El asalto al Palacio se suma a los innumerables actos de violencia que ocurren diariamente en este momento infausto para los venezolanos de bien. No obstante, no es cuestión de amilanarse; más bien, crecernos en la adversidad, continuar con nuestra labor ductora hacia la sociedad venezolana, obligados por ley e impulsados por nuestros valores cívicos. En fin, seguir cimentando presente y futuro.
Opinión / Jueves 19 de enero de 2017
http://www.talcualdigital.com/Nota/136531/el-asalto-al-palacio-de-las-academias
AL COMPÁS DE LA CIENCIA
GIOCONDA SAN BLAS
EL ASALTO AL PALACIO DE LAS ACADEMIAS
Uno no puede menos que
indignarse. Es como resucitar al bonguero Martín Espinosa, lugarteniente de
Ezequiel Zamora, quien al grito de “¡Mueran los blancos y los que sepan leer y
escribir!” cargó con cuantos pudo en la guerra federal para saciar su sed de
sangre, nacida de un resentimiento infinito hacia la cultura, el saber y sus
depositarios, tanto que su propio jefe, otro bárbaro elevado a los altares de
la revolución sin más credenciales que la brutalidad, decía de él que “el odio
represado en el zambo es nuestro mejor aliado”… hasta que dejó de serle útil y
lo fusiló.
Esto viene a cuento porque en
la noche del viernes 13 al sábado 14 de enero de 2017, el Palacio
de las Academias fue asaltado por delincuentes que se dieron a la tarea de
llevarse todas las computadoras (no menos de 60) y otros equipos electrónicos
ubicados en las instalaciones de las seis Academias que tienen su sede en el
Palacio, además de ensañarse contra el mobiliario de las oficinas y los
archivos que quedaron regados por el suelo. Un trabajo meticuloso y exhaustivo que
debió ser llevado a cabo por varias personas a lo largo de toda la noche.
Habrá quien diga que esa es
la Venezuela de hoy, plagada de crímenes sin culpables, que a todos nos ha
tocado una cuota de violencia en estos casi cuatro lustros de revolución
fallida. Y que por lo tanto, algún día sería
el turno del Palacio, actitud resignada que debemos desafiar. En este implacable
proceso de degradación moral y social al que hemos sido sometidos por el
régimen, los hijos de la revolución han sido desalentados de cualquier proceso educativo
serio como fuente de ascenso social, adoctrinados en la miseria espiritual del
robar y asesinar como germen de “justicia” contra la desigualdad, convertidos
en ese “hombre nuevo” infectado con el virus del resentimiento y el odio,
promovido o por lo menos, tolerado desde las altas esferas del poder a lo largo
de 18 años.
Este acto criminal no es un
episodio cualquiera. Es un evento más en una larga cadena de hechos similares y
recurrentes acaecidos en instituciones universitarias y de investigación a lo
largo de esta época oscura, que apuntan hacia un permanente irrespeto al
conocimiento, a la cultura, a todo aquello que eleve el espíritu de las gentes
y de la nación. Martín Espinosa versión siglo XXI.
Como si fuera poco, la
violación del Palacio de las Academias es doblemente dolorosa porque ese
recinto es Monumento Histórico Nacional desde 1956, luego de haber servido
sucesivamente como sede del Convento de San Francisco desde su construcción
hacia 1577, asiento de la Cámara de Diputados del Congreso Nacional hasta 1845 y
sitial de la Universidad Central de Venezuela hasta 1953. De tal manera que
este malsano ataque al Palacio toca en lo más profundo al alma nacional y a la venezolanidad.
Por esa misma razón, por el extraordinario
valor histórico de esta edificación para Venezuela y los venezolanos, el
Palacio de las Academias debería ser un recinto cuidado con esmero por los gobiernos
nacional y local, protegido por esos mismos cuerpos de seguridad del estado apostados
en las colindantes instalaciones del Palacio Legislativo o Asamblea Nacional, del
Consejo Nacional Electoral y de la Alcaldía Libertador. No es ése el caso hasta
ahora.
El asalto al Palacio se suma
a los innumerables actos de violencia que ocurren diariamente en este momento
infausto para los venezolanos de bien. No obstante, no es cuestión de
amilanarse; más bien, crecernos en la adversidad, continuar con nuestra labor
ductora hacia la sociedad venezolana, obligados por ley e impulsados por nuestros
valores cívicos. En fin, seguir cimentando presente y futuro. Y apoyarnos en todos
aquellos que valoran una sociedad distinta a la anomia actual, una sociedad
fundada en el conocimiento y el progreso, que vendrá con esas “luces para
construir la nueva Venezuela” a las que se refirió la Conferencia Episcopal en
su reciente
exhortación.
TUITEANDO:
- Según el Observatorio Venezolano de
Violencia, 2016 cerró con 28.479 asesinatos, con lo cual la cifra total de
homicidios se elevó a 106 mil en los 4 años de este período constitucional.
Todo un record que nos ubica como el segundo país más violento del mundo, con
exclusión de países en guerra.
-
Desplome del 23% del PIB e inflación de 830%
en 2016 son las cifras
preliminares del Banco Central de Venezuela. Otro logro económico de la
revolución.
- Mortalidad materna, infantil, enfermedades
-incluso reaparición de algunas erradicadas- y niños desnutridos y mal
alimentados marcaron el campo de salud
venezolano en 2016.
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