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miércoles, 25 de abril de 2012

UCV, entre Doña Bárbara y Santos Luzardo

Sin dar tregua al desaliento, recuerdo que hace poco, cansados de tanto abuso, los estudiantes dieron una tunda electoral a los revoltosos, que no pudieron hacerse con la dirigencia estudiantil. Y evoco las protestas masivas de profesores y estudiantes contra tanta violencia en ese patrimonio de la humanidad que es la Ciudad Universitaria.


Tal Cual

Política / Jueves 26 de abril de 2012 / p.8
AL COMPÁS DE LA CIENCIA

GIOCONDA SAN BLAS

UCV, ENTRE DOÑA BÁRBARA Y SANTOS LUZARDO

Dirigiéndome a la Universidad Central de Venezuela, recorro el extenso muro que encierra al Jardín Botánico y me asombro. Una apología del delito, pintada allí, me da la bienvenida a la casa que vence las sombras: un encapuchado que lanza bombas Molotov, guerrilleros que con armas largas disparan a la población (“horror a la oligarquía”), gente que corre (“ni olvido ni perdono”), cobardes en plan de héroes (“volveré hecho millones”) que instalan el terror a falta de ideas convincentes.

Entro a la UCV y cruzo por un ícono de la violencia, el edificio de Trabajo Social, antes sediciosa residencia estudiantil (Stalingrado la llamaban), refugio de guerrilleros que amparados en la autonomía se agazapan ahí para quebrantar ánimos y leyes, en consonancia con el mural que les sirve de antesala.

Sin dar tregua al desaliento, recuerdo que hace poco, cansados de tanto abuso, los estudiantes dieron una tunda electoral a los revoltosos, que no pudieron hacerse con la dirigencia estudiantil. Y evoco las protestas masivas de profesores y estudiantes contra tanta violencia en ese patrimonio de la humanidad que es la Ciudad Universitaria.

También ahí, en mi universidad, me espera un emotivo acto de entrega de certificados a docentes de liceos de la gobernación de Miranda, que sin reparar en esfuerzos, hacen cursos para mejorar su formación como profesores de ciencias en educación media.

Hablo además con colegas profesores y estudiantes de mi Facultad de Ciencias, quienes en su servicio comunitario trasmiten conocimientos científicos, cargando con laboratorios portátiles que les sirven para demostrar representativos experimentos a liceístas mirandinos.

Al mismo tiempo, conversamos sobre los diplomados en curso y otros en vías de inicio en la UCV y otras universidades autónomas o privadas, para elevar el nivel académico de los docentes, conscientes de que para dar conocimiento es preciso primero obtenerlo.

Nos acercamos a la Facultad de Arquitectura para afinar detalles de las salas de ciencias que con el concurso de sus profesores, la Dirección de Ciencia y Tecnología y el Instituto de Bibliotecas de la gobernación instalarán en algunas bibliotecas del estado. Todo esto y más en el marco de un convenio entre el gobierno de Miranda y la UCV.

Dejo la UCV industriosa, mientras escucho la Misa Quartitoni de Tomás Luis de Victoria, en soberbia interpretación de la Coral de mi Facultad de Ciencias. Al salir, veo de nuevo el muro de la violencia y a pocos metros, Zapata y su inmenso mural “Conductores de Venezuela”, que nos refiere al país civilista de Bolívar, Rodríguez, Vargas, De la Parra y Reverón, acompañantes serenos de los caraqueños que pintados en el mural y a la vez, circulando vivamente por la autopista que lo circunda, cumplen sus rutinas, ajenos a falsos heroísmos pseudo-revolucionarios.
(Publicado también en: http://www.analitica.com/va/sociedad/articulos/3532867.asp)

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