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martes, 17 de abril de 2012

Morir de mengua

El desprecio del régimen por el saber y el progreso basado en el conocimiento es de tal magnitud que así como a las universidades autónomas, al IVIC se le está dejando morir de mengua en su estructura institucional y física.




Tal Cual

Política / Miércoles 18 de enero de 2012 / p.16


AQUÍ OPINAN

GIOCONDA SAN BLAS

MORIR DE MENGUA


Mi vecino pregunta dónde hacerle a su hijo pruebas genéticas para descartar síndrome de Down. En el IVIC (Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas), respondo.

Un familiar requiere información sobre controles biológicos contra la plaga que destruye sus lechosas. Lo dirijo al IVIC.

La industria petrolera necesita un catalizador efectivo contra la contaminación ambiental. De nuevo, IVIC.

Esos son apenas tres de alrededor de 300 programas de investigación que se desarrollan en el IVIC, distribuidos en 13 Centros y 4 Departamentos, más 24 unidades de apoyo técnico.

A lo largo de 53 años y producto de su diario quehacer, innumerables pruebas para diagnóstico de enfermedades, paternidad, análisis forenses para el CICPC, estudio de sustancias para las industrias y un sin fín de aplicaciones de la ciencia han sido ofrecidos por el IVIC a la nación. Esto con el apoyo de un personal altamente calificado, gente con títulos doctorales, maestría, licenciados, técnicos, respaldados por arduos años de formación y experiencia.

Con tales credenciales el IVIC podría ser la niña mimada del Ministerio de Ciencia y Tecnología. Lejos de eso, el gobierno lo orienta hacia una ciencia para la revolución, en vez de una ciencia de calidad para el país y sus ciudadanos; una ciencia ideologizada (¿recuerdan a Lysenko?), contrapuesta a la ciencia universal, abierta a todo pensamiento; una ciencia para satisfacción de caprichos autocráticos, en lugar de una institución científica seria, que explora nuevos conocimientos y sus aplicaciones a la realidad nacional, a partir de rigurosos experimentos diseñados bajo criterios racionales.

El desprecio del régimen por el saber y el progreso basado en el conocimiento es de tal magnitud que así como a las universidades autónomas, al IVIC se le está dejando morir de mengua en su estructura institucional y física.

Sojuzgando a todo aquel que ose manifestar ideas opuestas al catecismo gubernamental, busca someter el espíritu crítico de universitarios y académicos. 

La vieja receta para la sumisión es la sequía presupuestaria. El IVIC, otrora uno de los mejores de América Latina, llega a 2012 con un presupuesto reducido en 50% a lo solicitado, con escaso dinero para investigación o biblioteca.

Y con un movimiento de indignados científicos que luego de 6 años de espera infructuosa por aumentos acordes con su grado de especialización a sus devaluados sueldos, y cansados de promesas de sucesivas autoridades, han emprendido una lucha legítima por ellos.

En cifras risibles si no fueran trágicas, hay recibos de pago quincenal, luego de deducciones, que reportan para un Lic. en Biología con 7 años de experiencia, Bs. 480,53; o para un Lic. en Física, Maestría en Física Médica, con 6 años de experiencia, Bs. 320,78.

¿Ciencia para la revolución? Ni revolución ni ciencia, por lo visto.

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