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jueves, 9 de agosto de 2012

Ciencia, como el ave fénix en 2013

Invertimos 2,6% del PIB en CTI (palabra de ministro), pero el colapso del sistema es evidente. Países vecinos invierten menos de la mitad de esa suma en CTI (0,4-1% PIB), su productividad científica es 3 a 6 veces mayor, y más que nos duplican en patentes e índices de crecimiento y bienestar social.











Tal Cual

Política / Jueves 9 de agosto de 2012 / p.8

AL COMPÁS DE LA CIENCIA

GIOCONDA SAN BLAS

CIENCIA, COMO EL AVE FÉNIX EN 2013



Por décadas, la comunidad científica expresó su anhelo de interactuar con otros sectores de la sociedad, por medio de un ministerio de ciencia, tecnología e innovación (CTI) capaz de establecer políticas públicas en la materia.
Ambas banderas fueron izadas por el actual gobierno, al crear el MCTI en 1999 y aprobar la Ley LOCTI en 2001. Con ellas animó el sistema de CTI en alianzas intersectoriales, con proyectos de interés nacional.
Pero “poco dura la dicha en la casa del pobre”. La inconsulta reforma legal de 2010 cerró la potestad de interacción directa entre los sectores académico y productivo al centralizar los impuestos LOCTI (unos mil millones de dólares anuales), ahora sujetos al manejo discrecional del régimen.
Invertimos 2,6% del PIB en CTI (palabra de ministro), pero el colapso del sistema es evidente. Países vecinos invierten menos de la mitad de esa suma en CTI (0,4-1% PIB), su productividad científica es 3 a 6 veces mayor, y más que nos duplican en patentes e índices de crecimiento y bienestar social.
A este estropicio se suma el acoso a universidades y centros de investigación, para convertirlos en focos de “formación para el trabajo liberador… propiciando el cambio del modelo productivo… para la formación técnica e ideológica de cuadros de relevo”, según el programa pseudo-socialista del presidente candidato.
En plan de humillar con un torniquete financiero, a las universidades autónomas se les otorgan apenas Bs. 500 por estudiante y salarios de hambre para sus profesores (un instructor con postgrado gana Bs. 400 más que el salario mínimo), a lo que se suma el cerco normativo anticonstitucional del TSJ. No extraña, pues, la renuncia de más de 600 profesores, la falta de aspirantes a concursos de ingreso y el freno a la investigación en CTI.
En el programa de Henrique Capriles leemos propuestas concretas para enfrentar tales problemas. Entre ellas, rescatar a las universidades y centros de investigación a través de la reforma de la LOCTI, planes regionales descentralizados de CTI, formar el capital humano científico-técnico necesario en interacción con los países avanzados, aprovechar la experiencia de venezolanos en el exterior, formular un plan de remuneraciones justas para docentes e investigadores. 
También se contempla crear programas ágiles para financiar a emprendedores e innovadores con empresas de base tecnológica, estableciendo mecanismos de captación y uso de capitales de riesgo, clusters, cadenas productivas y desarrollo de zonas especiales de inversión en áreas estratégicas: petroquímica, farmacéutica, infraestructura, comunicaciones. Es decir, vincular a la academia con su entorno económico y social.
Son éstos algunos trazos de un proyecto que aspira a una Venezuela de progreso, que aunque sea con 13 años de retraso nos inserte en el siglo XXI.

También en www.analitica.com/va/sociedad/articulos/3233165.asp

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