Facundo Cabral

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jueves, 1 de octubre de 2015

Mi amiga, la "profe" Sofía

Quiero estar aquí para dar mi modesta contribución al cambio hacia una Venezuela decente; para meter toda esta rabia, toda esta frustración, en esa urna donde depositaré mi voto, luego de haber marcado mi preferencia (bien abajo y bien a la izquierda) en el tablero electrónico; en estos dos meses que faltan para el 6D quiero convencer a unos vecinos que habiéndose desencantado de su filiación roja, todavía deshojan la margarita pensando si van a quedarse en su casa sin votar, o votar por terceras postulaciones sin sentido, cuando lo único que cabe como salida en esta encrucijada es el voto unitario.


Imagen: http://noticiasvenezuela.info/2015/01/por-que-hay-anaqueles-vacios/


Tal Cual Digital


Opinión / Jueves 1o. de octubre de 2015 / 

http://www.talcualdigital.com/Nota/119118/Mi-Amiga-La-Profe-Sofia

AL COMPÁS DE LA CIENCIA

GIOCONDA SAN BLAS

MI AMIGA, LA "PROFE" SOFÍA


Profesora universitaria jubilada, de dilatada trayectoria académica a lo largo de 35 años, con trabajos meritorios de reconocimientos diversos, mi amiga la “profe” Sofía me mira con tristeza: “Hoy fui a mi supermercado de siempre, donde he hecho mis compras domésticas por décadas. Un anaquel más ha sido retirado porque según el gerente, es preferible vaciar el espacio y dejarlo como una pista de baile, y no enfrentarse a la desolación de unas estanterías desnudas porque no hay con qué llenarlas”. De todas formas, el local tiene hoy poca afluencia porque no han llegado productos regulados, que tampoco Sofía habría podido comprar porque hoy no es su día, según su número terminal de cédula.

De repente, su tristeza da paso a la rabia: “Compré medio cartón de huevos, medio kilo de jamón y otro tanto de queso blanco, algunas galletas y un paquete de cereal y esa minucia sumó más de Bs. 2.400, dos millones cuatrocientos mil de los de antes, los de verdad, monto con el que compré mi casa hace unos 30 años”. “¿Cómo hago para comprar todo lo que necesito para cubrir la canasta alimentaria básica (Bs. 44 mil o 6 salarios mínimos) o peor aún, la canasta familiar básica (Bs. 60 mil u 8 salarios mínimos) cuando mi jubilación apenas sobrepasa 2 salarios mínimos?”.

Compre productos regulados o no, Sofía se indigna a punto de infarto cuando al llegar a la caja es obligada a dejar las huellas de sus dos pulgares en la máquina captahuellas que ahora ha sido conectada a todas las redes de supermercados, farmacias y otros establecimientos de consumo masivo, como mecanismo definitivo de control y supervisión sobre sus gastos y rutinas domésticas; con esta tarjeta electrónica de racionamiento, el Gran Hermano sabrá cuándo impedirle comprar más de dos paquetes de arroz o pasta a la semana (cuando lo consiga) donde quiera que vaya, así como qué más y cuánto compra de lo mínimo exigido para un nivel decente de vida… si lo encontrara a disposición y tuviera el dinero para adquirirlo. Todo esto al mejor estilo de la dictadura cubana, a cuyos designios el régimen nos ha conducido.

Entonces la rabia de la “profe” Sofía se torna en desespero, al comprender por qué su hijo ha decidido llevarse lejos a su familia, a un país que aprecia su experiencia profesional y a una universidad de prestigio que está dispuesta a pagar por sus conocimientos. Con el sueldo que él ahora ganará, no sólo podrá mantener a su familia inmediata con dignidad y sin ahogos sino que además podrá mandar un sobrante que convertido en bolívares “fuertes” hará posible una mejor subsistencia para ella. Sofía, madre al fin, se alegrará del bienestar de su hijo mientras se conforma nostálgica con ver crecer a sus nietos por Skype.

Le pregunto a mi amiga la “profe” Sofía por qué no se va con su hijo, lejos de tanta ruina material y espiritual a la que nos ha llevado este régimen en más de tres lustros de agobios gubernamentales. Haciendo gala de la sabiduría que inspira su nombre, Sofía me dice: “Quiero estar aquí para dar mi modesta contribución al cambio hacia una Venezuela decente; para meter toda esta rabia, toda esta frustración, en esa urna donde depositaré mi voto, luego de haber marcado mi preferencia (bien abajo y bien a la izquierda) en el tablero electrónico; en estos dos meses que faltan para el 6D quiero convencer a unos vecinos que habiéndose desencantado de su filiación roja, todavía deshojan la margarita pensando si van a quedarse en su casa sin votar, o votar por terceras postulaciones sin sentido, cuando lo único que cabe como salida en esta encrucijada es el voto unitario”.

“Y quiero, querida amiga, invitarte el 7D a comer conmigo ese dulce de lechosa que todos me alaban, salido de mi fogón, de mis manos y mi corazón, aunque tenga que pagar Bs. 300 el kilo o más por la fruta y otro tanto por el papelón y los toques secretos de mi receta”.

Cuenta conmigo, mi querida Sofía, comeremos dulce de lechosa hasta el hartazgo.

También en: http://elrepublicanoliberal.blogspot.com/2015/10/gioconda-san-blas-mi-amiga-la-profe.html




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