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miércoles, 11 de abril de 2012

Carta a un joven científico

Los grandes temas de CyT, educación y otros siempre tocan la política, entendiendo por tal el arte del buen manejo de la nación en beneficio de la sociedad, en líneas de acción del Estado surgidas por consenso plural y no por imposición de una parcialidad.


Tal Cual
Política / Jueves 2 de JUNIO de 2011 / p.8

AL COMPÁS DE LA CIENCIA


GIOCONDA SAN BLAS

CARTA A UN JOVEN CIENTÍFICO

Querido colega:

Sobre la pertinencia social y política de la ciencia y la tecnología (CyT), comentabas que debemos limitarnos a temas asociados con la praxis de la CyT, sinque la política tiña la discusión. Falso. Los grandes temas de CyT, educación y otros siempre tocan la política, entendiendo por tal el arte del buen manejo de la nación en beneficio de la sociedad, en líneas de acción del Estado surgidas por consenso plural y no por imposición de una parcialidad.

Sobre asuntos de CyT que requieren de conocimientos especializados, el Estado debe recurrir a los expertos. No se improvisa un cardiólogo, tampoco un científico o un tecnólogo. Todos ellos requieren de una formación rigurosa que exige tiempo, esfuerzo, maduración y experiencia para ayudar a la construcción de un país moderno. No serán improvisados cultores de la ciencia los que puedan asumir estas funciones.

Por tanto, es preciso convocar a los especialistas para el debate fructífero sobre las bondades o limitaciones de temas prioritarios en CyT y sus inevitables implicaciones políticas y sociales, debate que debe darse bajo el principio de libertad académica, sin temores ni censuras.

La historia está llena de casos en los que científicos de la época callaron, cuando era su voz la que debía alzarse para impedir los dislates y abusos que se ejecutaron bajo la bandera de una pseudociencia cómplice. La ciencia se basa, pues, en una reflexión crítica y libre, fundamental en un mundo democrático.

Según la Unesco, el saber científico se ha transformado en un factor decisivo de producción de riquezas y su distribución se ha vuelto más desigual, al punto que la mayoría de los pobres está excluida de los beneficios del saber científico. La investigación científica y la utilización de ese conocimiento deben orientarse hacia el bienestar de la humanidad y la reducción de la pobreza, respetando la dignidad y los derechos humanos, teniendo en cuenta nuestra responsabilidad hacia las generaciones presentes y futuras.

Es decir, la comunidad científica tiene el deber, como afirma la Constitución de la Unesco, de promover la solidaridad intelectual y moral de la humanidad, base de una cultura de paz.

Para esto es imprescindible que los gobiernos, la sociedad civil y el sector productivo contraigan un compromiso firme con la ciencia, y que los científicos asumamos un acuerdo vigoroso en pro del bienestar de la sociedad. Y esto, mi querido amigo, es hacer política en el mejor sentido de la palabra.

Ten presente que una nación que descuida a la CyT o que la pervierte con la disolución de los parámetros universales que le dan validez, condena a su sociedad al retroceso o al estancamiento. En esta época, culturalmente definida como sociedad del conocimiento, tales atrasos son dañinos o irreversibles.

Con afecto

Tu colega

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