Tal Cual
Política / Jueves 4 de octubre de 2012 / p.5
AL COMPÁS DE LA CIENCIA
GIOCONDA SAN BLAS
LAS CARTAS ECHADAS
Finalmente hemos llegado a la
fecha esperada. Todo lo que debía decirse o hacerse se ha dicho y hecho. El
próximo domingo nos encontraremos en las urnas electorales para depositar
nuestros sueños y convertirlos en realidad.
Dos visiones de país se
enfrentan. Como Jano, el dios romano de la transición, que con sus dos caras
mira al pasado y al futuro, así van las alternativas en juego: seguir en
retroceso hacia el siglo XIX y quedarnos prisioneros de un pasado reacomodado
entre delirios, o tomar el camino del siglo XXI que nos espera con retraso de
12 años para marchar en pos del desarrollo y el reencuentro; mantener la
violencia de un pasado reciente gestado entre resentimientos estériles y destructivos,
o buscar un camino de conciliación, de aceptación de las diferencias de
pensamiento, de tolerancia y respeto por el otro, de equidad para la
construcción armónica de la nación.
Seremos nosotros quienes
tendremos en nuestras manos la herramienta del cambio. “La sociedad civil no
debería olvidar que es un poder, que el poder existe para ser usado y que
usarlo bien es jugarse a la paz” (PNUD, 2003).
Como sociedad civil haremos uso
de conquistas democráticas e iremos a votar en paz. Ese acto, esencial como es,
no garantiza por sí solo el ejercicio de la democracia. Esta se construye paso
a paso, en un trabajo colectivo de vigilancia y participación para alcanzar la
reconstrucción nacional en una atmósfera de paz, lejos de Fuenteovejuna, con
una justicia ajustada a derecho contra los reos de actos ilícitos. Arduo camino,
ya trajinado en la historia.
Recordemos entonces la Italia de
la postguerra y Palmiro Togliatti, personaje radical y contradictorio, Secretario
del Partido Comunista Italiano (PCI) y ministro de justicia, quien en decisión
sorpresiva y con la mira puesta en el rescate institucional, cultural y
económico de Italia a través de la unidad, decreta en 1946 una controversial ley
de amnistía restringida que permitió a fascistas segundones el retorno a la
vida social y política, bajo protesta de los partisanos antifascistas y las propias
bases del PCI.
¿Y qué decir de Sudáfrica en
1994? Luego de 27 años en prisión por el “delito” de resistir el apartheid y aspirar
a la igualdad sin distingos de piel, Nelson Mandela deja de lado sobradas
razones para odiar y en su discurso inaugural como presidente, se dirige a un
país escindido por siglos de odio racial, invitando a tomar una senda de
concordia y reconciliación:
“Llegó el momento de sanar las
heridas, de sobrepasar los abismos que nos dividen, de construir; tenemos que
actuar en conjunto, como un pueblo unido, por la reconciliación nacional, por
la construcción de la nación, por el nacimiento de un nuevo mundo. Que haya
justicia para todos, que haya paz para todos, que haya trabajo, pan, agua y sal
para todos”.
Que sea ése nuestro mensaje en
esta hora decisiva.
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