GIOCONDA SAN BLAS
YO PROTESTO
“No
podemos permanecer indiferentes a lo que hoy sucede. El inmenso grado de
corrupción que plaga todas las esferas de nuestro país, la gran cantidad de
privilegios con que cuentan algunos, la falta de castigo a las personas que
todos sabemos culpables de haber tomado indebidamente dineros públicos, las
políticas económicas que colocan en posición deplorable a los venezolanos más
sencillos, la venta a consorcios extranjeros de nuestras empresas
fundamentales, la imposibilidad que tiene la gran mayoría de satisfacer sus
necesidades básicas, la ineficiencia del sistema y de todos los servicios
públicos y en fin, el desconocimiento de nuestra soberanía en todos los
terrenos, nos fuerzan a tomar una acción destinada a reivindicar la democracia”.
¿Estaría
de acuerdo con el párrafo anterior para aplicarlo a la realidad de hoy? ¡Claro
que sí! ¿Lo suscribiría usted, apreciado lector? ¿De quién cree que es su
autoría? No es de líderes del momento ni es de hoy. Es de febrero de 1992, tomado
de la incendiaria proclama con que un grupo de militares felones pretendieron
justificar el inconstitucional acto de dar un golpe de estado e intentar un
magnicidio contra el entonces presidente democráticamente electo y en funciones.
Aquellos frustrados golpistas de entonces son los mismos que desde hace 15 años
mal gobiernan al país, bajo la premisa de que resolverían los problemas
denunciados entonces.
La
rabia nos invade cuando miramos a nuestro alrededor y vemos el inmenso grado de corrupción que plaga
todas las esferas de nuestro país: hospitales por los que se han pagado
enormes sumas y comisiones en obras para su rehabilitación, sin que los
pacientes disfruten ahora de mejores servicios hospitalarios; sobreprecios en
importación de alimentos; US$ 25 mil millones esfumados de las arcas de la
nación a través de CADIVI, sin que hasta ahora haya ninguna averiguación por
parte de la Fiscalía; la por demás evidente dilapidación de US$ 1 millón de
millones, ingresados al país por concepto de petróleo, como maná del cielo, sin
que el país se haya beneficiado en infraestructura, salud, educación,
ciencia y tecnología, agricultura, que hoy lucen destartaladas.
De
nada han servido las innumerables denuncias debidamente documentadas que siempre
desembocan en la falta de castigo a las
personas que todos sabemos culpables de haber tomado indebidamente dineros
públicos. Así, los denunciantes acaban denunciados y no les queda más
remedio que llevar el registro de las fechorías en tribunales internacionales;
el TSJ convertido en alcahuete de una justicia servil a los designios de los
amos del poder, al punto de que antiguos magistrados, llevados por no sé qué
acto de contrición, ellos mismos culpables de corrupción, tratan de lavar sus
culpas denunciando tales manejos, sin que nada sea investigado, a conciencia de
que pronto serán noticia de ayer, porque un nuevo escándalo sacudirá el nuevo
día.
Yo
protesto por la gran cantidad de
privilegios con que cuentan algunos. El inconstitucional nepotismo es
moneda corriente del régimen; numerosos miembros de las familias cercanas a los
poderosos usan para disfrute privado los dineros, carros, aviones, propiedades, personal
de seguridad, que pertenecen a la nación, a la vez que ocupan altos cargos en
la administración pública; el hijo del presidente, de 23 años y sin experiencia
profesional, es nombrado director de la nueva Escuela Nacional de Arte; las
hijas del difunto expresidente, decididas a prolongar una ilegítima herencia
monárquica, rehúsan desalojar La Casona, residencia oficial del presidente en
ejercicio, cónyuge e hijos menores, sin que el propio presidente pareciera
tener poder para expulsarlas. Todos en una orgía de echar mano y disfrutar de
la hacienda nacional como si fuese su peculio personal, sintiéndose
invulnerables, en el mejor estilo de los grandes sátrapas que en el mundo han
sido.
Todo
esto a costa de la miseria de nuestro pueblo que agobiados por las injusticias
de los años 90, se ilusionaron con la esperanza de un mundo mejor para sí y los
suyos. Es así que hoy las políticas
económicas que colocan en posición deplorable a los venezolanos más sencillos,
la imposibilidad que tiene la gran mayoría de satisfacer sus necesidades
básicas nos han conducido a las puertas de una crisis sin precedentes en
décadas. El INE reconoce el aumento en los niveles de pobreza de 21,2% (2012) a
27,3% (2013), de 1,5 a 1,9 millones de hogares, con el trasfondo de un millón
de millones de dólares ingresados a las arcas en 15 años, dilapidados en
delirios y corrupción. La canasta familiar básica, según el Cendas, está en junio
de 2014 en Bs. 20.560, es decir, 4,8 salarios mínimos, con una variación
anualizada de 77,4%, lo cual se traduce en Bs. 8.972,21 adicionales, monto
superior a dos salarios mínimos, y una inflación de las más altas del mundo,
que considerada desde 1999 hasta hoy ronda 2.300%. De la fuerza de trabajo del
país, 8 millones de personas sufren por causa de desempleo, subempleo o trabajo
precario, una tasa de desempleo rayana en 14%. Con tres devaluaciones de la
moneda en el último año (solo la del SICAD II equivale a casi 700%) y una
cuarta en puertas, el poder adquisitivo del bolívar se ha esfumado, somos más
pobres que nunca. No hay cómo salir del atolladero en que se encuentra la
economía sin que medie una devaluación significativa del bolívar. Un modelo
económico fracasado que ni siquiera a US$ 100 por barril de petróleo le permite
sobrevivir.
También
protesto la venta a consorcios
extranjeros de nuestras empresas fundamentales como por ejemplo los 32
convenios operativos suscritos por el estado venezolano con empresas
transnacionales en 2006, con lo que las empresas extranjeras pasaron a ser
socias del negocio en territorio venezolano. Según Chevron, su beneficio es de
$ 6 millones diarios en los yacimientos controlados por ella, negocios en la plataforma
deltana, la faja del Orinoco o el proyecto “Prospección Geológica Nacional de
Venezuela”, a cumplirse en 5 años, a partir de un acuerdo marco firmado a
espaldas del país y de la Asamblea Nacional el 24/2/12 en Caracas, entre CITIC
Construcción Co. Ltd, empresa estatal china, y el Ministerio de Petróleo y
Minería. No quedará pepita de oro ni veta de hierro, plata o coltán sin
inventario, a los fines de exprimir al máximo al país traicionado por el
régimen.
Pero
la entrega de nuestro país a China, es sólo un aspecto del desconocimiento de nuestra soberanía en todos los terrenos. Con los
38 acuerdos suscritos esta semana, la participación china abarca 15 sectores
estratégicos: petróleo, agro, vivienda, industria, finanzas, servicios,
electricidad, minería, transporte, telecomunicaciones, seguridad y defensa,
tecnología, transporte, ambiente e infraestructura, en los que los chinos
buscan producir materias primas que alimenten su crecimiento industrial, sin que ello redunde en formación de recursos humanos locales ni aprovechamiento de mano de obra local. En
siete años se han firmado préstamos por 56 millardos de dólares, más que
duplicando las magras reservas internacionales de Venezuela, enflaquecidas por el asalto de quienes las han usado a discreción como fortunas propias. Un Fondo Chino
inauditable, administrado formalmente por Bandes, pero discrecionalmente por el
régimen, en obras que finalmente no se ven porque los apagones siguen, el
sistema vial del país está ruinoso, las viviendas apenas se construyen y la
agricultura no produce. Hemos sido entregados a China.
Según
Américo De Grazia, diputado por el estado Bolívar, China opera de hecho en la
Ferrominera, canalizaciones del Orinoco y las Minas de la Cristina/Oro, las más
ricas de Venezuela y 6ª del mundo; China exige anular toda contratación
colectiva de las empresas CVG y su entrega a la China Minmetals Corporation,
así como la reducción del 40% de la nómina de trabajadores, lo que ha derivado en la descalificación de
Diosdado Cabello, presidente de la AN, al contrato colectivo de Sidor. Nada más apropiado, entonces, que el regalo
que el presidente chino Xi Jinping obsequió a Diosdado: ¡un jarrón chino!
El desconocimiento de nuestra soberanía
en todos los terrenos tiene además otras dos facetas. Una de
ellas, territorial. La reclamación del Esequibo y la defensa de nuestros
derechos en la fachada atlántica del Delta del Orinoco han sido dos temas a los
que el régimen, por negociados geopolíticos con el Caricom, no les ha prestado
la debida atención, acercándose de hecho a una entrega de nuestro territorio. Guyana
ha presentado unilateralmente a la comunidad internacional una línea de
delimitación de áreas marinas y submarinas entre la zona en reclamación y el
estado Delta Amacuro orientada hacia occidente, que le cercena a Venezuela
centenares de miles de kilómetros cuadrados de zona económica exclusiva,
cerrándole además la libre salida al Atlántico. Venezuela debe afirmar
públicamente que la salida libre al Atlántico no es negociable y la Armada debe
continuar su tradicional patrullaje en la zona. Permitirle a Guyana, por
razones políticas e ideológicas, que avance en esta materia constituiría una
gravísima amputación de nuestra fachada Atlántica, además de reconocer que la
Zona en Reclamación pasaría a ser de ellos. Hasta ahora nada de esto se ha hecho, cayéndose en el peligroso terreno de la aquiescencia, que en lenguaje diplomático significa consentimiento por la vía de los hechos.
El
otro aspecto del desconocimiento de
nuestra soberanía en todos los terrenos, insoslayable para cualquiera que toque
el tema y se conduela de nuestros problemas soberanos, es el referente a
nuestra soberanía como nación republicana y la cesión que de ella ha hecho el
gobierno de Venezuela al régimen oprobioso de los hermanos Castro en Cuba. Lo
que se ha llamado “la invasión consentida”: cerca de 70 mil cubanos pasando
como médicos, terapeutas, técnicos de deportes, militares con funciones
directoras en despachos, registros, notarías, en los servicios de inteligencia
y hasta un economista cubano, Orlando Borrego, cuya única credencial es haber
sido estrecho colaborador del Che Guevara (más en dar rienda suelta a sus
instintos asesinos en “La Cabaña” que en manejar con éxito la ruinosa economía
cubana), traído por el régimen (el cubano-venezolano, que ya es uno solo) para
ayudar a profundizar el modelo cubano en su nueva provincia venezolana.
Para
el régimen, Venezuela nació en 1999, antes no había nación. Tal vez por eso le
es tan fácil traicionarla. Nos tocará a nosotros reivindicar la democracia traicionada por quienes la usaron como
excusa hace 22 años para levantarse en armas.
También en: http://elrepublicanoliberal.blogspot.com/2014/07/gioconda-san-blas-yo-protesto.html
http://www.noticiasdevenezuela.org/2014/07/24/yo-protesto/
También en: http://elrepublicanoliberal.blogspot.com/2014/07/gioconda-san-blas-yo-protesto.html
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