Facundo Cabral

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sábado, 16 de noviembre de 2013

Las tramas de la política venezolana

Leer “La Política y sus Tramas, Miradas desde la Venezuela del Presente” (Ed. Marcelino Bisbal; Colección Visión Venezuela, Ediciones de la UCAB, 2013) es toparse con Jano bifronte: por una parte, a pocos meses de la desaparición física de Hugo Chávez, mirar ese pasado reciente que ya nos luce tan remoto; al mismo tiempo, ubicarse en el presente y el futuro, sintiendo que esa figura aún modela mucho de nuestro acontecer como país.






Comunicación (Centro Gumilla, UCAB)
No. 163-164, p. 132, 2013


GIOCONDA SAN BLAS

LAS TRAMAS DE LA POLÍTICA VENEZOLANA


Leer “La Política y sus Tramas, Miradas desde la Venezuela del Presente” (Ed. Marcelino Bisbal; Colección Visión Venezuela, Ediciones de la UCAB, 2013) es toparse con Jano bifronte: por una parte, a pocos meses de la desaparición física de Hugo Chávez, mirar ese pasado reciente que ya nos luce tan remoto; al mismo tiempo, ubicarse en el presente y el futuro, sintiendo que esa figura aún modela mucho de nuestro acontecer como país.

El libro es producto del seminario “La política venezolana y la construcción de mayorías más allá de lo electoral” (UCAB, 13 y 14 de noviembre de 2012), a posteriori de la última elección presidencial que Chávez ganara el 7 de octubre. De manera que el texto no plantea las consecuencias de los sucesos que gravitan sobre el país desde que el 8 de diciembre de 2012 el presidente se dirigiera a la nación por última vez y el 5 de marzo de 2013, cuando fue anunciado su deceso. Mucho menos se aborda la vorágine subsiguiente. Por eso el libro, siendo reciente, se lee en clave de pasado, aunque con reflexiones útiles para el devenir político venezolano actual. Como menciona el editor en su prólogo: “…en este libro… hallará pistas para que cada uno dé su propia respuesta y hasta su propia interpretación de lo que pasó y está por venir”

En 24 capítulos, los especialistas invitados abordan variados temas sociales, políticos y electorales. Ellos escriben desde la oposición. La figura de Hugo Chávez y la proyección del chavismo en la vida nacional son analizadas desde diversos ángulos. Pero también las insuficiencias o errores de los factores opositores en su lucha por la conquista del poder son objeto de reflexión.

Se nos reiteran pruebas sobre las libertades cercenadas, las presiones sobre los medios de comunicación, la criminalización de la protesta, el afán totalitario. Por otro lado, se intentan comprender las razones de la alta popularidad de Chávez, a pesar de los desastrosos resultados de gestión a lo largo de 14 años. Se nos dice que la era de Chávez se caracterizó por mostrar la realidad de los venezolanos olvidados por sus élites: él los reconoció y les dio significado a sus vidas, prometiendo vengarlos y recuperar el igualitarismo omnipresente en nuestra historia (p. 81). Las misiones le dan forma a esa aspiración y a la vez generan una relación clientelar entre el gobierno y el elector para instalar una sociedad totalitaria, en un engañoso juego electoral “democrático”, sociedad en la que todo debe subordinarse a la ideología pseudo-socialista del partido oficialista. Esto al modo de Walter Ulbright, líder del Partido Comunista de Alemania del Este en 1945: “Debe lucir democrático, pero debemos tener todo bajo control”.

El libro, orientado más hacia lo electoral, no se detiene con detalle en lo ideológico. Se nos habla de dos vértices básicos en el discurso: uno histórico-nacionalista-bolivariano y otro redentorista-cristiano-socialista, ninguno de los cuales se corresponde palabra por palabra a la base teórica de la que proviene, con apropiaciones particulares de “catolicismo popular” y marxismo (p. 143). El gobierno comunal propiciado por el gobierno como parte de ese discurso incentiva la participación política de comunidades desarrollando “archipiélagos” cuyo único vínculo asociativo es la dependencia material e ideológica con el gobierno o el partido de gobierno, en una estrategia de fragmentación de la sociedad para su mejor control (p. 91). “Divide y vencerás” es la divisa.

Como quiera que en política la percepción vale más que la realidad, la oposición necesita revertir esa percepción de gestión exitosa presidencial que subsiste en la mitad de la población. Para que eso ocurra debemos hacer más que contemplar pasivamente el eventual derrumbe de un sistema por sus propios errores. La oposición en estos años ha descuidado la lucha social, el trabajo de base en los barrios, incapaz de capitalizar los descontentos en esos sectores (p. 191). Una cita de Luis García Mora (p. 173) resume, a mi juicio, parte de nuestra tragedia como opositores: “todo lo ocurrido se ha producido por la ausencia de una política opositora en el terreno de los excluidos. En ellos se ha centrado la política del oficialismo, capitalizando el empoderamiento social y su estímulo, llevándolo más allá de lo posible, precisamente porque no ha habido una oposición que tenga una oferta política para los sectores populares mayoritarios. Ya no se puede tener liderazgo político sin un liderazgo social”.

Tan cierto es que cuando se analizan las variables sociodemográficas en función de las votaciones (p. 102 y siguientes), se concluye que las entidades federales en las que Chávez se ubica con porcentajes por encima del 59% pertenecen al grupo con menor desarrollo humano en el país, en 124 municipios, mientras que aquellas donde la oposición registra porcentajes por encima de 41% se encuentran en el grupo de desarrollo humano alto, en 19 municipios, en una evidente asociación entre pobreza y votación favorable a Chávez. Llegados a este punto, me asalta el inquietante pensamiento de que para el régimen es importante mantener a la población en los grupos de desarrollo humano bajo, en estado de pobreza, a fin de garantizar su perpetuación en el poder.

La intromisión de la religión (lo privado) en la política venezolana (lo público) del siglo XXI, a contravía del progreso y la modernidad, es también analizada. Desde el siglo XIX, el Estado venezolano ha sido laico por obra de las acciones que en ese sentido ejecutó Antonio Guzmán Blanco y a las cuales se apegaron todos los presidentes subsiguientes. Hete ahora que en pleno siglo XXI, tenemos por una parte un Chávez sincretista religioso a conveniencia, mezclando elementos del marxismo, catolicismo popular, evangelismo, brujería, religiones populares y teología de la liberación para acaparar el imaginario de sus seguidores. Y por otra, un líder opositor (Henrique Capriles Radonski) que va construyendo su carisma con fe mariana, inserta en la religión católica tradicional. Con un dejo de ironía, Arturo Peraza S. J. nos informa que “la Virgen es de oposición y Jesús, chavista” (p. 164).

Esto y mucho más hay en “La Política y sus Tramas”, un libro que nos nutre de ideas para el debate en esta convulsionada sociedad en la que nos ha tocado vivir.

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