Facundo Cabral

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jueves, 29 de octubre de 2020

El exigente proceso de la investigación científica

Resumiendo: ¿En el IVIC se está estudiando un derivado de ácido ursólico que inhibe la multiplicación del coronavirus SARS-CoV-2 in vitro? Sí. ¿Estamos a las puertas de disponer del medicamento universal para el tratamiento de la COVID-19? No.

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GIOCONDA CUNTO DE SAN BLAS

EL EXIGENTE PROCESO DE LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA

El 6 de marzo de 1665 aparecía en Londres el primer número de Philosophical Transactions, la primera revista dedicada a temas científicos que perdura hasta hoy. Órgano de la Royal Society, la revista en su primer editorial afirmaba que “…nada hay más necesario para promover los avances de los asuntos filosóficos (científicos) que comunicarlos […]; es por tanto adecuado emplear la prensa como el camino más apropiado para gratificar a quienes están involucrados en esos estudios […], dando a conocer los avances del conocimiento en este reino y en otras partes del mundo.”

Desde entonces, publicar en revistas especializadas los resultados de sus investigaciones ha sido piedra angular del trabajo de los científicos en cualquier parte del mundo. Publicar expone al investigador    al cotejo de sus pares, con lo cual el nuevo conocimiento se asienta al saberse confirmado.

Todo esto lo escribo motivada por una información proveniente de la ministra de Ciencia y Tecnología Gabriela Jiménez, según la cual en el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) se habría descubierto una sustancia extraída de una planta no identificada, capaz de inhibir la multiplicación del coronavirus SARS-CoV-2, causante de la COVID-19. Dijo bien la ministra, que sí sabe de qué habla cuando se refiere a este tema, que los estudios se habían realizado in vitro, es decir, en células, lo cual abre una posibilidad halagadora para continuar los estudios exploratorios de dicha molécula como eventual fármaco para el tratamiento de la COVID-19.

¿Qué no dijo la ministra? Veamos. No precisó que los resultados no han sido publicados hasta la fecha en ninguna revista de la especialidad o en repositorios digitales científicos, algo relativamente rápido de hacer en esta época de urgencias anti-Covid, con lo cual no es posible por ahora su validación por expertos.

Tampoco dijo la ministra que para que un compuesto químico sea aceptado como medicamento, debe transitar un largo proceso de pruebas preclínicas en animales, seguido por otro aún más largo de pruebas clínicas en voluntarios humanos, en tres fases de complejidad creciente, similar al requerido para vacunas; un largo proceso que consume meses y años y que conducirá a darle visto bueno a la sustancia bajo estudio solo si comprueba ser eficaz y no tóxica.

La literatura científica está llena de sustancias que han sido efectivas in vitro (en placas o células) pero que han resultado inútiles in vivo (en animales experimentales o en voluntarios humanos). Se calcula que de 5 mil compuestos que entran en la fase preclínica, solo 5 en promedio llegan a ensayarse en voluntarios humanos; de ellos, solo uno es certificado para uso terapéutico. Es además un proceso muy costoso. Cuando ese único compuesto haya sido aprobado, ya la farmacéutica encargada del estudio habrá gastado unos US$ 200 a 800 millones en todas las fases de un programa que habrá durado varios años.

Resumiendo: ¿En el IVIC se está estudiando un derivado de ácido ursólico que inhibe la multiplicación del coronavirus SARS-CoV-2 in vitro? Sí. ¿Estamos a las puertas de disponer del medicamento universal para el tratamiento de la COVID-19? No.

¿Por qué, entonces, ese prematuro anuncio? Obviamente, por un juego político en el cual nuestros colegas científicos, responsables de la investigación en comento, se ven arrastrados sin piedad por la maquinaria comunicacional del régimen, siempre bien aceitada.

En estos tiempos de miseria material y espiritual, es digna de alabanza la dedicación no solo de los equipos que trabajan en el IVIC y otras instituciones alrededor del tema del coronavirus, sino de la comunidad científica en general que resiste heroicamente en el país en condiciones precarias. Sueldos miserables y laboratorios menguados son dos caras de una misma moneda en el derrumbe de lo que fue la fecunda ciencia en la segunda mitad del siglo XX venezolano.

 Se ufana la ministra en decir que con espectros de RMN (resonancia magnética nuclear) se ha obtenido la completa elucidación de la molécula en cuestión. Sabiendo que todos los equipos de RMN en el país están dañados, habrá que preguntarse en qué otro país se tomaron los espectros. Vaya esto como medida de lo mucho que hemos retrocedido en estas dos décadas de destrucción institucional sistemática.

Mientras tanto, que siga el circo, sin pan. El ridículo internacional del régimen ante el escape de uno de sus presos políticos más notorios y vigilados tenía que ser tapado con una noticia revestida de optimismo y orgullo nacional como sería el descubrimiento en suelo patrio de la cura contra la COVID-19. Que en estos momentos esa sea una declaración hiperbólica y lejos de posibilidades reales de ejecución, poco importa. Lo primordial es que sirva de distracción a la inexcusable miseria de nuestro pueblo, llevados a ese punto por un régimen bandolero asentado en el poder.


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