Dentro
de tales circunstancias nacionales hostiles, acercarse desde la perspectiva
individual a gente como Alberto, José o Lorena, nutrirnos de su empuje vital y
ver la vida bajo el prisma multicolor de lo realizable sin parar mientes en los
obstáculos, nos obliga a revaluarnos para fortalecer nuestro transcurrir por la
vida, más allá de nuestras propias carencias.
Opinión / Jueves 8 de junio de 2017
http://www.talcualdigital.com/
AL COMPÁS DE LA CIENCIA
GIOCONDA SAN BLAS
Esta
época convulsa por la que transitamos los venezolanos no parece fecunda para el
disfrute de pequeños logros ni para el solaz de la sonrisa íntima, generadora
de paz, matriz de esperanzas solidarias. En medio de tanta sangre derramada
injustamente, tanta violencia, tantos sinsabores y limitaciones, invitar a
celebrar la vida y cantar por ella parece un contrasentido.
Eso
es justamente lo que siento, un canto a la vida, cuando llega a mis manos el
producto final de un esfuerzo colectivo, el libro “La fortaleza de las
diferencias” (Caracas, 2017, Editorial Dahbar). Tras varios años de progreso
irregular en su preparación, a veces sintiendo que el proyecto sería abortado
por mil circunstancias personales y de país, finalmente ofrecemos este trabajo a
quienes deseen compartir con nosotros el mensaje de personas con diversas
discapacidades, que se niegan a incluir la derrota como parte de su
vocabulario.
Nueve capítulos, nueve situaciones vivenciales
diferentes conforman la primera parte del libro: Agustín, con síndrome de Down;
Alberto, con paraplejia producto de un accidente de tránsito; Anita, con
retraso mental por problemas de parto; Emmanuel, autista y sordomudo; Gabriel,
con craniosinostosis; “José y los Bandidos de un Solo Brazo” (agradecida a Leonardo
Padrón por permitirnos reproducir su texto, publicado previamente en El
Nacional); Lorena, con paraparesia espástica de los miembros inferiores; Lucero
y su ceguera de nacimiento; y Luis Ernesto, con retinosis pigmentaria. Además,
se incluyen varios capítulos escritos por especialistas sobre temas ligados a
la atención de personas con discapacidad: los genes, la
ciudad, las leyes.
Según
informes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Banco Mundial
(2010), alrededor de 1.000 millones de personas, un 15% de la población, sufren
algún tipo de discapacidad en el mundo. Este porcentaje seguirá creciendo en
los próximos años debido al envejecimiento de los ciudadanos. En vista de esa
realidad, la respuesta de las Naciones Unidas ha sido generar la Convención
sobre los derechos de las personas con discapacidad y su Protocolo Facultativo,
aprobados el 13 de diciembre de 2006 en su sede de Nueva York.
Lejos
está Venezuela de cumplir siquiera con una fracción de las obligaciones a que
se contraen los estados miembros en favor de los ciudadanos afectados por
alguna circunstancia discapacitante, mucho menos ahora, cuando la pobreza
extrema y las adversas condiciones sociales han influido en el aumento
alarmante de deficiencias formativas y de crecimiento en sectores numerosos de
la población, cuando ni siquiera las necesidades primarias están siendo
atendidas debidamente.
En un país como el nuestro, actualmente en la bancarrota
generada por un régimen que dilapidó a lo largo de casi 20 años la mayor
bonanza petrolera inimaginable (un millón de millones de dólares) y terminó con
servicios básicos precarios para todos, los primeros afectados, los primeros
excluidos y desatendidos son las personas con discapacidades diversas.
Dentro
de tales circunstancias nacionales hostiles, acercarse desde la perspectiva
individual a gente como Alberto, José o Lorena, nutrirnos de su empuje vital y
ver la vida bajo el prisma multicolor de lo realizable sin parar mientes en los
obstáculos, nos obliga a revaluarnos para fortalecer nuestro transcurrir por la
vida, más allá de nuestras propias carencias. Porque como dice Mariana
Farías, nuestra prologuista, “discapacidad
es lo que a lo largo de mi historia he sentido en algunos aspectos de mi vida
al no ser capaz, excelente, perfecta… al ser hermosamente humana.”
Invitamos
a nuestros lectores a acercarse a las historias recopiladas en “La fortaleza de
las diferencias”, testimonios de gente que al decir de Leonardo Padrón tienen
como “principal oficio ganarle la partida a la adversidad todos los días.
Justamente el mismo oficio que nos toca hoy a todos los venezolanos”.
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