Frente a tanta saña oficial, los antes leales obreros de Guayana han salido respondones: reeligen a Rubén González como secretario general del Sindicato de Ferrominera, reconociendo una gestión que lo llevó a la cárcel por 17 meses, con causa aún abierta como mecanismo intimidatorio; reclaman al presidente por sus incumplimientos; no se amilanan ante la brutal represión militar.
Política / Jueves 6 de septiembre de 2012 / p.9
AL COMPÁS DE LA CIENCIA
GIOCONDA SAN BLAS
RECONSTRUIR GUAYANA
Hace 50 años, 9-7-62, la Planta Siderúrgica del Orinoco,
Sidor, produjo acero por primera vez. Desde entonces, esta y otras empresas básicas
(Alcasa, Venalum, Bauxilum, Carbonorca, Ferrominera y otras,
productoras de aluminio, alúmina, ánodos de carbón, hierro) en la Corporación
Venezolana de Guayana (CVG), hicieron de la región un polo fecundo que
para los años ‘80 sumaba 41% del PIB no petrolero.
Hoy CVG
es chatarra: Sidor en 2011 produjo 2,8 millones (MM) de toneladas de acero (capacidad
4,8MM). Su
valor patrimonial de US$ 3.300MM en 2008 quedó reducido según el último estado
contable a US$ 400MM, luego de pagar más de 2 mil MM a Ternium-Argentina al
estatizar en 2009.
Ferrominera
cayó su producción de 22 a 9MM de toneladas, Bauxilum a menos de un millón (5,8MM
en 2006). En Alcasa y Venalum, apenas 25% de sus celdas están activas, para un
tercio de producción a un costo 2 a 3 veces mayor al precio internacional del
aluminio. Tavsa fue cerrada para privilegiar el ingreso de tubos chinos.
La
dimensión humana de la debacle es abrumadora. El régimen pseudo-socialista crea
un Colectivo de Control Obrero cuyos miembros reclaman funciones gerenciales en
un sistema complejo de ingeniería y protestan a sus incompetentes directivos. La
nómina de trabajadores ha crecido de 12 mil a 45 mil, no siempre con personal
calificado. Resultado: pobre gestión y aumento notable de accidentes laborales.
Al mismo
tiempo, el régimen asume una paradójica política antiobrera: mantiene una deuda
laboral con los trabajadores de todo el país que suma unos US$ 15 mil millones,
se niega a discutir contratos colectivos (apenas ahora, por apuro electoral
¡con el canciller y no con la ministra del trabajo como interlocutor!) y sobre
todo, persigue sin piedad a los sindicalistas y criminaliza la protesta.
En el
primer semestre de 2012, el Observatorio de Conflictividad Social registró al
menos 14 protestas diarias en el país, el asesinato de 48 sindicalistas y un régimen de
presentación ante tribunales a más de 200 trabajadores.
Frente a tanta saña oficial, los
antes leales obreros de Guayana han salido respondones: reeligen a Rubén
González como secretario
general del Sindicato de Ferrominera, reconociendo una gestión que lo llevó a
la cárcel por 17 meses, con causa aún abierta como mecanismo intimidatorio; reclaman
al presidente por sus incumplimientos; no se amilanan ante la brutal represión
militar.
Al presidente candidato le
vendría bien recordar lo que Guzmán Blanco dijo a su esposa, antes de abandonar
el país por última vez, espantado por protestas populares: “Vámonos, Ana
Teresa, porque las gallinas están cantando como gallos”. Hay un camino.
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También en www.analitica.com/va/economia/opinion/2533617.asp
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