar los principios y valores
autonómicos.
¿Qué
pasaría si se hace realidad una acción de conjunto, cohesionada y simultánea en
todas las universidades autónomas con períodos vencidos en sus directivas? ¿Se
atrevería el régimen a enfrentar a todas ellas al unísono? No lo sé. Pero sí sé
que en esto de asumir actitudes aguerridas tenemos mucho que aprender de los
estudiantes universitarios de hoy y de siempre, cuyo irreductible arrojo para
defender su presente y salvaguardar su futuro nos admiran.
Estos
son tiempos en que no vale el silencio cómplice, el mirar hacia otro lado. Por
el contrario, son momentos en que cada quien debe replantearse su posición
frente al Estado para impedir que decisiones individuales erróneas nos lleven
más adelante a merecernos una condena colectiva similar (aunque, sin duda, en
un contexto diferente) a la que el Brigadier General Telford Taylor lanzó a los
académicos alemanes en los juicios de Nuremberg, al increparles su falta de
decisión para oponerse a la pseudo-ciencia nazi. Dijo entonces el General
Taylor: “...Ustedes son los hombres que fallaron absolutamente a su país y su
profesión, que no mostraron coraje, ni sabiduría, ni vestigio alguno de
carácter moral...” (4). Nuestros profesores y estudiantes universitarios
estarán por encima de esa lapidaria sentencia. No espero otra cosa.
Muchas
gracias.
REFERENCIAS
1.-
Alfonso X el Sabio. Las siete Partidas http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/las-siete-partidas-del-rey-don-alfonso-el-sabio-cotejadas-con-varios-codices-antiguos-por-la-real-academia-de-la-historia-tomo-2-partida-segunda-y-tercera--0/html/01f12004-82b2-11df-acc7-002185ce6064_352.htm
2.- Navas
Blanco, Alberto. Autonomía, democracia y universidad: El caso de la Universidad
Central de Venezuela. Rev. Ped v.29 n.84 Caracas jun. 2008 http://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0798-97922008000100008
3.- Franco
Venturi. Utopía y reforma en la Ilustración (Historia y Cultura). Siglo XXI
editores Argentina SA. 2014, ISBN 978-987-629-400-3.
4.- Brig.
General Telford Taylor. Opening
Statement in the Doctors Trial https://famous-trials.com/nuremberg/1912-doctoropen
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