Para los espectadores de hoy, una vez
disuelta la URSS y documentado el infinito infortunio que la ideología
comunista trajo al pueblo soviético, el
drama de Cabrujas robustece su vigencia, inmersos como estamos los venezolanos en
“esta equivocación de la historia” (así define Pío a nuestro país) tras 18 años
de aplicación de ese brutal arcaísmo estalinista, probadamente fracasado donde
quiera que se ha intentado. Ya no caben sueños absurdos ni teorías vetustas para
justificar la ruina económica, educativa, cultural, científica y moral en la
que estamos sumergidos.
Opinión / Jueves 16 de febrero de 2017
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AL COMPÁS DE LA CIENCIA
GIOCONDA SAN BLAS
ESTA EQUIVOCACIÓN DE LA HISTORIA
La obra transcurre en abril de 1935, cuando
Carlos Gardel cantó en Caracas y Venezuela llegaba a las postrimerías de la
dictadura de Juan Vicente Gómez, quien fallecería en diciembre de ese mismo año.
Me refiero a “El día que me quieras”, obra teatral del siempre vigente José
Ignacio Cabrujas, magistralmente puesta de nuevo en escena por Juan Carlos Gené
como director, con un elenco de primera línea encabezado por Héctor Manrique y
María Cristina Lozada.
Él en el papel de Pío Miranda, un fracasado
con ínfulas colectivistas, comunista de salón, que dice querer ejercer su
ideología algún día, en un futuro siempre pospuesto, en la Unión de las
Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS);
ella en el rol de Elvira Ancízar, con los pies sobre la tierra, tratando de
convencer a su soñadora hermana María Luisa de lo estéril de ese largo noviazgo
virginal con Pío, ese “hipócrita que ahora es comunista… como si supiera de
pobres, como si hubiera trabajado alguna vez”.
Para el momento de su estreno en 1979, “El
día que me quieras” se ubicaba en el contexto de una URSS todavía activa en el
mapa geopolítico mundial, a la cual Pío, como tantos otros, reverencia con
ímpetus de quien solo sabe repetir consignas vacías de contenido, ajenas a la
realidad de la vida detrás de la cortina de hierro, en ánimo de justificar un
destino de vividor sin oficio y sin más propósito que sumar 10 años de
parasitarios almuerzos diarios en la casa de la novia eterna.
Aquella martingala del primer tiempo
teatral, cuando Pío ofrece a María Luisa la posibilidad de marchar a la URSS “porque,
entre otras cosas, quiero que mis hijos nazcan en la verdad proletaria y no en
este basurero del imperialismo”, queda reducida en el segundo tiempo a un
bochorno: “Mentí… no hay URSS… no hay Trotsky, no hay Stalin… me importa un
coño la paz y la amistad de los pueblos… se terminó”. Así se resume en Pío la
traición, el fracaso, una vida arrimada a frases simplistas, el vacío de la
retórica revolucionaria y el final de un sueño que María Luisa quiere prolongar
aunque sea por un día más, desplegando la bandera de la URSS sobre el sofá.
Para los espectadores de hoy, una vez
disuelta la URSS y documentado el infinito infortunio que la ideología
comunista trajo al pueblo soviético, el
drama de Cabrujas robustece su vigencia, inmersos como estamos los venezolanos en
“esta equivocación de la historia” (así define Pío a nuestro país) tras 18 años
de aplicación de ese brutal arcaísmo estalinista, probadamente fracasado donde
quiera que se ha intentado. Ya no caben sueños absurdos ni teorías vetustas para
justificar la ruina económica, educativa, cultural, científica y moral en la
que estamos sumergidos.
Equivocados de la historia, a nosotros nos
toca asumir un cambio de rumbo, desenmascarando a los desvergonzados Pío
Miranda de ahora que multiplicados en mala fe y codiciosos hasta el paroxismo,
solo buscan el beneficio personal a costa de la devastación nacional, bajo la
máscara de una engañifa ideológica que se hace dolorosa realidad en las
carencias de todo orden, en los abusos, las muertes, las torturas y las prisiones,
en constante molienda por quienes se saben carentes de virtud ciudadana.
Más temprano que tarde la máscara caerá,
a pesar de los esfuerzos de la camarilla por perpetuarse en el poder. No hará
falta un Gardel que como en la obra de Cabrujas, se convierta en instrumento para
acabar con el disimulo y la mentira. Por el contrario, se requerirá de la fuerza
ciudadana del convencimiento y de una decidida reacción al hartazgo ante tanta
miseria, para impulsar cambios tales que como en la URSS, desmoronen el régimen
sin disparar un tiro. Y que además nos conduzcan a un destino de progreso para
beneficio de todos, en justicia y paz.
Asistir a eventos como éste del “día que
me quieras”, surgidos de esa Venezuela laboriosa, estudiosa, civil y
civilizada, nos hacen pensar en la posibilidad cierta de recuperar la nación,
apenas consigamos enderezar los retorcidos caminos de la historia que nos han
traído hasta acá, por causa de equivocadas decisiones colectivas que nos
obligan a un severo acto de contrición como pueblo, para nunca más volvernos a
equivocar con antiguallas engañabobos.
TUITEANDO
El 8 de febrero la Academia de Ciencias
Físicas, Matemáticas y Naturales dio inicio a su año centenario con un acto en
su sede del Palacio de las Academias. En acfiman.org
estamos próximos a colocar la filmación del acto. Ya pueden leerse y escuchar allí
los primeros micros radiales sobre científicos e hitos de
la ciencia en Venezuela, que se difunden 3 veces diarias (6:30 am, 1:00 pm y
5:30 pm) de lunes a viernes por RCR 750 AM. Twitter @acfiman
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