La miseria humana como política de estado, eso es lo que estamos viviendo.
GIOCONDA SAN BLAS
MISERIA HUMANA
La rabia nos invade. En este mundo al revés que vivimos, los violadores
de derechos humanos de la ciudadanía, de los presos, de todos, invocan esos
mismos derechos para justificar su inclemencia en torno al pedido de medidas
humanitarias a favor de Iván Simonovis. Mientras asesinos documentados fotográficamente
en abril de 2002 andan sueltos y apoyados por el régimen, Simonovis ha sido
señalado como instigador de todo lo malo de esos días funestos, sin que las
pruebas de ello aparezcan por ninguna parte ni se sostengan en tribunales.
¿Defensa de DDHH por este régimen a quien le queda grande hablar de
ellos? ¿Dónde están esos derechos cuando hablamos de una persona recluida en
sitio inapropiado, sin posibilidades de tomar sol, sin las garantías materiales
y judiciales que cualquier preso debe tener según las normas internacionales al
respecto, un hombre de 58 años con un esqueleto de 85, como declaran los
médicos que lo han auscultado? El régimen, cada día más dictatorial, más ahora
que lleva adelante un gobierno de facto desde el pasado 10 de enero, dispone de
la tortura como método para doblegar, intimidar, mantener al preso político y a
todos nosotros con él, en permanente silencio. Pero no es la tortura de los
rines o grillos de las dictaduras del siglo XX, llegadas al poder por visibles
golpes de estado militares. Es esa tortura pausada, sutil si se quiere, que
como gota china, lentamente va matando sin parecerlo.Así Franklin Brito, así Iván Simonovis son víctimas de ese nuevo estilo, en consonancia con un régimen que mantiene un mínimo de ciertas formas “democráticas” como el voto, para tapar con una hoja de parra sus impudicias dictatoriales. “Democracia” de forma pero no de ejecución. Y con eso, los gobiernos alcahuetes y los organismos internacionales lavan sus manos para no ver lo evidente, porque la “ley”, aunque espuria, vale para justificar las tropelías. Y sobre todo, la chequera activa para comprar conciencias de quienes disponen de foros internacionales para pontificar sobre DDHH, bajo el principio de “haz como yo digo, pero no como yo hago”, mientras se abrazan con los mismos que violan los principios que ellos proclaman de la boca para afuera.
“ Nunca olvidemos que todo lo que hizo Hitler fue 'legal' ”. Así gritaba
Martin Luther King la terrible realidad nazi que cuidando las formas, aprobaba
leyes a todas luces violatorias de todo derecho, para luego ejecutarlas bajo la
presunción de legalidad con que se amparaban. Es ésa la misma técnica que ahora
empleó el TSJ para vestir con ropaje “legal” el asalto al poder del 10E, para
justificar la disolución del estado de derecho en nuestro país. Llegados a este
punto nos preguntamos si aceptar los hechos del 10E porque así lo dictaminó
"legalmente" el TSJ, no es plegarse a la aceptación de un golpe de
estado a la constitución, bajo el método hitleriano tan bien descrito por King.
Un vicepresidente a dedo, actuando de hecho como presidente encargado a
nombre del presidente electo/de permiso, sustituye justicia por venganza cuando
a nombre de su representante acusa de asesino a un comisario que cumplió con su
deber en aquellos aciagos días, olvidando que su superior carga sobre sus
hombros cientos de muertos del 4 de febrero de 1992 y que a pesar de sus
delitos contra la constitución, logró el sobreseimiento de su causa, por mano
de la connivencia del presidente Caldera y la solicitud de perdón que buena
parte de la sociedad hiciera en su momento, obnubilada una vez más por un
caudillo estilo siglo XIX, sin que valiera el reclamo de los familiares de
tantas víctimas inocentes. Tal vez porque ellos saben de traiciones a la patria
es por lo que piensan que liberar a presos políticos es socavar sus propias
murallas. Cada ladrón juzga por su condición.
La miseria humana como política de estado, eso es lo que estamos
viviendo. De nada valió la conmovedora carta de Ivana, la joven hija de
Simonovis, quien a sus 15 años implora por tener de vuelta a su padre antes de
que éste quede reducido a una silla de rueda o peor aún (aunque ella no lo
dice), antes de que el régimen lo lleve al mismo destino de Brito.
¿Habrá alguna vez piedad, algún gesto humano digno de ser recordado
cuando la justicia llegue algún día? Ha llegado en Argentina, en Brasil, en
Guatemala, tarde pero ha llegado. ¿Por qué no habría de llegar a Venezuela?
Puede ser que yo no lo vea aunque lo quisiera, pero sí lo harán mis hijos y
nietos, por quienes llevamos adelante estas protestas.
San Antonio de los Altos, 31 de enero de 2013
También en: www.analitica.com/va/politica/opinion/5076122.asp
También en: www.analitica.com/va/politica/opinion/5076122.asp
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