Las Academias venezolanas, en gesto que las enaltece y en nombre de sus académicos, se han solidarizado con sus colegas rusos en la enérgica protesta contra la invasión rusa a Ucrania, y en reclamo contra el apoyo oficial del régimen al invasor ruso. “Manifestamos nuestra solidaridad con el pueblo ucraniano y hacemos votos por la restitución de la paz y la convivencia pacífica con justicia y libertad”.
https://www.elconfidencial.com/mundo/europa/2022-02-28/como-va-guerra-ucrania-rusia-negociacion_3362101/Opinión / jueves 03 de marzo de 2022
https://talcualdigital.com/un-paso-hacia-la-nada-por-gioconda-cunto-de-san-blas/
La
Cúpula de Genbaku,
sobreviviente de la debacle nuclear en Hiroshima (1945), Monumento de la Paz y Patrimonio
de la Humanidad (UNESCO, 1996), recoge las cenizas de unas 70 mil personas,
apenas una fracción del total calcinado en la conflagración, estimado en no
menos de 200 mil personas, la mayoría civiles. Como leyenda: «Reposen aquí en
paz, para que el error no se repita nunca».
Quizás
sea éste un momento oportuno para recordar ese «error» (¡vaya manera de
etiquetar el horror!) y esa promesa grabada en piedra. Casi 80 años han pasado
desde entonces y los países, mal que bien, han mantenido la promesa. Hasta
ahora. El 22 de febrero pasado, Vladimir Putin, presidente de la Federación
Rusa, lanzó una ofensiva
bélica contra Ucrania y a manera de chantaje inaceptable ha dejado claro
que «quien intente interferir con nosotros desde el exterior debe saber que la
respuesta será inmediata y conducirá a consecuencias más grandes de lo que
ninguno de ustedes ha visto jamás en la historia».
Ante
tal violencia, obstaculizar desde el exterior a través de rápidas y duras sanciones
económicas y restricciones aeronáuticas, marítimas y de diversa índole, así
como apoyar a Ucrania en su defensa es precisamente lo que han hecho la Unión
Europea, la OTAN, los Estados Unidos y otros países para debilitar a Rusia e
intentar detener las acciones del enloquecido caporal. En respuesta a la
reacción de Occidente, el autócrata ruso dio orden de activar su fuerza nuclear,
consistente en cerca de 6.225
cabezas atómicas.
El
Protocolo de Minsk entre Rusia y Ucrania, firmado en 2014 luego del zarpazo
ruso a Crimea,
apuntaba a poner fin al conflicto entre separatistas pro rusos y combatientes
ucranianos en el este de Ucrania. Pero después de que Putin reconociera hace
pocos días a las regiones rebeldes (Donetsk y Lugansk) como estados
independientes, los líderes occidentales, entre ellos Ursula von der
Leyen, presidenta de la Comisión Europea, manifestaron que «el
reconocimiento de los dos territorios separatistas en Ucrania es una flagrante
violación del derecho internacional, la integridad territorial de Ucrania y los
acuerdos de Minsk». De allí a la invasión de Ucrania quedaba solo un paso y Putin
lo dio el 22 de febrero.
La
inspiradora firmeza del presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, ha sido la
de un verdadero líder que acompaña a su pueblo en los momentos difíciles. Al
pedir formalmente la admisión
de Ucrania como miembro de la UE insistió en la lucha que los ucranianos
llevan en favor de la libertad, de sus derechos y de su sobrevivencia.
Mientras
tanto en nuestra comarca, el autócrata
local reafirma su compromiso con Putin, al aventurar la promesa de una «poderosa
cooperación militar». Invirtiendo los hechos, menciona que «el descarrilamiento
de estos acuerdos por parte de la OTAN, promovidos por los Estados Unidos de
América, ha vulnerado el Derecho Internacional y ha generado fuertes amenazas
contra Rusia, su integridad territorial y soberanía».
Casi
diez mil kilómetros separan a Caracas de Kiev o de Moscú. Uno pudiera pensar
que esa distancia nos protege contra cualquier desaguisado. No en estos tiempos
globalizados. El lenguaraz autócrata local tendrá que arrepentirse de sus
palabras cuando, al decir del analista petrolero José
Toro Hardy, «caiga en cuenta del impacto de las sanciones contra el gobierno
de Putin en las finanzas de la maltrecha economía venezolana. Venezuela pagará
muy caro no sólo por el apoyo que ha brindado al gobierno ruso sino por haber
instalado la oficina de PdVSA en Moscú, cuyas operaciones financieras
internacionales también estarán sometidas al bloqueo de la banca rusa».
Miles
de rusos protestan y miles son detenidos en las principales ciudades de su país
por oponerse a las continuadas acciones de Putin contra Ucrania. Circula por
redes un manifiesto, «Paren la guerra», que al momento que esto escribo supera los 2,3
millones de firmas y que invito a respaldar. Mientras tanto, más
de 600 investigadores científicos y
divulgadores de la ciencia rusos han suscrito una carta de protesta por la guerra
«injusta y sin sentido» de su gobierno contra Ucrania, que ha condenado a Rusia
«al aislamiento internacional, a la posición de un país paria […] y a su
degradación cultural y tecnológica […]. La guerra contra Ucrania es un paso
hacia la nada».
Las
Academias
venezolanas, en gesto que las enaltece y en nombre de sus académicos, se
han solidarizado con sus colegas rusos en la enérgica protesta contra la
invasión rusa a Ucrania, y en reclamo contra el apoyo oficial del régimen al
invasor ruso. “Manifestamos nuestra solidaridad con el pueblo ucraniano y
hacemos votos por la restitución de la paz y la convivencia pacífica con
justicia y libertad”.
En
palabras lapidarias del historiador Timothy
Snyder (U. Yale), «Ucrania es una democracia atacada por una tiranía».
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