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DISCURSO EN OCASIÓN
DEL DÍA CENTENARIO DE LA ACADEMIA DE CIENCIAS FÍSICAS, MATEMÁTICAS Y
NATURALES
Gioconda Cunto de San Blas,
Presidenta
Caracas, 19 de junio de 2017/
Acto pospuesto para el
11 de julio de 2017
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INTRODUCCIÓN
Para
la Directiva y demás miembros de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y
Naturales es motivo de especial regocijo congregarnos en este histórico
Paraninfo para celebrar el día centenario de nuestra Corporación en compañía de
Academias e instituciones hermanas, de colegas y amigos que por tantos años han
compartido nuestras vivencias y aportado a nuestro crecimiento vigoroso como
institución, a tono con las circunstancias que nos ha tocado vivir a lo largo
de estos acontecidos 100 años de existencia.
MARCO
HISTÓRICO
La
Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales o Acfiman, para usar el
acrónimo informal con que acortamos su larga denominación de origen, nació
oficialmente el 19 de junio de 1917 hace exactamente un siglo, en ley ejecutada
por el entonces presidente provisional Victorino Márquez Bustillos en su papel
de títere del dictador de turno Juan Vicente Gómez. Fuera del país se libraba
la Primera Guerra Mundial, se incubaba la grave epidemia global de influenza o
gripe española que tocaría nuestras fronteras poco después y también es de esa
época el reventón del pozo petrolero Zumaque, el primero de muchos que darían
un vuelco a la Venezuela agrícola y rural de entonces para convertirla en urbana.
Es
en ese entorno que se funda la Acfiman, cuya primera atribución sería la de
“esforzarse porque las Ciencias Físicas, las Matemáticas y las Naturales
alcancen en el país el mayor desarrollo y adelanto”.
DESARROLLO
ACADÉMICO
No
fue sino hasta 1933, dos años antes del fin por muerte natural de la dictadura
gomecista, cuando se nombraron los primeros numerarios que dieron vida a la
Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales.
En
sus documentos fundacionales queda establecido que la Corporación estará
integrada por 30 Individuos de Número, 20 Miembros Correspondientes Nacionales
y 30 Miembros Correspondientes Extranjeros y dirigida por una junta compuesta de
Presidente, dos Vicepresidentes, Secretario, Tesorero y Bibliotecario, que
durarán dos años en sus funciones. La primera junta directiva estuvo integrada
por Luis Vélez como presidente, acompañado por Eduardo Calcaño, Alfredo Jahn,
Miguel Parra León, Ernesto León y Eduardo Röhl en los demás cargos. 22 ingenieros, 5 médicos, 1 matemático, 1 geólogo
y 1 agrónomo constituyeron el plantel de esa Academia inaugural, respondiendo a
los criterios de la época en cuanto al entendimiento de las ciencias.
Hoy,
en cambio, nuestra Corporación tiene un perfil más ajustado a los cánones
reconocidos ahora como propios de la ciencia. Ya hay apenas 3 ingenieros, dado
que ellos ahora tienen un nicho propio en la casi veinteañera Academia hermana
de Ingeniería y el Hábitat. Los 27 sillones restantes están asignados
fundamentalmente a especialistas ocupados en ciencia experimental y sus
aplicaciones: 8 químicos o farmacéuticos, 7 biólogos o agrónomos, 3
matemáticos, 3 geólogos y un médico, quedando 5 sillones vacantes por
fallecimiento de sus titulares, en espera de ser ocupados en un futuro cercano
con nuevas generaciones de científicos. Cuatro de sus Individuos de Número
somos mujeres, un número que desde 2007 cuando se incorporó la primera de
ellas, seguirá creciendo a medida que se llenen las vacantes, dado el interés
que tenemos en la Acfiman por resaltar el trabajo de la mujer científica en
nuestro país, reflejado en nuestro Programa de Mujeres en Ciencia.
La
Ley consagra a la institución como órgano consultor del Estado al facultarla
para “estudiar los asuntos de su competencia que el Ejecutivo Federal someta a
su consideración”. Unos pocos ejemplos que tomo al azar nos dan la dimensión de
esas contribuciones. Ya en 1937 y por solicitud del Ministro de Agricultura y
Cría, la Academia se involucra en las obras de catastro nacional requeridas por
esa Venezuela rural y desasistida que despertaba de la pesadilla gomecista. Más
adelante, la Acfiman participa en la delegación venezolana que conjuntamente
con otra de Gran Bretaña delimitarían las zonas submarinas en el golfo de
Paria.
En
1965, la Acfiman participa por invitación del Ministro de Sanidad y Asistencia
Social en la discusión de políticas públicas que deben generarse como consecuencias
de la explosión demográfica, un tema amplio que incluyó lo referente a mortalidad
infantil, situación socioeconómica de la población, escolaridad, agricultura y
provisión de alimentos, industrialización y formación de obreros
especializados, déficit de vivienda, morbilidad y estado sanitario, población
urbana y rural. También ese año la Academia discute el proyecto de ley de
creación del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas CONICIT,
remitido por la comisión de cultura del Senado de la República y se incorpora
formalmente en la estructura de ese organismo como parte de su directorio cuando
finalmente es creado en enero de 1969.
En ocasiones diversas, sucesivos ministros
de educación elevan a la Academia solicitudes para evaluar los programas de las
diferentes ramas científicas correspondientes al plan de estudios de educación
secundaria y participa en la creación y funcionamiento del Centro nacional para
el mejoramiento de la enseñanza de la ciencia, Cenamec, de dicho ministerio, un
centro que tanto sirvió para la publicación y difusión de materiales científicos
para el uso de docentes, hoy en virtual parálisis. Actualmente, la Acfiman
lleva adelante el programa “Educación en Ciencia Basada en la Indagación” en
escuelas de barrios de Caracas y del interior para estimular el interés por la
ciencia desde edades tempranas.
La preocupación de la Acfiman por el
ambiente ha estado presente desde muy temprano en su transcurrir. En los años
60 del siglo pasado ella se incorporó al instituto para la conservación del
lago de Valencia, más adelante exige al Ministro de Agricultura y Cría nombrar
con carácter de urgencia una comisión de expertos para impedir la destrucción
de la fauna y la flora de la Gran Sabana, una preocupación que no ha hecho sino
crecer en el tiempo, dadas las lamentables condiciones ambientales que hoy en
día prevalecen en la región. De hecho, la comisión de ambiente y del cambio
climático es la más activa de nuestra Academia, habiendo organizado varios
congresos y generado publicaciones que aportan nuevas luces en el tratamiento
de los problemas ambientales que nos azotan como nación.
El
acta del 25 de abril de 1973 documenta por primera vez el proyecto de creación
de la Fundación para el desarrollo de las ciencias físicas, matemáticas y
naturales FUDECI, que efectivamente se crea ese mismo año. Esta Fundación viene
a ser hasta el día de hoy el brazo de investigación de la Acfiman, dedicándose
principalmente a la conservación del ambiente, a la promoción del desarrollo
agrícola sustentable, a la generación de información científica, innovación y
transferencia de tecnologías en armonía con la naturaleza, con el fin de
mejorar la calidad de vida de la sociedad.
BOLETÍN
Y OTRAS PUBLICACIONES
Una
preocupación constante de la Acfiman desde sus orígenes ha sido la publicación
de documentos que den fe de los aportes de la comunidad científica a la nación
en términos de conocimientos y de políticas públicas. Apenas a 6 meses del
inicio de actividades de la Acfiman ya salía publicado el Boletín de la
Academia que desde su primer número fue solicitado no solo por las
instituciones nacionales sino por innumerables Academias e instituciones
extranjeras.
Además
de los discursos y otros documentos históricos, el Boletín ha publicado artículos
en múltiples ramas del saber científico, muchos de ellos directamente
relacionados con la realidad venezolana. El primer artículo científico publicado
allí es una contribución al estudio de las mareas en las costas venezolanas,
cuyo autor Manuel Cipriano Pérez era Individuo de Número. A este le han seguido
artículos que cubren desde estudios abstractos en matemáticas hasta temas sobre
energías renovables, conservación de especies, temas ambientales, cambio
climático, tecnologías, por nombrar solo unos pocos, en 80 años de actividad
editorial.
No quiero dejar pasar la ocasión para mencionar un dato
curioso surgido de la lectura de un acta de enero de 1966, publicado
posteriormente en el Boletín de la Acfiman, donde se registra la donación que
el Individuo de Número y arquitecto Carlos Raúl Villanueva hace de una carta
que el renombrado astrónomo Camille Flammarion dirige al padre de Villanueva en
fecha 4 de mayo de 1914, informándole que al recién descubierto planeta 712 lo
ha llamado BOLIVIANA, en homenaje a nuestro Libertador. De manera que con esta
información podemos decir que para deleite de los cultores de esa advocación
divina, Bolívar está efectivamente en los cielos.
Hoy día los costos de impresión del Boletín son tan elevados
que solo nos es posible publicarlo en formato digital, accesible en el portal
de la Acfiman. Sin duda, es una diferencia sideral con la producción del
Boletín en sus años primigenios, cuando a la secretaria contratada para el
montaje de la edición y otros trabajos de oficina se le pagaban Bs. 300
mensuales y la partida presupuestaria para la edición de un número del Boletín
no sobrepasaba los Bs. 2.000. Pero, claro, eran tiempos del bolívar fuerte, del
dólar a Bs. 3,19 en los años 30 y más tarde en los 40 a Bs. 3,30, cuando el
kilogramo de tomates costaba real y medio (Bs. 0,75), el kilogramo de cebolla,
menos de un real (Bs. 0,45) y una entrada de cine, un real (Bs. 0,50).
Otras publicaciones recientes de la Academia
abarcan la Colección Estudios de Divulgación Científica y
Tecnológica, la Colección
Conjunta Acfiman/ USB; la de biografías
de personajes de la ciencia y la tecnología en Venezuela, con el apoyo de la Fundación Empresas Polar; los libros interacadémicos sobre temas comunes de
influencia de las distintas Academias, tales como el libro sobre corrupción, ética y desarrollo en
Venezuela, otro sobre pérdida de la institucionalidad en el
país y el volumen de propuestas a la nación.
ACADEMIA
Y ACADÉMICOS, CIENCIA Y POLÍTICA
Además
de las relaciones académicas con otras instituciones del estado, vale la pena
preguntarse cuáles han sido las relaciones entre los científicos, la Academia y
los políticos a lo largo de este siglo que hoy conmemoramos.
Ya
hemos mencionado que una vez fundada la Acfiman, se tardó 16 años en activar la
institución. Tal parece que “la causa de tan tardío nombramiento fue,
principalmente, la falta de acuerdo que hubo en el seno del Gobierno para la
escogencia de los treinta numerarios que de acuerdo con la Ley, serían
nombrados la primera vez por el Presidente de la República”. Es decir, fue
necesario el aval del déspota para acceder a la posición primigenia de
Individuo de Número, respaldo que suponía trayectorias profesionales meritorias
como efectivamente lo fueron y se me ocurre que tal vez, una cierta
aquiescencia con el régimen o por lo menos, un silencio cauteloso hacia las
siniestras ejecutorias que tuvieron máxima expresión en esos años de la generación
del 28.
Tanta
circunspección se manifestó en las reuniones académicas de la época. La última
acta de 1935 tiene fecha 27 de noviembre y la siguiente, 7 de septiembre de
1936. ¿Qué pasó en esos nueve meses? Nada, según los académicos. No obstante,
el país había comenzado a respirar otro aire desde que el 17 de diciembre de
1935 la muerte se había llevado por fin al dictador de 27 años, siendo
sustituido por Eleazar López Contreras en la presidencia.
Las
turbulencias políticas de ese período tan conflictivo en nuestra vida
republicana moderna tampoco se ven reflejadas ni por asomo en las actas de la
época. El mismo comedimiento se tiene cuando el 13 de diciembre de 1950 se
emite un acuerdo de duelo “con motivo del sensible fallecimiento del Coronel
Carlos Delgado Chalbaud”, eludiendo la real connotación de asesinato, de magnicidio, del
presidente de la Junta de Gobierno del momento.
Situaciones
como estas han dado paso, afortunadamente, a otras más aguerridas en estos
tiempos del cólera y más a tono con las respuestas que estamos obligados a dar
a la sociedad. De ellas daremos cuenta en un momento.
EPÍLOGO
Ya
para ir cerrando, son muchas las historias que podríamos contar para destacar
las luces y sombras (muchas más las primeras que las segundas) de 100 años de actividades
de la Acfiman. Algo a destacar en esta reseña es la relevancia de lo civil y de
la civilidad en el devenir de nuestra Academia centenaria y me atrevo a decir,
de todas ellas, ese mundo civil con frecuencia desestimado por quienes
equivocadamente se dejan deslumbrar por el oropel de las charreteras, las
medallas ganadas sin temple, el sonar de sables y el estallar de bombas, que
por el aporte callado pero trascendente de civiles preparados y ocupados en la
tarea de contribuir a un mejor vivir, al desarrollo de la nación y a la
construcción de ciudadanía en paz y armonía.
Para
exaltación de lo civil en nuestra vida republicana mantenemos vivo el recuerdo
de los héroes civiles del pasado para no olvidar sus ejecutorias. Así, Roscio, Vargas,
Toro, Bello, Ernst, Cagigal y otros han servido de marco a los académicos en
aniversarios diversos. Más cercanos a nuestro tiempo, personajes como Leandro
Aristeguieta, Pedro Pablo Azpúrua, Luis Manuel Carbonell, Arnoldo Gabaldón,
José Izquierdo, Alfredo Jahn, Tobías Lasser, Paúl Lustgarten, Eduardo Röhl,
Enrique Tejera, Carlos Raúl Villanueva, Luis Wannoni, Guillermo Zuloaga, por
citar unos pocos de los ya fallecidos, han sido Individuos de Número de la
Acfiman, en reconocimiento a sus valiosos aportes a la civilidad.
Su
legado lo vemos en las grandes obras públicas de ingeniería civil (en
electricidad, represas, complejo ferrominero guayanés, puente sobre el Lago
Maracaibo, puente de Angostura, Planetario Humboldt, estudios en minería,
geología, catastro, cartografía, obras de urbanismo), obras de ingeniería
sanitaria (redes urbanas y rurales de cloacas, creación del INOS), las de
arquitectura (la Ciudad Universitaria de la UCV, mi Alma Mater, urbanizaciones
de El Silencio y el 23 de enero, las urbanizaciones creadas en la Caracas de
rápido crecimiento en la segunda mitad del siglo pasado), tareas en salud
(tanto aspectos de investigación sobre agentes de enfermedades tropicales:
fiebre amarilla, malaria, hongos, parásitos y virus patógenos, como desarrollo
de políticas públicas en sanidad), estudios sobre fauna terrestre y acuática,
flora, temas agrícolas, ambiente, aportes en educación y tantos otros ejemplos
de ese empeño constructivo en civilidad en los cuales se han involucrado antes
y ahora los miembros de la Acfiman.
De
ellos y de muchos otros estamos dejando constancia en los micros generados en
la Academia, que con señalada generosidad de Jaime Nestares y su equipo están
siendo trasmitidos tres veces diarias por Radio Caracas Radio como homenaje a
nuestro centenario. Ellos aparecerán también en la exposición centenaria que
bajo la curaduría de Sergio Antillano se prepara para fecha próxima, así como
en la edición aniversaria de El Nacional que bajo la dirección editorial de
Nelson Rivera y Marielba Núñez circulará el próximo 3 de agosto, dedicada este
año a la ciencia, la tecnología y la innovación, en homenaje a nuestro
centenario. Estos proyectos en marcha no se limitan a revisar el pasado sino
sobre todo, a proyectarse en el futuro, con ánimo de seguir aportando al país
en términos de nuevas realizaciones.
También
es de destacar la participación de los académicos en el impulso de políticas públicas
que llevaron a la creación y puesta en marcha de instituciones de fomento de la
actividad científica y tecnológica como el CONICIT, el Ministerio de Ciencia y
Tecnología, las Becas Gran Mariscal de Ayacucho, así como su participación en
organizaciones civiles al estilo de
AsoVAC y Fundavac, en la creación y crecimiento de Facultades y Escuelas
universitarias de Ciencias, que hicieron posible pasar de la ciencia como un
entretenimiento de mentes curiosas a su profesionalización mediante el
entrenamiento y el ejercicio exigente de las disciplinas científicas. En todos
esos exitosos proyectos y en muchos más, como ministros, embajadores, profesores
y autoridades universitarias, allí han estado nuestros académicos, motu proprio o como representantes de la
Academia en los directorios de tales instituciones. De tal manera que lejos
está nuestra Corporación de ser un ente lánguido, escondido en las paredes de
este noble edificio. Muy por el contrario, ha sido y continúa siendo un ente
vivo que palpita con el devenir de la comarca, de manera poco ruidosa pero
efectiva.
Esa
historia ya contada se prolonga ahora con el quehacer del día a día. Cada uno
de nuestros miembros cumple sus funciones en variados escenarios de la vida
nacional, como lo hicieron nuestros predecesores. Y en estos tiempos del cólera,
también nos hemos involucrado en levantar nuestra voz sobre situaciones que
consideramos lesivas al interés nacional. Ejemplos de ellos son nuestras contribuciones al trabajo
legislativo representado en la revisión de la Ley de Semillas, una ley
regresiva en materia de agro; el apoyo a la Asamblea Nacional en materia de
reforma de la Ley Orgánica de Ciencia, Tecnología e Innovación (LOCTI) y de la
ley del IVIC, una relación que se ha ido estrechando y de la cual será expresión
viva el anuncio que dará en esta sesión la Diputada Amelia Belisario,
presidenta de la Comisión de Ciencia y Tecnología de la Asamblea Nacional; la
voz de alerta ante los problemas energéticos derivados de las sequías; el
reclamo ante la exploración y explotación indiscriminada de recursos minerales
y otros problemas ambientales, el más reciente de los cuales ha sido el
relativo al derrame petrolero ocurrido en Trinidad y llegado a las cercanías del
archipiélago de Los Roques, problemas estos que forman parte de nuestros
programas de Energía y de Ambiente; el reclamo permanente a eventuales o reales
cambios educativos contrarios a la sociedad venezolana; por citar solo algunos.
En cada caso nos hemos pronunciado cuando ha sido necesario hacerlo, todo de
acuerdo con la ley de creación de esta Academia que nos designa órgano asesor
de los poderes nacionales en las materias de nuestra competencia.
Claro
está que en tiempos atribulados como este es difícil dedicarse a la labor
sosegada del pensador, del académico que se plantea preguntas y elabora
respuestas a los múltiples problemas de la sociedad que le ha tocado vivir. Ya
lo decía el científico naturalista de origen alemán Adolfo Ernst, aposentado en
Caracas y con dilatada labor universitaria, cuando vivió las turbulencias de
1869 de manos del tercer miembro de la casta Monagas (José Ruperto), cuyo tío
José Tadeo había sido artífice años antes del asalto al Congreso Nacional
porque le estorbaban los diputados y senadores opositores enfrentados a sus
delirios absolutistas, un episodio de nuestra historia que tristemente vimos
reproducido la semana pasada, cuando la celebración cívica del 5 de julio se
vio violentada por el asalto al Palacio Federal Legislativo por hordas barbáricas
que retuvieron secuestrados por casi 10 horas a diputados, empleados e
invitados al magno evento, cuyo centro sería el destacado discurso de orden
dictado por nuestra colega Inés Quintero, Directora de la hermana Academia
Nacional de la Historia. Decía Ernst en 1869: “Mientras duren nuestros
disturbios políticos… no hay para las ciencias y las artes esperanzas de un
señalado y positivo progreso: las musas huyen del estrépito de las armas”.
Hoy
en nuestro país habrá quien piense que las musas están nuevamente silentes por
el estrépito de las armas, como protestaba Ernst en tiempos del monagato.
Ellas, las musas, tendrán sus razones. Nosotros, en cambio, no podemos en esta
época aceptar la artificial paz de los miedos y los silencios ante los
atropellos contra la ciudadanía, a cambio de una aparente calma o normalidad
para el desarrollo de nuestra labor. Por lo tanto y al tiempo que nos
mantenemos activos en nuestro quehacer, estamos obligados a pronunciarnos con
firmeza. Innumerables veces en nuestras Academias hemos levantado la voz
unísona de protesta en defensa de la autonomía, de la libertad de cátedra y de
pensamiento como nortes de la vida universitaria y académica; hemos condenado
los hechos de violencia o represión por parte de funcionarios de los cuerpos de
seguridad del Estado y reivindicado el derecho ciudadano a manifestar
pacíficamente, con la convicción de que la sociedad se empobrece con
regresiones a un pasado opresivo y por el contrario, progresa en libertad y
democracia. En un escenario tal, nuestra Corporación y me consta que también
las Academias hermanas, contribuimos y contribuiremos a la formulación de
proyectos que ayuden a la reconstrucción nacional, bebiendo de las fuentes de
la civilidad.
No
olvidemos que la búsqueda del conocimiento y sus aplicaciones a la realidad son
una vía siempre en expansión, que nos obliga a caminar a perpetuidad hacia
adelante. Detenerse es, de hecho, retroceder. En ese transitar siempre habrá
contribuciones que dar, sobre todo cuando la pesadilla acabe. Entonces cada
aporte será decisivo, desde recoger escombros hasta construir nuevos cimientos
e instituciones. Allí estaremos los científicos, tecnólogos e innovadores, los
académicos todos, aportando al regreso de la civilidad y del mundo civil. No
les quepa la menor duda.
Muchas
gracias.
Excelente discurso sobre el rol de la Academia en el pasado, presente y futuro. Debemos estar todos agradecidos del esfuerzo que desde allí realizan sus miembros en circunstancias tan adversas.
ResponderBorrarMuchas gracias por su amable comentario
BorrarMi QPF, me gusto mucho el recuento histórico desde la perspectiva de la realidad que vivimos. Mientras Ud condenaba las acciones babáricas del 5 de julio, se repetía la represión impidiendo la entrada a los diputados al Palacio Fedaral Legislativo, con lo cual sus palabras se actualizaron.
ResponderBorrarEl toque humoristico del planeta 712 fue un puntico de sal para la buena sazon del discurso.
Lamento mucho no haber podido estar alli para la conmemorar la civilidad. Definitivamente es el equipo donde me anoto para particiapr en la construccion de tiempos mas dignos. Ojalá la pag web de la Acfiman publique las palabras de los demas oradores y los documentos gráficos correspondientes. Por ciento me encantó la mayoria femenina