Este artículo será publicado el jueves 17 de noviembre de 2016 en Tal Cual Digital, en mi columna quincenal "Al compás de la ciencia", como modesto homenaje a la 66ª Convención Anual de la AsoVAC, actualmente en desarrollo, así como reconocimiento a la directiva y demás colegas que le dan vida.
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AL COMPÁS DE LA CIENCIA
GIOCONDA SAN BLAS
CONSTRUYENDO PATRIA: LA CONVENCIÓN ANUAL DE LA ASOVAC
Sobreponiéndose
a la dura realidad nacional, la Asociación Venezolana para el Avance de la
Ciencia (AsoVAC) activa su 66ª
Convención Anual, bajo el lema: “Lo universal y lo local en ciencia,
tecnología e innovación”. Creada en los años difíciles de la dictadura de Pérez
Jiménez bajo el liderazgo de Francisco De Venanzi, titán de nuestro paisaje académico
en la segunda mitad del siglo XX, la AsoVAC y su convención anual han servido
de espejo de la nación desde que en 1950 comenzó su andar en una tierra que no
creía (sigue sin creer) en la actividad científica y tecnológica como ruta
indispensable para el desarrollo material y espiritual de una nación moderna.
La
persistencia de las sucesivas directivas de la AsoVAC en organizar su
Convención Anual es digna de encomio, sobre todo en momentos como los actuales,
cuando todo en el país parece derrumbarse. El ánimo, abatido por las
estrecheces vivenciales y la incertidumbre política, encuentra solaz al toparse
durante las semanas del 14 al 25 de noviembre con una programación científica
de foros, simposios, talleres y conferencias a lo largo y ancho del país, al
cobijo de la 66ª Convención.
Al
presentar el programa, la directiva actual nos recuerda que “si bien las reglas
de la ciencia aspiran a ser universales, su quehacer es local, porque es en
este entorno donde el científico puede hallar las motivaciones a su
investigación”. Así las cosas, el programa va desde simposios sobre la caraota
hasta foros en gestión de innovación y tecnología; de sesudas conferencias en
las fronteras de la ciencia y de la microbiología hasta reportes
epidemiológicos sobre la reemergencia de enfermedades infecciosas; del uso de
modernas tecnologías para la educación hasta temas de economía, historia y ciencias sociales.
Es
decir, a pesar del empobrecimiento intelectual provocado por la desbandada de casi
1.600 investigadores fuera de nuestras fronteras, todavía hay grupos
científicos que se esfuerzan en mantener líneas de investigación meritorias en
el país. Nada que objetar a quienes buscan afuera lo que no encuentran adentro,
cada quien tendrá sus legítimos motivos para abandonar su tierra. Pero de tanto
llorar a los emigrados, hemos desvalorizado a quienes han decidido quedarse
para construir patria contra viento y marea.
No
es verdad que se quedan quienes no tendrían oportunidades fuera, como tampoco
es cierto que los expatriados sean sin excepción candidatos al Nobel. Hay de
todo de un lado y del otro. Y con todos queremos contar. Uno de esos investigadores
jóvenes que hasta ahora persiste en hacer ciencia en Venezuela, escribía
recientemente en su blog: “En
este chiquero temporal donde estamos sumergidos, todavía vivimos […] venezolanos
que hacemos buena ciencia así sea a pedradas, porque la creatividad y la
inteligencia poco tienen que ver con el dinero”.
En ese
mismo blog se menciona que de los 100 científicos venezolanos más citados en el
ranking de Google, 67 de ellos están activos en Venezuela, otros 8 activos
comparten pasantías en otro país, 8 siguen activos en el exterior, 15 están
retirados de la actividad científica y 3 a pesar de estar retirados, tienen
puestos en gerencia de la actividad científica. Es decir, 77 de los 100
científicos más citados del país siguen en esta tierra “con el propósito de
hacer del conocimiento y el desarrollo tecnológico algo tangible”. Ellos publicaron
unos 380 trabajos científicos en 2015 y su promedio de publicaciones por
año/investigador se ubicó en poco más de 5.
De
manera que la atmósfera de esta 66ª Convención Anual de la AsoVAC es propicia
para sacudir la nostalgia por lo que no tenemos o hemos perdido y más bien, animarnos
a reforzar lo que sí poseemos: investigadores jóvenes y no tanto, dispuestos a
seguir luchando por este país, talento local, creatividad en medio de la
estrechez, así como desterrados que desde la lejanía se disponen a contribuir a
la reconstrucción, cuando el tiempo llegue.
En
estos días de tanta incertidumbre y desazón, una amiga me trajo de vuelta una
frase de Antonio Gramsci, el notable filósofo, teórico marxista, político y
periodista italiano, cuya prisión en las infectas cárceles de Mussolini lo
llevó a una muerte prematura. Decía Gramsci que "el pesimismo es un asunto
de la inteligencia; el optimismo, de la voluntad". Nada más rotundo para
dar fe de que en nuestra comunidad científica, a pesar de los avatares, hay
todavía razones para el optimismo con inteligencia. La 66ª Convención Anual de
la AsoVAC es testimonio de ello.
Excelente artículo para una institución como AsoVAC. A seguir avanzando por la recuperación y reconstrucción del país. Gracias Gioconda por esas palabras de aliento y fortaleza. Alexis
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