Muchos de esos niños, enflaquecidos, irán a las aulas sin desayunar, esperando que a través del programa de alimentación escolar PAE les sirvan merienda y almuerzo, para lo cual el régimen dice haber dispuesto Bs. 1.550 millones en el primer cuatrimestre… alrededor de Bs. 550 por niño en escuela pública hasta diciembre.
https://lagranciudad.net/home/noticia-destacada/mas-de-7-millones-de-estuadiantes-regresaran-este-18sep-a-clases/
Opinión / Jueves 28 de septiembre de 2017
http://www.talcualdigital.com/Nota/148131/regreso-a-clases
AL COMPÁS DE LA CIENCIA
GIOCONDA SAN BLAS
REGRESO A CLASES
Caracas, 1950. Una ciudad que apenas se
abría a lo cosmopolita, con sus calles heredadas de la cuadrícula fundacional
colonial y una reducida población que salvo las notorias excepciones de los
opulentos amos del valle, estaba constituida por clase “media baja” y baja, más
esta que aquella. Mis padres, convencidos de que la educación era llave para el
ascenso social, no escatimaban en gastos para matricularnos en colegios
reconocidos por su excelencia docente, aunque eso significase arañar los
ingresos recibidos por sus modestos oficios y afincaran la austeridad de
nuestras vidas. Y así, cada 16 de septiembre nos llevaban orgullosos a comenzar
un nuevo año escolar, un peldaño más en la escalera social. Estudiar era
nuestro oficio en el entramado familiar.
Llegó 1958 y con él, cayó la dictadura
de Pérez Jiménez. Años después, ya adulta, supe que esa educación que había
recibido en mi infancia había sido un privilegio generado por el esfuerzo de
mis padres para dar a sus hijos las oportunidades que a ellos les habían sido
negadas en sus trabajosas infancias. Supe también que la dictadura, fiel a su naturaleza
despótica de crear sumisos vasallos en lugar de ciudadanos pensantes y
cuestionadores, había descuidado la educación al punto de que más del 60% de la
población era analfabeta a la caída del régimen.
Fue entonces cuando el primer gobierno
democrático, encabezado por Rómulo Betancourt, decidió un plan educativo masivo
de emergencia que supuso duplicar en una primera etapa la matrícula escolar en
las escuelas públicas, sin esperar a la construcción de nuevas edificaciones. Se
implementó así un horario doble: un turno de 7 am a 12 m y otro de 1 pm a 6 pm
que permitió el ingreso masivo de una población infantil hasta entonces desprovista
de toda posibilidad educativa.
Con altos y bajos, esa política de
reforzar lo educativo fue creciendo. Hasta finales del siglo pasado, los
jóvenes y sus familias vivieron con la certeza de que estudiar con ahínco los
llevaría al progreso personal y familiar y con ello, al desarrollo del país.
No más. Hoy nuestra juventud en su mayoría
sueña con irse al exterior en busca de un futuro mejor para sí y los suyos. Razones
sociales, políticas y económicas hacen que muchos padres no puedan aspirar para
sus hijos la educación que requieren para abrirse paso en la vida.
Atribulados padres me cuentan que sus
pequeños hijos han reiniciado sus cursos en primaria para encontrar que de sus
25 condiscípulos del año pasado apenas regresaron 10. Los demás se fueron del
país o sus padres los retiraron porque ya no podían pagar las matrículas. Ahora
los gastos docentes y administrativos del colegio deberán distribuirse entre
menos familias, lo que representa un aumento sustancial de la matrícula
individual que ellos no saben si podrán pagar, dado que la canasta básica
alimentaria y la canasta escolar están muy por encima de un millón de bolívares
cada una, no menos de 10 salarios mínimos. Comer o vestir al niño, comer o
comprar útiles escolares se ha convertido ahora en un dilema existencial que se
resuelve por el primero, si se consigue el alimento y se tiene el dinero para pagarlo.
Datos
derivados de información oficial nos indican que este año más de 250 mil
niños no se inscribieron en el sistema escolar en primaria, los cuales se suman
a casi medio millón de infantes desincorporados desde 2013. Es decir, solo en
los últimos cuatro años lectivos, la inscripción escolar se redujo en unos 700
mil niños, a pesar de que la población aumentó
más de dos millones y medio entre 2006 y 2012, cifra ésta que engloba a la
población infantil que ahora está entre 5 y 11 años. ¿Dónde están esos niños?
¿Cursan estudios? ¿Qué hacen?
Este año, los precios de uniformes y
zapatos escolares son 10 a 20 veces más elevados que en 2016. Por primera vez
en décadas, los niños irán a las escuelas con la misma ropa que el año
anterior, sin útiles ni libros ni alimento, porque sus padres no podrán costearlos.
Muchos de esos niños, enflaquecidos, irán a las aulas sin desayunar, esperando
que a través del programa de
alimentación escolar PAE les sirvan merienda y almuerzo, para lo cual el
régimen dice haber dispuesto Bs. 1.550 millones en el primer cuatrimestre… alrededor
de Bs. 550 por niño en escuela pública hasta diciembre.
Con este panorama, no queda sino
recordar al actual candidato del PSUV a la gobernación de Miranda quien en su
entonces papel de ministro de educación, dijo en febrero de 2014 en relación a
los niños y sus familias: “no
vamos a sacarlos de la pobreza para que se vuelvan escuálidos”. Esa es la
verdadera naturaleza del régimen y su idea del “hombre nuevo”.
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