«...en el sistema escolar venezolano se desvirtuó el derecho humano a desarrollar los potenciales creativos y el sentido de su dignidad en la sociedad democrática. La educación dejó de ser instrumento para construir las capacidades científicas, humanísticas y tecnológicas al servicio de la sociedad»
https://talcualdigital.com/nyt-en-las-escuelas-de-venezuela-los-estudiantes-se-desmayan-de-hambre/
https://talcualdigital.com/educacion-herramienta-para-el-cambio-por-gioconda-cunto-de-san-blas/
GIOCONDA CUNTO DE SAN BLAS
EDUCACIÓN, HERRAMIENTA PARA EL CAMBIO
In memoriam, Olga Ramos.
Se calcula que el 50% de
las actividades laborales existentes hoy serán desplazadas por otras formas
de relación laboral basadas en la automatización, robótica, inteligencia
artificial y otras, en el marco de la 5ª Revolución Industrial de este siglo
XXI. Es decir, un cambio masivo en las necesidades de la fuerza laboral del futuro,
ante lo cual muchos países no están reaccionando con la rapidez necesaria para
actualizar sus sistemas educativos, indispensables para prepararse hoy en el
mundo del mañana.
Ante ese panorama ¿los
venezolanos en el país, en particular los niños y jóvenes de hoy, están en
condiciones de sumarse como comensales al festín de los países desarrollados? Veamos.
Datos recientes,
provenientes de la Escuela de Educación de la Universidad Católica Andrés Bello
(Programa
Secel, UCAB), del Diagnóstico
Educativo de Venezuela, o de FundaRedes,
por citar unos pocos, ratifican una vez más la pobre educación que actualmente
reciben nuestros niños, producto de un deterioro continuado a lo largo de décadas,
particularmente en las últimas dos.
Según esas
instituciones, los alumnos del sistema educativo venezolano carecen de conocimientos
necesarios en matemáticas (desarrollo del pensamiento lógico expresado en la
resolución de problemas, modelaje y representaciones del entorno) y habilidad
verbal (comprensión lectora, habilidades gramaticales, ortografía y redacción),
por lo que su nivel de competencias en estas áreas se deteriora a medida que avanzan
en bachillerato, más en alumnos de escuelas públicas que privadas.
Las cifras respaldan tales
aseveraciones: más de 16 mil pruebas en 17 estados y Caracas arrojan como
resultado casi 70% de estudiantes reprobados en matemáticas. La calificación promedio
obtenida por alumnos de 6º grado de primaria a 5º año de bachillerato en
instituciones privadas fue de 9,80 puntos (escala de 1 a 20; mínimo
aprobatorio, 10), mientras en las públicas fue de 7,87.
En habilidad verbal, la
realidad fue igualmente grave: 61% de los alumnos reprobó. La nota promedio fue
de 10,48 y 8,20 en estudiantes de colegios privados y públicos,
respectivamente, una muestra de que la condición socioeconómica arrastra hacia
abajo a quien menos tiene.
Abundando en cifras, el
Diagnóstico
Educativo de Venezuela nos plantea que en 2021 la población estudiantil de
primaria y bachillerato fue de 6,5 millones versus los 7,7 millones inscritos
en 2018, es decir, 1,2 millones de niños
y adolescentes fueron excluidos del sistema educativo, unos porque emigraron y
otros, por falta de condiciones para asistir a los planteles, dada la emergencia
humanitaria compleja en la que vivimos desde 2016.
A esto se añade el
cuadro docente: en 2021 la plantilla
total alcanzó 502 mil maestros, es decir, 197 mil profesores menos (-28%) que
los 699 mil que trabajaban en las escuelas y liceos del país en 2018, de los
cuales, poco más de 40% emigró, entre otras razones por huir de un salario
docente por debajo del umbral de la pobreza. A falta de suplentes, a veces los
cargos vacantes han sido cubiertos de manera improvisada por personas no
preparadas para la función docente.
Nada de eso se cumple. Olga
Ramos, destacada integrante de la Asamblea de Educación, cuya partida
reciente ha dejado un vacío difícil de llenar, nos decía: «Estamos con una
educación fallida en un Estado fallido. Las gobernaciones y las alcaldías no
tienen presupuesto ni el ministerio de educación tampoco».
En un duro
cuestionamiento, HumVenezuela
(plataforma independiente desarrollada por la sociedad civil venezolana para el
monitoreo, documentación y seguimiento de la emergencia humanitaria compleja)
plantea que «en el sistema escolar venezolano se desvirtuó el derecho humano a
desarrollar los potenciales creativos y el sentido de su dignidad en la
sociedad democrática. La educación dejó de ser instrumento para construir las
capacidades científicas, humanísticas y tecnológicas al servicio de la sociedad».
En uno de sus
tuits, Olga nos invitaba a «trabajar
por un país en el que no exista motivo para que un niño deje de ir a la escuela
y con docentes altamente calificados e innovadores, que tengan la calidad de
vida que su labor amerita, que sean evaluados permanentemente y en el que el maestro
sea un modelo a seguir». Será tarea nuestra honrar ese cometido. Otros países
lo han hecho. ¿Por qué no nosotros?
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