Tal Cual
Política / Jueves 30 de enero de 2014 / p. 4
AL COMPÁS DE LA CIENCIA
GIOCONDA SAN BLAS
PABELLÓN CON BARANDA
En 2008, la Organización de
las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura se basó en las
maquilladas estadísticas del régimen para anunciar que el descenso en el Índice
de Subnutrición era tal que Venezuela ya había satisfecho la Meta del Milenio
para 2015. A lo que el Instituto Nacional de Nutrición (INN) añadió delirante que
el 98% de la población comía más de tres veces diarias, “en razón de las
políticas gubernamentales en seguridad y soberanía alimentaria y dado el
incremento en el poder adquisitivo del ingreso familiar”.
En esa línea, el Instituto
Nacional de Estadística quiere hacernos creer que la Canasta Alimentaria
Normativa para una familia de 5 personas fue de Bs. 3.324 en diciembre de 2013,
0,68% más barata que el mes anterior.
Más realista, el Centro de Documentación
y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros informa que ese mes la
Cesta Básica para una familia de 4 personas fue de Bs. 6.234, subiendo a Bs. 15.622 cuando a ella se le añaden
productos de higiene, servicios, vivienda, educación, salud y vestido y calzado
para formar la Canasta Básica Familiar: 5,3 salarios mínimos, con una inflación
de 56% (en alimentos casi 75%) en 2013.
No en balde, en su reciente
informe “Lo suficientemente bueno para comer”, la organización global para el
desarrollo Oxfam señala que si bien en cuanto a desnutrición y niños con bajo
peso Venezuela tiene nivel aceptable, la nación se ubica por debajo de todos
los países suramericanos y el 13º peor del mundo en costo de los alimentos, promediando
en la posición 71 entre 125 países. Oxfam también mide calidad y salud
alimentarias, relativos a la obesidad. De nuevo, cifras en rojo: el país ocupa
el primer puesto en América del Sur y noveno en el mundo en población obesa.
El propio INN admitió en
2009 un 20% de sobrepeso y obesidad y 16 % de desnutrición en la población de 5
a 16 años, causados por una alimentación desbalanceada o insuficiente. Es que una
dieta equilibrada en proteína (carnes), poca harina y azúcar, mucho vegetal y
fruta, se hace cuesta arriba para la familia venezolana cuando la inflación se
come sus magros salarios. Pagar Bs. 50 ó 35 por kilo de cebolla o tomate, o Bs.
150 por kilo de pescado resulta inalcanzable para las grandes mayorías. Inevitable
entonces su sustitución por harinas de todo tipo que además, con una escasez de
22,2% (dato BCV), hay que conseguirlas en largas y humillantes colas.
El muy criollo pabellón con
baranda, hecho con carne mechada (de Brasil), arroz (de Guyana), caraotas
refritas (de Dominicana) y plátano frito (¿de Barlovento?) no estará completo
nutricionalmente, a menos que lo complementemos con costosos vegetales y frutas
que ahora, con una inflación desatada y la reciente devaluación (“sistema dual
de cambio”) de casi 100%, nos costarán cada vez más.
¡Tremenda seguridad y soberanía alimentarias!
¡Tremenda seguridad y soberanía alimentarias!
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http://elrepublicanoliberal.blogspot.com/
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