Apoyados en datos de Cáritas Venezuela y la Fundación Bengoa, los autores del documento de la SVPP reportan un aumento de niños con desnutrición global aguda de 8,4% a 14,4% y un aumento en la desnutrición crónica de 30 a 33%. Uno de cada tres niños en el país tiene retardo del crecimiento, lo cual refleja el proceso de subalimentación, exponiéndolos a irremediables trastornos del desarrollo y enfermedades a futuro.
Opinión / jueves 09 de junio de 2022
https://talcualdigital.com/panchito-mandefua-arquetipo-de-los-ninos-de-la-revolucion-por-gioconda-cunto-de-san-blas/GIOCONDA CUNTO DE SAN BLAS
Decía Nelson Mandela que «la manifestación más notoria del espíritu de una sociedad está en la manera en que trata a sus niños». Un demoledor documento de la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría (SVPP), publicado hace poco, da cuenta del aforismo del destacado político y luchador social sudafricano al aplicarlo a la realidad venezolana.
Como
quiera que desde 2009 no hay estadísticas oficiales sobre la condición
nutricional de la población venezolana, la SVPP recurre a organizaciones de
reconocida probidad para elaborar su informe, tomando como base la emergencia
humanitaria compleja que vivimos desde 2015. Lo primero a destacar es que el gasto
público en salud en Venezuela es de 1,4% del presupuesto global, el más
bajo del continente americano, en contraste con países como Panamá (20,1%),
Uruguay (19,8%), Chile (17,7%), Colombia (17,5%), Brasil (10,3%), México (11,0%),
por citar unos pocos.
Debido
a la emergencia humanitaria compleja, se ha documentado una pérdida de 3 años
en la expectativa de vida entre los nacidos de 2015 a 2020 y los nacidos de
2000 a 2005. La inseguridad alimentaria toca al 94% de la población venezolana.
La ayuda social a través de diversas ONG ha logrado mejorar la ingesta de
proteína animal y de leguminosas en las poblaciones atendidas, que no pueden
cubrir ni de lejos la totalidad de la población afectada. Mientras, el programa
gubernamental CLAP ha disminuido la frecuencia de entrega en más del 60%,
ofreciendo harinas, azúcares, aceites, grasas y raras veces, proteínas. Estos
déficits de consumo más la inseguridad alimentaria elevó probablemente a 13,6
millones el número de personas con subalimentación o hambre crónica en 2020 y
2021.
El
documento de la SVPP destaca que para el año 2019, aproximadamente 2,2 millones
de niños recibían una magra comida al día. Ese mismo año se registró un 30% de
desnutrición crónica o retardo del crecimiento en menores de 5 años y
malnutrición en el 50% de las embarazadas en hogares severamente empobrecidos. Añádase
a eso que Venezuela es el segundo país de América Latina con la tasa más
elevada de embarazo en adolescentes (el primero es Bolivia), lo cual incrementa
el riesgo de desnutrición materno infantil, sin que se avizore en el firmamento
algún plan de emergencia para corregir la desnutrición.
Apoyados
en datos de Cáritas Venezuela y la Fundación Bengoa, los autores del documento
de la SVPP reportan un aumento de niños con desnutrición global aguda de 8,4% a
14,4% y un aumento en la desnutrición crónica de 30 a 33%. Uno de cada tres
niños en el país tiene retardo del crecimiento, lo cual refleja el proceso de
subalimentación, exponiéndolos a irremediables trastornos del desarrollo y
enfermedades a futuro.
Como
si esto no fuera poco, durante la pandemia se registró un aumento de la
desnutrición en la población, afectando al menos a 3,1 millones de personas,
especialmente menores de 10 años, embarazadas, personas mayores y otros grupos
vulnerables. En la mitad de los estados más poblados se encontró riesgo de
déficit nutricional en 60% de niños menores de 5 años.
La
Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO)
en documento de 2021
refuerza los datos presentados por la SVPP. Al analizar el panorama regional de
América Latina y el Caribe en cuanto a seguridad alimentaria y nutricional nos
informa que el promedio de la región arroja 7,7 % (49,9 millones de personas)
de prevalencia subalimentaria en el período 2018-2020, con mínimos en Uruguay
(menos de 2,5%), Costa Rica (3,1%) y Chile (3,4%) y máximos en Haití (46,8%),
Venezuela (27,4%) y Nicaragua (19,3%), dato vergonzoso para los venezolanos,
que a principios de este siglo vimos cómo entraban al país ríos de dinero
provenientes de los altos precios del petróleo, que en vez de ser usados para
el bienestar del país y sus habitantes, fueron dilapidados en aventuras desquiciadas
por los mandantes de turno.
En
los «Cuentos
grotescos» de José Rafael Pocaterra, uno de ellos («…De como Panchito Mandefuá cenó con el Niño
Jesús») nos narra la triste historia de un niño de la calle, subalimentado,
pegado a la vidriera de una pastelería mientras mira los pasteles que nunca
podrá comer, cuento llamado a despertar voluntades en una sociedad adormilada.
Hoy, a un siglo de su primera edición (Caracas, 1922), el cuento de Panchito
vive en esos miles de niños que deambulan sin norte por esta tierra nuestra, en
la urgencia de tiempos mejores, que solo vendrán si nuestros dirigentes orientan
sus esfuerzos con generoso y unitario sentido de nación, a los fines de lograr
el cambio deseado.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario