Sin dar tregua al desaliento, recuerdo que hace poco, cansados de tanto abuso, los estudiantes dieron una tunda electoral a los revoltosos, que no pudieron hacerse con la dirigencia estudiantil. Y evoco las protestas masivas de profesores y estudiantes contra tanta violencia en ese patrimonio de la humanidad que es la Ciudad Universitaria.
Tal Cual
Política / Jueves 26 de abril de 2012 / p.8
Política / Jueves 26 de abril de 2012 / p.8
AL COMPÁS DE LA CIENCIA
GIOCONDA SAN BLAS
UCV, ENTRE DOÑA BÁRBARA Y SANTOS LUZARDO
Dirigiéndome a la Universidad Central de Venezuela, recorro el extenso muro que encierra al Jardín Botánico y me asombro. Una apología del delito, pintada allí, me da la bienvenida a la casa que vence las sombras: un encapuchado que lanza bombas Molotov, guerrilleros que con armas largas disparan a la población (“horror a la oligarquía”), gente que corre (“ni olvido ni perdono”), cobardes en plan de héroes (“volveré hecho millones”) que instalan el terror a falta de ideas convincentes.
(Publicado también en: http://www.analitica.com/va/sociedad/articulos/3532867.asp)GIOCONDA SAN BLAS
UCV, ENTRE DOÑA BÁRBARA Y SANTOS LUZARDO
Dirigiéndome a la Universidad Central de Venezuela, recorro el extenso muro que encierra al Jardín Botánico y me asombro. Una apología del delito, pintada allí, me da la bienvenida a la casa que vence las sombras: un encapuchado que lanza bombas Molotov, guerrilleros que con armas largas disparan a la población (“horror a la oligarquía”), gente que corre (“ni olvido ni perdono”), cobardes en plan de héroes (“volveré hecho millones”) que instalan el terror a falta de ideas convincentes.
Entro a la UCV y cruzo por un
ícono de la violencia, el edificio de Trabajo Social, antes sediciosa residencia
estudiantil (Stalingrado la llamaban), refugio de guerrilleros que amparados en
la autonomía se agazapan ahí para quebrantar ánimos y leyes, en consonancia con
el mural que les sirve de antesala.
Sin dar tregua al desaliento,
recuerdo que hace poco, cansados de tanto abuso, los estudiantes dieron una
tunda electoral a los revoltosos, que no pudieron hacerse con la dirigencia
estudiantil. Y evoco las protestas masivas de profesores y estudiantes contra tanta
violencia en ese patrimonio de la humanidad que es la Ciudad Universitaria.
También ahí, en mi universidad,
me espera un emotivo acto de entrega de certificados a docentes de liceos de la
gobernación de Miranda, que sin reparar en esfuerzos, hacen cursos para mejorar
su formación como profesores de ciencias en educación media.
Hablo además con colegas profesores
y estudiantes de mi Facultad de Ciencias, quienes en su servicio comunitario trasmiten
conocimientos científicos, cargando con laboratorios portátiles que les sirven
para demostrar representativos experimentos a liceístas mirandinos.
Al mismo tiempo, conversamos
sobre los diplomados en curso y otros en vías de inicio en la UCV y otras
universidades autónomas o privadas, para elevar el nivel académico de los
docentes, conscientes de que para dar conocimiento es preciso primero
obtenerlo.
Nos acercamos a la Facultad de
Arquitectura para afinar detalles de las salas de ciencias que con el concurso
de sus profesores, la Dirección de Ciencia y Tecnología y el Instituto de
Bibliotecas de la gobernación instalarán en algunas bibliotecas del estado. Todo
esto y más en el marco de un convenio entre el gobierno de Miranda y la UCV.
Dejo la UCV industriosa, mientras
escucho la Misa Quartitoni de Tomás Luis de Victoria, en soberbia interpretación
de la Coral de mi Facultad de Ciencias. Al salir, veo de nuevo el muro de la violencia
y a pocos metros, Zapata y su inmenso mural “Conductores de Venezuela”, que nos
refiere al país civilista de Bolívar, Rodríguez, Vargas, De la Parra y Reverón,
acompañantes serenos de los caraqueños que pintados en el mural y a la vez,
circulando vivamente por la autopista que lo circunda, cumplen sus rutinas, ajenos
a falsos heroísmos pseudo-revolucionarios.
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