Índice de Estado de Derecho elaborado por la organización World Justice Project (WJP): por octavo año consecutivo, Venezuela repitió en el último lugar entre los 140 países evaluados, apenas precedido por Camboya, Afganistán, República Democrática del Congo y Haití.
https://www.justiciayverdad.org/foro-penal-hay-275-presos-politicos-en-venezuela-entre-ellos-un-menor-de-edad/
Opinión / jueves 03 de agosto de 2023
GIOCONDA CUNTO DE SAN BLAS
EL CORRAL DE LOS SUPLICIOS
https://talcualdigital.com/el-corral-de-los-suplicios-por-gioconda-cunto-de-san-blas/
Hambre, sed, grillos, asfixia…
A medianoche sacábanse los presos de los calabozos al otro patio, les daban de
palos […] y los traían a morirse en las celdas.
Memorias de un venezolano de
la decadencia, José Rafael Pocaterra, 1928.
Detenciones
arbitrarias, hostigamiento, desapariciones forzadas, imposición de defensor
público, audiencias preliminares diferidas una y otra vez, juicios
interrumpidos y reiniciados, prisiones indefinidas, falsos cargos, torturas,
muerte. Todo esto y más forma parte del catálogo de arbitrariedades que el
sistema jurídico venezolano impone actualmente a quienes se atreven a desafiar al
régimen, en aras de luchar por el rescate de la libertad.
Todo esto debidamente
documentado ante la Corte Penal Internacional (CPI) como registro testimonial de
los atropellos, que algún día servirá de base para sancionar a los causantes a
través de los mecanismos vigentes de derecho internacional, inexistentes cuando
José Rafael Pocaterra escribió su doloroso testimonio de las cárceles de
Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez, en las postrimerías del siglo XIX y
principios del XX.
«El corral de los
suplicios», llamaba Pocaterra al patio de la Rotunda, la cárcel caraqueña donde
se torturaba a los presos políticos por mano de «la Sagrada», el cuerpo
represivo de Gómez. ¿Su delito? Desear una vida en libertad y aspirar a un país
decente en democracia. Al libro de Pocaterra siguió en 1964 el texto «Se
llamaba SN», bajo la pluma de José Vicente Abreu, testimonio punzante de las
cárceles del siguiente dictador, Marcos Pérez Jiménez, y de su sistema
represor, a cargo de la Seguridad Nacional, a mediados del siglo XX, dictadura que
ingenuamente asumimos como la última. Para rebatir el punto, abnegados
defensores de derechos humanos se han dado a la tarea de documentar ante la CPI
una larga lista de crímenes de lesa humanidad cometidos por el régimen en este
tiempo oscuro, como duro testimonio de que el siglo XXI no nos ha sido ajeno a
la barbarie de siglos anteriores.
A esos testimonios se
añaden ahora datos cuantitativos emanados del reporte anual 2022 del Índice de
Estado de Derecho elaborado por la organización World
Justice Project (WJP) según el cual, por octavo año consecutivo, Venezuela
repitió en el último lugar entre los 140 países evaluados, apenas precedido por
Camboya, Afganistán, República Democrática del Congo y Haití. «Para elaborar el
Índice, WJP
evaluó no solo la actuación de los jueces y fiscales en materia penal y civil,
sino también la capacidad del poder judicial para fijarle límites al gobierno,
la ausencia de corrupción en el país, la transparencia en la toma de
decisiones, el grado de respeto y disfrute de los derechos fundamentales de los
ciudadanos, la situación del orden y la seguridad interna, y el nivel de
cumplimiento del marco legal vigente».
Los datos de WJP están
en sintonía con los de otras organizaciones como el Índice
de Percepción de Corrupción de Transparencia Internacional, que ubicó a Venezuela
en el lugar 177 de 180. También la Misión Internacional Independiente de
Determinación de los Hechos (MDH) sobre Venezuela en su tercer informe sobre el país, publicado en septiembre
pasado insiste en que «las reformas al sistema de justicia que se han anunciado
desde 2021 […] no han abordado las graves deficiencias del sistema de justicia,
que socavan su independencia e imparcialidad».
Al 24 de julio de 2023,
Foro
Penal registra 286 presos políticos (20 mujeres, 132 civiles y 154
militares). El total acumulado de arrestos desde 2014 es de 15.791; 9.415 con
medidas cautelares, 11 fallecidos en custodia del Estado, 875 civiles
presentados ante tribunales militares. Estas personas están siendo juzgadas por
jueces provisorios (642 nuevos jueces nombrados por el Tribunal
Supremo de Justicia en 2022) que en razón de carecer de titularidad (art.
255 de la Constitución), son susceptibles a presiones para dictar o dejar de
dictar sentencias, según les sea indicado.
Estos hechos moldean
una política de terrorismo de estado, en un cuadro sostenido de violación de
derechos humanos, según lo establecido en el Sistema
Interamericano de Derechos Humanos, la Declaración Universal de Derechos
Humanos, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y Convención
contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, de
los cuales Venezuela es signataria.
Roland
Carreño, uno de los 286 presos políticos, que lleva ya más de mil días en prisión
arbitraria, sin juicio ni sentencia, ni pruebas en contra, ha dicho que «estar
preso es un auténtico tormento para el hombre, estar preso en Venezuela es un
verdadero suplicio, pero estar preso en Venezuela siendo absolutamente inocente
es una pesadilla indescriptible». Una pesadilla para todos los que vivimos bajo
el cielo encapotado de la patria.
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Addendum: Mientras
escribía este artículo (martes 01/08/2023), seis líderes sindicales y
activistas de derechos humanos, detenidos desde julio de 2021: Alcides Bracho, Gabriel
Blanco, Emilio Negrín, Alonso Meléndez, Néstor Astudillo y Reynaldo Cortés,
fueron condenados a 16
años de prisión en juicio amañado. Su
único delito: amor a la libertad.
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