SOBRE LA EVOLUCIÓN DE LAS IDEAS Y DEL SER HUMANO
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Gioconda Cunto de San Blas
Efecto Cocuyo, 03 de mayo de 2024
«Educar
es bastante más que impartir conocimiento. Un buen maestro debe inducir
curiosidad, capacidad de pensamiento crítico y valores que marcarán la
trayectoria de vida del estudiante. En suma, enseñar a pensar». Con este
objetivo expreso, el académico venezolano Carlos Machado
Allison publicó recientemente, bajo el sello editorial de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y
Naturales de Venezuela, dos títulos de divulgación científica y de libre
acceso, ambos complementarios, a efectos de presentar en términos sencillos el
origen de la vida y nuestro origen como especie humana conquistadora del
planeta.
Libros
de lectura apasionante, escritos en lenguaje llano para el público en general y
para estudiantes, el primero de ellos -«Evolución
de las ideas sobre la vida»- nos transporta al origen de la vida en el
planeta Tierra, retrotrayéndonos unos 3 mil quinientos millones de años atrás, desde
la hipotética aparición del ancestro universal común a todos los seres vivos (LUCA,
por sus siglas en inglés). Un ancestro que dio origen a los tres dominios que
agrupan a todos los seres vivientes (Archaea, Eubacteria and Eukarya), todos
compartiendo el mismo código genético,
el mismo «alfabeto» que traduce las instrucciones para la síntesis de proteínas,
compuestos críticos para la sobrevivencia de los organismos vivos. La unicidad
del código genético en todas y cada una de las especies que conforman el árbol
de la vida es el dato científico que evidencia ese origen único de todos los
seres vivos, simbolizado en LUCA.
Ahora bien ¿qué entendemos por vida? Para
responder, conversamos con el autor. Nos dice Carlos Machado Allison que desde
un punto de vista biológico, «vida es un
estado de la materia alcanzado por estructuras moleculares específicas, con
capacidad para desarrollarse, mantenerse en un ambiente, reconocer y responder
a estímulos y reproducirse permitiendo su continuidad».
A partir de
esta definición, el autor se explaya en detallar a lo largo del libro cómo han
ido variando los alcances de la vida para el ser humano, a medida que la
ciencia y la tecnología los han modificado o ampliado. Así por ejemplo, Machado
Allison recuerda cómo la peste bubónica que asoló a Europa en el siglo XIV
motivó a Giovanni Boccaccio a escribir el Decamerón, una obra que junto con
otras, marca el fin de la Edad Media y atisba al Renacimiento, con sus nuevas
formas de vivir y de concebir el mundo. Con respecto a la epidemia, Boccaccio
escribe que esta es «producida por la
influencia del aire o por nuestras iniquidades, lo cierto es que esta calamidad
fue enviada a los mortales por la justa cólera de Dios».
Fue preciso llegar al siglo XIX para concluir que tales infecciones no
eran resultado de causas sobrenaturales sino producidas por microorganismos,
conocimientos aportados por Louis Pasteur y Robert Koch, entre otros, que
fundamentaron la teoría microbiana. No deja de sorprender que aun en este siglo
XXI, siglo del conocimiento, haya quien dude del papel de microorganismos en
epidemias diversas y que se opongan a tratamientos generados por investigación
científica para el control de pandemias, como la reciente del coronavirus.
En el libro que reseñamos, el autor se detiene en la primera revolución
industrial, iniciada a finales del siglo XVIII con la invención de la máquina
de vapor por el escocés James Watt, una revolución que hizo posible un aumento
en la productividad, el desarrollo de ferrocarriles, cambios en los barcos y
muchas otras aplicaciones que culminaron en cambios en los modos de vivir y
pensar. Entre muchos procesos sociales se destacan la migración del campo hacia
los centros urbanos o la creación de nuevas ciudades en las cercanías de las
fábricas. Creció como nunca la población humana, de 790 millones de habitantes
en 1750 a 2 mil millones en 1900 y 8 mil millones actualmente, con
consiguientes progresos en muchos campos de la actividad humana, aunque con
graves problemas sociales, entre los cuales son de destacar el 10 % de la
población (800 millones) por debajo de la línea de pobreza y 13% de adultos no
alfabetizados (aprox. 780 millones), cifras escandalosas que requieren
tratamiento urgente hoy, cuando ya estamos en la cuarta revolución industrial, marcada
por avances tecnológicos digitales: robótica, inteligencia artificial,
nanotecnología, computación cuántica, biotecnología, Internet de las cosas.
Son muchos los temas que Machado Allison toca en su libro que por razones
de espacio apenas podemos mencionar. No podemos dejar de lado la copiosa
sección titulada “La ciencia cambió las ideas”. En ella se pasean como amigos
fraternos un monje agustino, Gregor Mendel, nacido en Heinzendorf, en el
entonces Imperio Austríaco y hoy parte de la República Checa, abad de la Abadía
de Santo Tomás en la ciudad checa de Brno, cuyos estudios con guisantes dieron
nacimiento a la genética; Charles Darwin y Alfred Wallace sobre la evolución de
las especies y la selección natural; los ya citados Louis Pasteur y Robert Koch
en microbiología; entre muchos otros pioneros de las ciencias de la vida.
Un capítulo extenso sobre reglas, religiones y mitos se aproxima al
asombro de los primeros pobladores frente a la infinitud del mundo. No es de
sorprender que surgieran dioses y religiones para explicar lo inexplicable,
dado el poco conocimiento científico de entonces. Así dioses de la lluvia, del
sol, de la agricultura aparecieron en todo el mundo habitado por el ser humano.
Machado Allison nos va llevando de la mano por una travesía a lo largo de
la historia, para destacar cómo el progreso científico fue generando también
revoluciones religiosas. A manera de ejemplo cito dos: (1) la arquetípica
condena de Galileo Galilei por la Inquisición, al insistir en que es la Tierra
la que gira alrededor del sol, como lo afirmaba Copérnico y no al revés, como
sostenía Ptolomeo (Galileo fue «reivindicado» 359 años más tarde, en 1992, por
el papa Juan Pablo II); o (2) la revolución doctrinaria que la teoría de la
evolución de las especies provocó en su momento, y aún provoca en quienes
todavía pretenden posicionar a la Biblia como fundamento de verdad científica
en cuanto al origen del universo y del ser humano.
En fin, este primer libro de Carlos Machado Allison es un compendio de 143
páginas llenas de historias de la ciencia y los científicos, que bien vale la
pena leer para disfrute y aprendizaje.
El
segundo -«Conquistadores
de la tierra»-, igualmente atrayente para todo público, nos permite hacer
un viaje desde las penumbras del tiempo hace unos 4 millones de años, cuando
surgen los primeros homínidos como los Australopithecus, hasta un punto,
hace unos 200 mil años, cuando por evolución llegamos a nuestra especie: Homo
sapiens. En ese andar desde el remoto pasado nos encontramos con pasos
intermedios: Homo habilis y Homo erectus, 2 millones de años
atrás, época en la que coexistieron varias especies de homínidos; Homo
neanderthalensis, hace unos 300 mil años y finalmente, Homo
sapiens, con antigüedad de unos 200 mil años. Los principales cambios
morfológicos que facilitaron esa evolución fueron: una postura bípeda que dejó
las manos libres, la oposición del pulgar y un cerebro en aumento gradual,
desde unos 400 cc en Australopithecus hasta 1200 - 1850 cc en nuestra
especie, H. sapiens, que contribuyeron a la creación y uso de
herramientas, por ende, al desarrollo de estructuras sociales cada vez más
complejas.
Neandertales
y humanos modernos convivieron por bastante tiempo, el suficiente para hibridarse,
hecho que se comprueba por estudios genómicos que indican que nosotros, H.
sapiens, tenemos entre 3 y 5% de genes neandertales. Por causas
desconocidas, los neandertales desaparecieron hace unos 35 mil años. Hay autores
que ven en esta historia «una metáfora de nuestra incapacidad para entender que
pueda existir otra forma de ser humanos, de enfrentarnos a algo tan profundo
como indagar en la mirada del otro. Los neandertales pertenecen al género Homo,
el mismo al que se adscriben los humanos modernos (H. sapiens). Lo que
ahora parece normal —que seamos los únicos humanos sobre la Tierra— es, en
realidad, bastante extraordinario: llegaron a convivir ocho ramas del género Homo
(seguramente hubo más) hasta que, hace 35.000 años, desaparecieron los
neandertales y solo quedamos nosotros».
Luego
de estas consideraciones, Machado Allison nos explica cómo ocurrió la conquista
progresiva de la Tierra por H. sapiens desde que hace unos 75 mil años
salió de África, rumbo a Asia, Europa y Australia, y finalmente al continente
americano hace unos 15 mil años, último bastión en ser conquistado. Derivado de
ese andar por tierras tan dispares, H. sapiens -nos dice Carlos- tiene
una variabilidad genética muy elevada que se expresa en la diversidad de
nuestro comportamiento, producto de un componente genético (la arcilla) y otro
derivado de la experiencia de cada individuo (el artesano que va dando forma a
la arcilla).
Carlos
me habla entonces de los genes egoístas y los genes altruistas, los primeros
para avanzar en la propia permanencia del linaje individual, es decir, aquellos
que dan ventajas a cada individuo para sobrevivir y dejar descendencia; los
segundos, para progresar como colectivo y promover la cooperación y la
sociabilidad con los congéneres.
De ese
forcejeo entre ambos grupos de genes han surgido las grandes sociedades, los
ritmos de la conquista, la imposición de religiones, los imperios, que
convierten la lectura del libro de Machado Allison en un viaje fascinante, que
vale la pena emprender. La conquista del Mediterráneo, con grandes
civilizaciones en su derredor, las civilizaciones africanas previas a la
colonización europea, las conquistas de América, la conquista de Australia, los
movimientos migratorios por causas políticas o sociales son todos revisados por
el autor, para luego presentar lo que estas conquistas han significado en
términos demográficos para la ecología del planeta y su deterioro, y la grave
responsabilidad que tenemos cada uno de los habitantes de la Tierra en su
preservación.
Para
cerrar mi grata conversación con Carlos Machado Allison, le pregunto por su
evaluación sobre la Venezuela actual. «Tenemos suficiente espacio y una
población relativamente pequeña. Sin embargo, desde un punto de vista ecológico
somos desorganizados. El medio ambiente no es tratado con el cuidado debido. No
estamos tratando las aguas residuales de manera adecuada, no ha habido
inversión pública suficiente en eso. Tampoco hay mecanismos de procesamiento de
la basura. El reciclaje es casi inexistente. Además, la huella de carbono ha
disminuido por las causas equivocadas: no por un cuidado especial en la
reducción de emisión de gases invernaderos o la sustitución por energía verde
en una economía dinámica, sino por la reducción drástica de la actividad
económica en el país, al punto de que las empresas están trabajando a 30-70% de
su capacidad instalada y ha disminuido el número de vehículos circulantes,
entre otras razones».
«Al
mismo tiempo, tenemos una inseguridad alimentaria y un nivel de pobreza muy
altos, recursos humanos bien formados que se han alejado por la emigración,
repercutiendo en la calidad de la educación de las nuevas generaciones».
«Sin
embargo, -concluye Carlos- yo soy optimista. Creo que a la larga privará el gen
altruista».
MATEMÁTICAS, DISCIPLINA VITAL EN EL MUNDO DE HOY
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Gioconda Cunto de San Blas
Efecto Cocuyo, 14 de marzo de 2024
Los
deditos de tus manos,
los
deditos de tus pies;
uno,
dos, tres, cuatro, cinco
seis, siete, ocho, nueve,
diez.
Palabreo
de la loca Luz Caraballo
Andrés
Eloy Blanco
Matemáticas, algo de historia
«En el principio
existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios». Así
comienza el evangelio
según Juan. Ese aserto es cuestionado por Ricardo Ríos, matemático de la
Universidad Central de Venezuela (UCV), quien en amable conversación conmigo me
asegura que la primera relación entre el ser humano y el entorno fue contar y
medir antes que hablar. Según él, contar se vuelve una exigencia tal que núcleos
humanos que jamás entraron en contacto la desarrollaron por su cuenta, tomando
como base inicial lo que tenían a la mano: sus dedos. De cinco en cinco fueron
sumando y formando grupos que luego se asociaron para ir multiplicando las
cantidades bajo cálculo, con pasos organizados para dar soluciones a problemas
específicos, que resultaron en los llamados algoritmos.
Grandes matemáticos
griegos fueron Tales de Mileto, Pitágoras, Euclides, Arquímedes y muchos más,
con importantes contribuciones a la geometría, conocimiento que luego fue usado
por los romanos en sus notables construcciones de puentes, acueductos y edificaciones,
tan sólidas que todavía muchas de ellas están en pie y en uso, a pesar de los
siglos.
Ese proceso de sumar y
multiplicar (o restar y dividir) que hoy es tan natural tropezó con una
dificultad inicial: la ausencia del cero. Descubrirlo fue un gran
progreso para la humanidad. Los babilonios, hacia el siglo III aC usaron
una notación que se acerca a nuestro cero actual. Los mayas hacia el año 36 aC lo
tuvieron también. Sigue la India en el siglo IX de nuestra era, cuyos
matemáticos avanzaron en el desarrollo del cero
para darle valor posicional, es decir, para indicar decenas, centenas, miles,
etc... Esta novedad que condujo al álgebra fue introducida en el mundo árabe
por el matemático Al-Juarismi
(de donde derivan las palabras guarismo y algoritmo) en el siglo IX, hacia el
año 820 dC.
Fue el matemático italiano Leonardo Fibonacci
(c. 1175 - c. 1240) quien tardíamente introdujo
esta notación árabe en Europa a principios del siglo XIII, en sustitución de la
notación por letras del imperio romano, muy engorrosa para las operaciones
aritméticas.
De contar pocos números a calcular grandes masas de datos
En los siglos que
siguieron, las matemáticas fueron avanzando. Isaac Newton y el cálculo
diferencial e integral; Carl Friedrich Gauss y la teoría de números, el
análisis matemático, la geometría diferencial, la estadística; Joseph Fourier y
las series y transformadas que llevan su nombre; Pierre Simon Laplace y sus
estudios en estadística y probabilidad; Emmy Noether, fundadora del álgebra
moderna; Alan Turing, uno de los padres
de la ciencia de la computación y precursor de la informática moderna, y muchos
otros matemáticos que han llevado la disciplina a niveles nunca antes soñados.
Comenta Ricardo Ríos que
la capacidad de cálculo actual, fruto de toda esa historia a lo largo de
siglos, nos ha permitido romper barreras antes inimaginables. La capacidad de
cálculo de un teléfono inteligente actual es superior a la que usaba la IBM
para manejar los grandes bancos de NY en el año 1970. Mandar sonido, imágenes,
películas, cálculos de grandes masas de datos forman parte de nuestra
cotidianidad, todo debido al desarrollo de la matemática. Además, con la rama
hermana de la geometría moderna y sus funciones se reconstruyen bellamente
estructuras cristalográficas de DNA, proteínas y otras sustancias biológicas
que complementan los datos bioquímicos, entre muchas otras aplicaciones.
El manejo de grandes
masas de datos ha atraído a José Rafael León, también matemático de la UCV,
actualmente en el exterior. Su interés por la aplicación de las matemáticas, en
especial la biomatemática, lo ha llevado a explorar posibles aplicaciones en campos
como la genética o el movimiento de poblaciones, bioinformática, bioestadística
o biología computacional, todos los cuales traducen los procesos dinámicos de
la biología en modelos numéricos.
Actos de nuestra vida
cotidiana hoy en día son posibles por la existencia de ese maridaje antes
impensable. Es que la matemática está presente en todas partes, aunque no la
veamos, ayer con la aritmética sencilla para sumar lo gastado en mercado o las
deudas pendientes; hoy con el manejo de datos en computadoras de altísima
capacidad. Cualquier transacción
bancaria electrónica tiene detrás de sí un inmenso caudal de datos para
procesar claves de acceso, movimientos de cuentas y mucho más. Una consulta
cualquiera a Google o a Amazon, por citar solo dos fuentes de uso común, es
factible porque grandes masas de datos pueden ser procesadas en tiempos muy
breves para dar la respuesta que estamos buscando, a través de estadísticas e inteligencia
artificial. Es el mundo digital, el de la cuarta
revolución industrial, Internet y tecnologías de la información, en la que
las matemáticas son claves para extraer información útil de los registros que
generamos, tantos que se estima que en estos
dos últimos años, la humanidad ha producido más datos que en toda la
historia pasada.
Las olimpiadas matemáticas
Con lo anteriormente
dicho, podemos concluir que las nuevas generaciones que hoy ingresan al sistema
educativo formal, deben ser preparadas para actuar en ese mundo digital cuyo
centro reposa en las matemáticas. En el mundo hay muchas iniciativas para
estimular en los niños y jóvenes el entusiasmo por esa disciplina. Una de las
más conocidas es la Olimpíada Matemática. Iniciada a finales del siglo XIX en
Hungría, hoy es internacional, cubriendo 105 países en los cinco continentes.
Para hablarnos de la Olimpíada
Matemática Venezolana (OMV) contacto a Rafael Sánchez Lamoneda, matemático
de la UCV y antes del IVIC, también en el exterior, incansable líder de la OMV.
Entresaco datos de los muchos que relata con fervor. E invito a leer los
documentos que al respecto aparecen aquí,
para mayor información sobre las matemáticas en nuestro país. En Venezuela –me
dice- la OMV inauguró su actuación en 1976, la cual se mantuvo hasta 2003,
patrocinada por el Centro Nacional para el Mejoramiento de la Enseñanza de la
Ciencia (CENAMEC) del Ministerio de Educación de entonces. A finales del año
2000, varios de los miembros del comité organizador, considerando que el futuro
de la olimpiada matemática en el país estaba comprometido, fundaron la Asociación Venezolana de Competencias
Matemáticas (ACM), una asociación civil sin fines de lucro con el objetivo
de organizar competencias matemáticas en el país, así como garantizar la
participación de los jóvenes venezolanos en competencias internacionales, luego
de un riguroso entrenamiento. Se establecieron los siguientes objetivos:
1- Promover las
matemáticas entre los estudiantes y la comunidad educativa. 2- Detectar desde
temprana edad jóvenes con talento para el estudio de las matemáticas y
ayudarlos a desarrollar sus habilidades matemáticas. 3- Seleccionar y entrenar
estudiantes para participar en competiciones internacionales. 4- Dotar a
maestros y profesores de un banco de problemas retadores, ingeniosos y
novedosos, así como libros y otros materiales de estudio, que les permitan
mejorar y enriquecer su actividad profesional. 5- Motivar el pensamiento lógico
matemático desde una edad temprana, entre otras estimulaciones positivas.
Las pruebas son variadas
a lo largo del año: Canguro, Olimpiada Juvenil Matemática, Olimpiada Recreativa
de Matemáticas, cubriendo el espectro educativo desde tercer grado de primaria
hasta el quinto año del bachillerato y haciendo posible la participación de
unos cien mil estudiantes anualmente.
Los ganadores de las
olimpiadas locales tienen la oportunidad de participar en competencias
matemáticas regionales e internacionales, en las cuales un número apreciable de
jóvenes venezolanos han tenido participación destacada.
Desde principios de
este siglo, no hay apoyo oficial para esta actividad, por lo que los miembros
de su directiva deben buscar año a año apoyos de fuentes diversas para cumplir
con este hermoso cometido de promover las matemáticas en las juventudes
venezolanas y prepararlas para el mundo de la cuarta revolución industrial que
espera por ellos allá afuera.
«Todo es número»,
decían los pitagóricos, tal vez en un excesivo y apasionado sesgo. Pero
ciertamente, sin las matemáticas no podríamos disfrutar de los monumentales
avances que caracterizan al mundo actual, bien sea manejar un teléfono celular,
llegar a destino con un GPS, o visitar en forma digital los grandes museos del
mundo.
A PROPÓSITO DEL DÍA DE REYES, 06/01/2024
HISTORIAS Y LEYENDAS DE LA NAVIDAD
Gioconda Cunto de San Blas
Después de haber nacido Jesús en Belén de Judea, en el
tiempo del rey Herodes, unos magos de oriente se presentaron en Jerusalén,
diciendo: “¿Dónde está el que ha nacido, el Rey de los Judíos? Porque hemos
visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo”. Al oír esto el rey
Herodes se turbó y con él toda Jerusalén… Mateo 2:
1-3 (N.B.: las citas bíblicas han sido tomadas de la Santa Biblia, Ediciones
Paulinas 1967, en homenaje al cuatricentenario de la ciudad de Caracas).
De los cuatro
evangelios canónicos: Mateo (escrito hacia los años 70 a 80 de nuestra era), Marcos
(65 a 75), Lucas (80 a 85) y Juan (95 a 100), solo los de Mateo y Lucas se
refieren al nacimiento e infancia de Jesús, mientras que el de Mateo es el
único referente a una estrella que guía a unos “hombres sabios” o “magos” hasta
Belén. En el siglo III de nuestra era se comienza a llamarlos reyes, en número
de tres. Melchor, Gaspar y Baltasar como apelativos aparecen por
primera vez en el siglo VI de nuestra era y es en el siglo XV cuando
la iconografía les da representación diferenciada en edades y etnias europea,
asiática y africana.
En ocasión
de su cuatricentenario en 2014, la Universidad de Gröningen (Países Bajos)
celebró un congreso
dedicado al tema de la natividad de Jesús y la estrella de Belén, que
reunió a astrónomos, historiadores, teólogos y otros eruditos. Ahí se documentaron
las objeciones de los investigadores
modernos a la tradición primitiva que atribuye al apóstol Mateo la autoría
de ese evangelio, inclinándose por un autor de nombre perdido para la historia,
un escriba y experto en leyes judías, que con fines proselitistas escribió unos
80 años después de los sucesos, sin haber sido testigo de la vida de Jesús.
Otro punto en
discusión es el año del nacimiento de Jesús. El abad del siglo VI Dionysius
Exiguus introdujo el sistema calendario que hoy conocemos como “antes de
Cristo, aC” y “después de Cristo, dC”, tomando como año 1 el del nacimiento de
Jesús, según sus cálculos. El evangelio de Mateo, ya lo vimos, indica que Jesús
nació cuando Herodes el Grande era rey de Judea, cuya muerte según registros
históricos ocurrió entre 1 y 4 años antes de nuestra era. El evangelio de
Lucas, por otra parte, inicia su reseña de la infancia de Jesús ubicándola
también “en tiempos de Herodes, rey de
Judea” (Lucas 1:5) para más tarde contradecirse al señalar que días previos
al nacimiento de Jesús “…salió un edicto
de César Augusto para que se empadronara todo el mundo. Este es el primer censo
hecho siendo Quirino gobernador de Siria…” (Lucas 2: 1-3), un censo que ocurrió
en el año 6 de esta era, lo cual introduce un lapso de 8 a 10 años de
diferencia entre la muerte de Herodes y el censo de Quirinio.
Los historiadores
modernos aceptan que el nacimiento del redentor ocurrió en vida de Herodes, por
lo que debió suceder 4 a 8 años antes del actual año 1 dC. Cabe señalar que hoy
en día, las denominaciones aC y dC se ha propuesto sustituirlas por “antes de
la era actual” y “después de la era actual”, en aras de evitar sesgos
religiosos impropios de la universalidad de la humanidad.
“…[H]emos visto su estrella en el Oriente y venimos a
adorarlo… (Mateo 2: 2-3), dicen los magos a un
sorprendido Herodes, turbado ante la posibilidad de lidiar con un rey de los
judíos diferente a él mismo, y cuya predicción celestial ni él ni sus
astrólogos/astrónomos fueron capaces de visualizar. Si de verdad existió ¿qué
estrella sería la que guio a los magos hacia Jerusalén y Belén?
Al respecto
sostengo una animada conversación con Gladis Magris, astrofísica del Centro de
Investigaciones de Astronomía (CIDA) en el Estado Mérida, Venezuela, ganadora
del Premio Lorenzo Mendoza Fleury (popularmente conocido como Premio Polar) en
su edición 2022. Las especulaciones sobre la estrella de Belén -me dice- son de
larga data. Ya el célebre astrónomo Johannes Kepler hace cuatro
siglos planteó la posibilidad de que la estrella de Belén podría haber sido una
nova. Otros hablan de cometas, meteoros, conjunciones de planetas y supernovas,
como posibles candidatos a representar a la estrella de Belén. Pero en aquella
época los cometas eran considerados presagios ominosos de tragedias, por lo que
el paso del cometa Halley
en el año 11 aC, considerado por algunos como un buen candidato, podemos
descartarlo, al igual que haremos con novas
y supernovas, por cuanto éstas habrían dejado un rastro astronómico
detectable aun hoy, que en ningún caso ha sido reportado.
En cuanto a una
conjunción entre planetas y estrellas, que pueda durar por días o semanas, un
candidato favorable sería el alineamiento de Júpiter, Saturno, la luna y el sol
en la constelación de Aries en las primeras horas matutinas del 17 de abril del
año 6 aC. Sin embargo, la imprecisión sobre la fecha natalicia de Jesús en un
rango de unos 10 años hace posible elevar a no
menos de 12 los candidatos a ser considerados en esa lista élite de eventos
astronómicos. Esa fecha en abril, no obstante, va a contracorriente de la
tradición navideña decembrina que conocemos hoy, iniciada alrededor de 336 dC,
cuando la comunidad cristiana primitiva superpuso la
natividad a la antigua fiesta pagana del solsticio de invierno, dies natalis solis invicti, y la
resurrección de Cristo a las fiestas judías de Pascua (marzo-abril; los cuatro
evangelistas dan cuenta de esa coincidencia), alrededor del equinoccio de
primavera, como símbolo del renacimiento de la naturaleza, luego del duro invierno
boreal. Es improbable que algún día sepamos cuál fue el fenómeno astronómico
que produjo a la estrella de Belén… si es que de verdad ella existió, y si concedemos
al evangelio de Mateo un rigor histórico que no es tal. Entonces ¿cómo leer estas
historias? ¿O son más bien, leyendas?
En realidad,
todas las culturas tienen historias y mitos que los definen. Así, los relatos
bíblicos, las enseñanzas de Confucio, el Tanaj judío, el Popol Vuh de los
mayas, los Vedas de la India, son apenas unas pocas de una larga lista de referencias
que sirven a los pueblos para reconocerse. Para creyentes y no creyentes, esas
tradiciones pueden significar guías espirituales de unión, lecciones de vida,
de amor hacia ti y hacia los demás, de sintonía con la naturaleza.
“Ama al prójimo como a ti mismo”, Mateo
22: 39, es una frase que en diversas versiones está presente en esos textos
antiguos, como norte comunitario para vivir en paz. Ese es el verdadero sentido
de las festividades decembrinas, no importa cuál sea nuestra carencia o profesión
de fe. Llámese Navidad, Januká, Mawlid al-Nabi, Zartosht no-diso, Rohatsu, el paso del tiempo, una y otra vez a lo
largo de los siglos, ha convertido la época decembrina en renovado rito secular
para recordarnos en medio de infinitos desasosiegos, que la paz universal y el
amor a la humanidad deben ser siempre propósitos de vida.
Vaya entonces mi salutación a todos mis lectores, cualquiera sea su
fe.
LOS GENES, EMISARIOS DE LA HISTORIA
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Gioconda Cunto de San Blas
Efecto Cocuyo, 04 de octubre de 2023
El ADN de Simón Bolívar
En 2010, los delirios
del gobernante de turno sobre la figura de Simón Bolívar lo llevaron a abrir el
sarcófago donde reposan los restos del Libertador, a fin de hacer análisis
químicos y genéticos que probaran su tesis de muerte por envenenamiento, ejercicio
que no produjo resultados destacables, más allá de comprobar la ausencia de
venenos y de agentes patógenos diversos, según se lee en el informe científico
presentado en 2012.
También entonces se
extrajeron muestras de María Antonia y Juana, hermanas de Simón, enterradas en
la catedral de Caracas, a objeto de confirmar la identidad de los hermanos, a
partir de ADN mitocondrial (el ADN es el material genético que se hereda, donde
están los genes que nos definen; por su parte, las mitocondrias son organelos
celulares que se heredan exclusivamente por vía materna, lo cual hace que
hermanos nacidos de una misma madre tengan el mismo ADN mitocondrial).
Esta prueba, de la cual
no he encontrado informe científico formal, solo una imprecisa nota de prensa,
al parecer dio como resultado que Simón y María Antonia eran hermanos.
Sorpresivamente, el cadáver enterrado en la cripta marcada como perteneciente a
Juana resultaría ser el de una extraña, no relacionada con la familia Bolívar
Palacios.
Pruebas genéticas
forenses como estas, son hoy herramientas rutinarias para resolver homicidios,
paternidad, historias fascinantes del pasado. Sobre esto último converso con
Ascanio Rojas, investigador del Centro Nacional de Cálculo Científico de la
Universidad de Los Andes, CeCalCULA, Mérida, Venezuela.
Asesinato masivo en los montes Urales
18 de julio de 1918.
Ese día en Ekaterimburgo, población perdida en los Urales rusos, la destituida
familia imperial, integrada por el zar Nicolás II, su esposa, 4 hijas y un
hijo, más 4 personas a su servicio, serían asesinados por órdenes de las
autoridades bolcheviques, en un acto que marcó el fin de la dinastía Romanov,
luego de 300 años de reinado. Sus restos fueron quemados y enterrados en lugar
desconocido.
A mediados de los años
70 del siglo XX, se encontró en la zona una fosa común con los restos de 9
personas. Previendo que podrían ser los de la familia imperial, los
descubridores guardaron celosamente el secreto hasta la caída de la Unión
Soviética en 1991. Fue entonces cuando la ciencia se unió a la historia para
dar identidad a los 9 personajes y así, genetistas rusos y británicos
se unieron en afán detectivesco. Con técnicas modernas, basadas en análisis de
fracciones de ADN, fue posible la identificación póstuma de los 9 esqueletos.
Me cuenta Ascanio que
las pruebas genéticas para determinación de sexo se hicieron con análisis de
secuencias cortas repetidas en el genoma (STR, por sus siglas en inglés),
comúnmente llamados microsatélites, específicos del cromosoma X o del Y, éste
último exclusivo de sexo masculino, confirmándose la presencia de cadáveres de
4 hombres y 5 mujeres.
También se usó esa
técnica para establecer la posible existencia de grupo familiar en los restos
bajo estudio, resultando en un hombre y 4 mujeres pertenecientes a una misma
familia y los restantes 4 esqueletos sin relación familiar ni entre ellos ni
con el grupo familiar ya determinado.
Para establecer que el
grupo familiar de dicha fosa pertenecía sin duda al linaje Romanov, se buscaron
descendientes del zar y la zarina, para proceder a análisis genéticos. Uno de
ellos fue el príncipe Felipe, duque de Edimburgo y esposo de la reina Elizabeth
II de Gran Bretaña, de cuya muestra se comprobó su relación directa por vía
materna con la hermana de la zarina, y por ende, con la zarina y sus hijas.
Con estos resultados y
otros más, se pudo establecer la relación familiar entre 5 de los 9 esqueletos
en esa fosa: el zar Nicolás II, la zarina Alexandra y 3 hijas (las grandes
duquesas Olga, Tatiana y Anastasia); los 4 esqueletos restantes eran de los
servidores que acompañaron a la familia imperial en su exilio y muerte. Los
restos de los hijos faltantes (el zarévich Alexei y la gran duquesa María)
fueron encontrados en 2007 a unos 70 metros de la fosa original y sometidos a
los mismos análisis.
De esta manera se resolvió científicamente la interrogante sobre el destino
final de la familia imperial rusa.
Los avatares
político-religiosos sufridos por estos restos luego de sus correctas
identificaciones por métodos científicos forman parte de la historia
y sobrepasan las intenciones de este artículo.
Las identidades perdidas y reencontradas
Recuerdo con Ascanio el
caso emblemático en nuestro continente, relativo al robo y adopción ilegal de
unos 500 bebés nacidos de madres presas en las cárceles de la dictadura
argentina (1976-1983). Para impulsar la búsqueda, recuperación y atención
especial de sus legítimos nietos, las abuelas crearon la Asociación Abuelas
de Plaza de Mayo, organización enmarcada en la
defensa de derechos humanos (DDHH) relativos a la identidad. Hasta ahora, se ha
restituido la identidad a 133 personas
secuestradas en su nacimiento, con métodos similares a los descritos en
párrafos anteriores. Para esto, el gobierno argentino ha puesto a disposición
de la ciudadanía el Banco Nacional de Datos Genéticos de
Argentina, el cual cuenta con la asesoría, entre otros,
del genetista argentino y defensor de DDHH Víctor Penchaszadeh,
quien vivió parte de su exilio en Venezuela como investigador en el Laboratorio
de Genética Humana del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas,
entonces bajo la jefatura de Sergio Arias Cazorla, y luego como profesor en la
Universidad Central de Venezuela.
Para acertar en la
identificación de los nietos, y dado que los padres biológicos no existían, una
vez hechos los análisis genéticos hubo que crear una probabilidad de certeza o
“índice de abuelidad”, fórmula estadística que permitió establecer dicha
identidad con 99,99% de certeza, suficiente para que el índice fuese aceptado
por los jueces. Una serie de TV, “99,99%. La ciencia de las abuelas”,
relata la gesta de las Abuelas de Plaza de Mayo por lograr rigor científico en
la búsqueda de sus nietos. De nuevo, la ciencia se ha unido a la historia para
hacer valer la defensa de los DDHH ante los abusos y las arbitrariedades de
dictadores de todo pelaje.
Los esclavos y sus descendencias
El descubrimiento de
una fosa común encontrada en Maryland cerca de Catoctin, una fundición de
hierro que funcionó desde 1774 hasta 1903, hizo posible analizar el ADN de 27
esclavos muertos hace siglos y relacionarlos con 42.000 parientes actuales
en Estados Unidos, casi tres mil de ellos descendientes directos, recuperándose
de esta forma los orígenes de miles de familias afroamericanas de cuyos
ancestros no había registros.
Para ese estudio
se contó no solo con el aporte de expertos en ADN antiguo, sino también con la
inmensa base de datos de la empresa 23andMe,
que contrastó los genomas completos de 9,2 millones de norteamericanos que
habían autorizado el uso anónimo de sus genomas en las pruebas, contra
determinadas secuencias de ADN moderno idénticas a las de los 27 esclavos
enterrados entre 1774 y 1850, con los resultados ya mencionados.
Si faltaban pruebas de
abuso sexual de amos blancos sobre esclavas, este estudio reveló que la mayoría
de esclavos en esa fosa común descendía por línea paterna de hombres blancos
originarios de Inglaterra e Irlanda, y por línea materna de africanas
originarias de Senegal, Gambia y África Central, trasladadas a Maryland en
barcos esclavistas británicos.
Llegados a este punto,
Ascanio me plantea la posibilidad de conversar sobre epigenética en estudios de
poblaciones como estas, lo cual será motivo de un nuevo artículo en futuro
próximo.
Estas pocas historias dan cuenta del potencial de la genética en los estudios históricos. En eso pensaba cuando supe de la existencia de dos osarios subterráneos en la caraqueña Iglesia de San Francisco. Allí el arqueólogo Luis Guillermo Román ha estudiado ese espacio y concluye que uno de los osarios “incluye a condes, marqueses y principales de Caracas, miembros de la clase pudiente de la ciudad que pagaban para ser enterrados en los templos. El otro debe ser de representantes de la Iglesia”. ¡Qué interesante sería unir al arqueólogo con el genetista y quizás descubrir antiguas historias de los amos del Valle!
LA CIENCIA DETRÁS DEL CAMBIO CLIMÁTICO
https://efectococuyo.com/opinion/la-ciencia-detras-del-cambio-climatico/
Gioconda Cunto de San Blas
Efecto Cocuyo, 20 de agosto de 2023
https://twitter.com/NASA_es/status/1691148163690672131
«Es el futuro del mundo civilizado el que está en juego». Con
esas palabras, pronunciadas en el acto de instalación formal de la Asamblea de
la Organización de las Naciones Unidas (ONU; febrero de 1946), Trygve Lie, primer Secretario General,
cerraba su discurso inaugural, resumiendo así la aspiración de paz permanente
para todos los pueblos de la Tierra, luego de una cruenta guerra.
Traigo esas palabras a colación porque siento que ellas se
aplican perfectamente al presente y al futuro del planeta Tierra, liado en
estos tiempos en una lucha sin cuartel por la preservación de los ecosistemas,
que garantice la sobrevivencia de las especies, incluida Homo sapiens, nosotros, los seres humanos. Es la ONU, con sus
programas al respecto, la que ha asumido el liderazgo internacional sobre el cambio
climático y el papel que nuestra especie tiene en la alteración del equilibrio
ecológico.
¿Cambio climático? ¿Qué es eso? En busca de respuesta
consulto a Alicia Villamizar, una autoridad en la
materia. Entre otros méritos, Alicia es profesora titular de la Universidad
Simón Bolívar e Individuo de Número (electa) de la Academia de Ciencias
Físicas, Matemáticas y Naturales, donde coordina desde 2014 la muy activa Secretaría
Académica de Cambio Climático. Por 20 años, miembro del Panel
Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), autoridad global en ciencias
naturales y sociales sobre el clima.
«Existen dos conceptos complementarios de cambio climático,
el de la ciencia y el de la política», me dice Alicia. El científico nos remite
a variaciones estadísticas del clima en períodos prolongados, por procesos
naturales o inducidos. El político está dado por la Convención Marco de Cambio Climático de
las Naciones Unidas
(1992), que en su Art.1 lo define como «un cambio de clima atribuido directa o
indirectamente a la actividad humana,
que altera la composición de la atmósfera mundial y que se suma a la
variabilidad natural del clima observada durante períodos de tiempo comparables».
La Tierra está sujeta a ciclos naturales
globales de enfriamiento (glaciación) o calentamiento (períodos interglaciares)
a lo largo de millones de años, producto de múltiples factores. Sin embargo, la
velocidad de calentamiento que observamos ahora no tiene parangón en la
historia geológica del planeta. Ese aumento desmesurado en la temperatura
promedio del planeta, no correspondiente al ciclo natural, es causado por acumulación
de los llamados «gases de efecto invernadero».
¿Qué son esos gases?
Las evidencias científicas alrededor del
tema son abrumadoras
en señalar como responsables del aumento en la temperatura atmosférica a la
emisión y acumulación de «gases de efecto invernadero», es decir, dióxido de
carbono (CO2), metano y óxido nitroso, generados por la actividad humana a partir de la revolución
industrial iniciada hacia mediados del siglo XVIII.
Las mediciones de concentración de CO2 atmosférico
en los últimos 800 mil años hasta inicios del siglo XX indican que ésta se
mantuvo constante en el rango de 170 a 300 partes por millón, al tiempo que la
temperatura promedio también fue estable. A partir de entonces, los humanos
hemos aportado a la atmósfera alrededor de 50 mil millones de toneladas de
gases de efecto invernadero, provenientes sobre todo del uso de combustibles
fósiles (petróleo, carbón), que han contribuido a un nivel actual mayor a 400
partes por millón. Las temperaturas promedio durante la década 2011-2020 exceden las de cualquier
otra década en 6.500 años, ubicándose ahora en un peligroso aumento de 1,1℃, todo esto acompañado por
sequías, inundaciones, tormentas frecuentes, que están afectando de forma
dramática la vida en el planeta.
¿Qué propone el IPCC para detener este rumbo destructivo?
Entre otros, estabilización del aumento de temperatura por debajo de 2ᴼC, para
lo cual es imprescindible reducir drásticamente las emisiones globales de gases
de efecto invernadero hasta alcanzar la emisión cero. De no lograrlo, el límite
de 1,5ᴼC, establecido por el IPCC como la frontera entre lo peligroso y lo
catastrófico, será irremediablemente rebasado en 2030 a más tardar, y el de los
2ᴼC hacia 2050.
Han sido muchos los convenios internacionales suscritos
desde 1972, año en el que se celebró la primera Conferencia sobre el Medio Ambiente Humano en Estocolmo, bajo el
patrocinio de la ONU. A esta siguió la «Cumbre de la Tierra» en 1992, Río de Janeiro, donde
se acordó la Convención de Cambio Climático, ya mencionada. Desde 1995 se hacen
reuniones anuales con la participación de líderes políticos, diplomáticos,
científicos, medios de comunicación y organizaciones no gubernamentales (ONG)
de los más de 190 países participantes. Allí discuten las alternativas para reducir
el impacto de las actividades humanas en el clima. De casi todas emerge un
nuevo compromiso, un nuevo protocolo, así como mayores preocupaciones al
constatar que las cosas no se mueven con la urgencia que exige la emergencia
climática que nos amenaza a todos. Es mucho el dinero involucrado en
implementar los acuerdos sobre el clima y poca la voluntad de lograrlos,
mientras el tiempo avanza sin acercarnos a esa reducción a cero que pudiera frenar
el aumento de 2ᴼC antes de 2050.
¿CUÁLES SON LAS PERSPECTIVAS PARA VENEZUELA?
De seguir así las cosas, un aumento de temperatura entre 2ᴼC
y 2,5ᴼC convertirá en inhabitable a la mayor parte de la franja tropical de
América Latina. El efecto será más severo en las regiones más cercanas al ecuador
y en altitudes más cercanas al nivel del mar, justamente donde se ubica
Venezuela.
Venezuela posee sobre el tema ambiental un amplio conjunto de regulaciones constitucionales (arts. 127 y siguientes), 28
leyes, 55 decretos presidenciales, 6 resoluciones ministeriales y 47 instrumentos
internacionales. Esa extensa normativa podría dar la impresión de que la
materia ambiental se encuentra debidamente normada. Sin embargo, según advierte
la ONG Acceso a la Justicia, Venezuela se encuentra en
mora respecto a los diversos tratados y acuerdos desarrollados en el ámbito
internacional y en concreto, en el entorno continental americano, sin que la
creación de una Comisión Presidencial para el Cambio Climático en 2021 haya traído
iniciativas al campo.
Alicia Villamizar me dirige hacia los diversos documentos
publicados por la Academia de Ciencias Físicas,
Matemáticas y Naturales (Acfiman) a través de la Secretaría Académica de Cambio
Climático que ella coordina. Muy bien documentados reportes, escritos por unos
60 investigadores venezolanos, que me atrevo a calificar
como únicos en el país. Entre ellos, los Reportes Académicos en Cambio
Climático (Primer Reporte, 2018 y Segundo Reporte en
ejecución); Aportes para la Actualización de la Contribución Nacionalmente Determinada (NDC) de Venezuela para el
período 2020-2030 (2023); Lineamientos para la actualización del Inventario de
Gases de Efecto Invernadero del país (en proceso de publicación); Compromisos de Venezuela con el Acuerdo
de París, Parte 1 y Parte 2 (2022). En estos rigurosos documentos
se recogen temas referidos a la ciencia, las amenazas, la vulnerabilidad, la
adaptación y la mitigación del cambio climático en Venezuela, que deberían
servir a los entes del Estado, a la empresa privada y la sociedad como guía
para implementar acciones que respondan a los desafíos del cambio climático
para Venezuela.
En la presentación del primer borrador del Segundo Reporte
Académico
de Cambio Climático en Venezuela, la Acfiman recordó que actualmente Venezuela
ocupa el puesto 118 de 166 en el Reporte Global de Desarrollo Sostenible
2022,
posición que refleja la carencia de un marco nacional de políticas y estrategias
frente al cambio climático, e incumplimiento de los acuerdos internacionales
suscritos.
La reducción en la emisión de gases de efecto invernadero, documentada
en la última década en el país, no es resultado de una política orientada a
lograrlo, sino producto de la crisis económica, la disminución de generación
eléctrica, la reducción de la producción de petróleo y su refinación, y la
caída en la producción de acero, aluminio y cemento.
El Observatorio
de Ecología Política de Venezuela sostiene que «como productor de
hidrocarburos, Venezuela debe iniciar y acelerar el gran viraje hacia un nuevo
modelo de desarrollo, que no se encuentre anclado únicamente a las industrias
extractivas, que sea menos contaminante y más compatible con el efectivo
ejercicio de los derechos humanos de las presentes y futuras generaciones».
Insistente, Alicia Villamizar comenta: «En Venezuela estamos
más vulnerables y más expuestos a los impactos del cambio climático, a lo cual
se añade la crisis compleja humanitaria que conforma un marco de precariedad en
todos los ámbitos del país, que también se verá afectado por el cambio
climático».
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LA REALIDAD DE LOS TERREMOTOS
https://efectococuyo.com/solaz/ciencia/la-realidad-de-los-terremotos/
Gioconda Cunto de San Blas
Efecto Cocuyo, 20 de marzo de 2023
Eran las 4:17 am del 6
de febrero pasado cuando un terremoto de magnitud 7,8 en la escala de Richter
sacudió el sureste de Turquía y noroeste de Siria, 350 mil Km2
equivalentes a la suma de los estados Apure, Barinas y Bolívar, al cual siguió
un segundo sismo de intensidad 7,5 nueve horas más tarde. Al 1º de marzo se
habían confirmado más de 45 mil muertes en Turquía y unas 6.700 en Siria; más
de cien mil heridos, muchos de gravedad; 14 millones de personas afectadas en
Turquía y 1,5 millones de personas sin hogar; casi 25
mil edificios severamente dañados, y unos 3.500
colapsados. De los muchos que ha
sufrido, éste ha sido uno de los terremotos más letales en Turquía.
¿Qué hace a esta región
tan sísmica? Los terremotos
ocurren cuando dos o más placas tectónicas, es decir, los fragmentos en que se divide la capa más superficial del planeta y
donde se concentra la actividad sísmica y volcánica, de repente se
deslizan una sobre otra. Turquía y Siria están sentadas sobre la zona de
convergencia de cuatro
placas tectónicas: Anatolia, Arábiga, Euroasiática y Africana, siendo la
primera la principal
responsable del terremoto reciente.
El 12 de enero de 2010,
un movimiento sísmico de 7,0 grados en la escala de Richter, provocado por el
deslizamiento de dos grandes placas tectónicas, la norteamericana al norte y la
caribeña al sur, dejó en escombros a Puerto Príncipe, Haití:
65% de las construcciones colapsadas, más de 200.000 personas fallecidas y más
de dos millones en la calle.
Seis semanas más tarde,
en la madrugada del 27/02/2010, Chile,
país sísmico en extremo, sufrió el desplazamiento de la placa de Nazca bajo la
placa Sudamericana, que resultó en un terremoto en el centro-sur de Chile, con
una magnitud de 8,8 grados en la escala de Richter y tsunami subsiguiente. Como
saldo, 521 muertos y 56 desaparecidos.
Tomando como referencia
la escala
Richter, el cálculo de energía liberada en cada caso indica que el
terremoto de Turquía de 2023 fue 6,3 veces más potente que el de Haití en 2010;
también el terremoto de Chile de 2010 fue 1 055 veces más potente que el de
Haití y 168 veces más enérgico que el de Turquía. No obstante, el sismo más
suave de los tres, el de Haití, y en segundo lugar el de Turquía, causaron la
mayor devastación en la población, cuyas consecuencias todavía se sufren en
Haití. Mientras que el más violento, el de Chile, fue el menos severo en
término de muertes y daños estructurales.
¿Cómo explicar estas
diferencias? Cierto es que hay fallas geológicas que explican la intensidad de
los terremotos. Pero los científicos
están de acuerdo en que el terremoto de Turquía ha provocado un número tan
elevado de víctimas debido a que en esa región la gran mayoría de los edificios
no cumplía la normativa sismorresistente que el propio gobierno había
introducido un año después del siniestro de 1999 en el que murieron 17 mil
personas. Pocos recursos y personal poco capacitado, más una corrupción
rampante hicieron posible que el pasado 6 de febrero la tragedia se repitiera
en escala mucho mayor. Razones
similares afectaron a Siria y acabaron con la vida de más de 200 mil
haitianos.
En cambio Chile es
referencia mundial en tecnologías antisísmicas y
tiene normas de construcción de las más estrictas del mundo. También es un país
más desarrollado, con más recursos, mejor organización y profesionales de élite
en el área sismológica y de ingeniería. Al final, la diferencia radica en un
problema de pobreza económica, política, de salud, de educación, de ciudadanía.
Mientras tanto ¿qué pasa en Venezuela?
Todos los venezolanos conocemos
aquella frase de supuesta autoría bolivariana, según la cual Don Simón habría
dicho: “si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y haremos que nos
obedezca”, en ocasión del terremoto que asoló a Caracas el Jueves Santo 26 de
marzo de 1812 y afectó a La Guaira, Mérida, El Tocuyo y San Felipe, todas en
poder de la Primera República. Ciudades en manos realistas, como Coro,
Maracaibo y Angostura, quedaron indemnes, lo que dio pie al clero, de eminente vocación
realista, a declarar que el terremoto era un castigo divino contra las ansias
independentistas de los rebeldes. La frase de marras, de dudosa veracidad, tiene
como única fuente un texto escrito en 1829 por el médico caraqueño realista José
Domingo Díaz.
No fue ese el único
terremoto en castigar a la capital. Rogelio Altez,
estudioso venezolano del tema, recoge informaciones sobre los 4 sismos más
graves ocurridos en Caracas: 11 de junio de 1641, 26 de marzo de 1812, 29 de
octubre de 1900 y 29 de julio de 1967. Este último ha sido analizado a plenitud
en el libro: “El terremoto de Caracas de 1967: 50 años después” (publicaciones
de la Academia
Nacional de Ingeniería y el Hábitat, 2017, 260 páginas; acceso libre), bajo
la compilación de los expertos ingenieros venezolanos Marianela Lafuente,
Carlos Genatios, Alfredo Cilento y José
Grases, más contribuciones adicionales de Eduardo Páez Pumar, Roberto Centeno,
Víctor Artis, entre otros, un libro que debería ser de lectura obligatoria para
todo ciudadano responsable de quehaceres relativos a la ciudad de Caracas, su
urbanismo, su cuidado, su protección, su gente. Los datos que siguen son
tomados de ese libro.
El 25 de julio de 1967
Caracas festejaba el cuarto centenario de su fundación con diversos actos alusivos
a la fecha fundacional de 1567. Cuatro días más tarde, el sábado 29 de julio de
1967, a
las 8:05 de
la noche, un terremoto de 6,4 a
6,6 en la escala de Richter y 35 segundos de duración azotó a la ciudad
cumpleañera. El sismo se ubicó a unos 16 Km de profundidad, bajo el fondo
marino, en el sistema de fallas de San Sebastián y La Tortuga. El saldo fue de 236 muertos,
dos mil heridos, 80
mil personas sin
vivienda, colapso de cuatro edificios en el este de Caracas y otros más
en el litoral central. A esto siguió la declaratoria de inhabitables
a 40 edificios y otros 180 con deterioros severos. Se
reportaron también daños en
viviendas antiguas de
paredes de mampostería, en el centro y norte de Caracas.
A raíz de la tragedia,
el gobierno de entonces y siguiente trabajaron con expertos para crear
Funvisis, Fundación Venezolana de Investigaciones Sismológicas (decreto N°
1053, 27/07/1972), y producir
normas para la construcción de edificaciones, actualmente la Norma COVENIN-MINDUR 1756-2001.
A lo largo de estos 52
años transcurridos desde el terremoto de 1967, la ciudad ha visto crecer sin
límite su población y aumentado su riesgo de desastre de
origen sísmico. Hoy se estima un
total de 224 mil edificaciones populares en Caracas (69,9% del total de
edificaciones de la ciudad), de las cuales un 75,6% son estructuras de baja
calidad. En un eventual terremoto en Caracas (nada descartable dada la geología
del valle y su historial sísmico), unas 3.500 edificaciones sufrirían daño
completo con un estimado de casi 6.500 víctimas fatales.
Lamentablemente, tanto
los constructores informales como el mismo gobierno han convertido en letra
muerta las normativas aprobadas. Nos dicen Lafuente y Genatios que “…Un factor
importante asociado a la vulnerabilidad de
las edificaciones de
Caracas, es el
relativo a la cuestionada calidad
de edificaciones de
vivienda construidas por
el gobierno nacional
en los últimos
8 años, en el operativo llamado Gran Misión Vivienda Venezuela. En
efecto, se tienen dudas importantes en relación con la calidad de los diseños,
el cumplimiento de los requerimientos normativos, los estudios de suelo y los
materiales utilizados. La
vulnerabilidad de estas
edificaciones ya ha
sido demostrada por algunas fallas que han aparecido en numerosos
desarrollos, como por ejemplo en Ciudad Caribia, por
lo que una
evaluación detallada de
estas estructuras es
recomendable a fin de
establecer los programas de
rehabilitación que sean necesarios para garantizar la seguridad de sus
habitantes”.
Los conocimientos científicos actuales no
permiten prever los terremotos; sabemos, sí, que la tierra volverá a temblar
allí donde ya lo ha hecho. Pero no tiene por qué desembocar en una tragedia
apocalíptica. Los sismólogos aseguran que los terremotos no matan gente; las
matan los edificios mal construidos, por efecto de la pobreza, la injusticia,
el abuso, la corrupción.
Algún día volverá a
temblar en Caracas, así lo apunta su historial sísmico y las informaciones
geológicas a disposición. ¿Los caraqueños de entonces estarán preparados para
salir airosos de la prueba? O por el contrario ¿habrán continuado en esa
atolondrada actitud de “como vaya viniendo, vamos viendo”, promovida por
Eudomar Santos, aquel inolvidable personaje malandro de la telenovela “Por
estas calles”?
HACER LAS PACES CON LA NATURALEZA: LA COP15
https://efectococuyo.com/solaz/ciencia/hacer-las-paces-con-la-naturaleza-la-cop15/
Gioconda Cunto de San Blas
Efecto Cocuyo, 06 de febrero de 2023
https://comofuncionaque.com/biodiversidad-significado-tipos-y-como-preservarla/
Con delegaciones de 188 gobiernos, del 4 al 19 de diciembre pasado se realizó en Montreal, Canadá, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica (COP15) la cual finalizó con un acuerdo histórico, llamado “Marco Mundial Kunming-Montreal” para orientar las acciones mundiales en favor de la naturaleza de aquí a 2030.
Al respecto consulto a
Jon Paul Rodríguez, investigador en el Instituto Venezolano de Investigaciones
Científicas, presidente de Provita y
presidente de la Comisión para la Supervivencia de las Especies (SSC, por sus
siglas en inglés) de la Unión Internacional para la Conservación de la
Naturaleza (UICN).
Este nuevo marco
global sobre biodiversidad -me dice Jon Paul- consta de 4 objetivos y
23 metas ambiciosas en materia de protección y restauración de espacios naturales.
Entre ellos, proteger al menos el 30 %
de las zonas terrestres, marítimas, costeras y aguas continentales para
2030, mediante la declaración de áreas protegidas, que por los momentos son
solo el 17 % de la superficie terrestre y el 10 % de los océanos. Al mismo
tiempo, el acuerdo busca acercar a cero la pérdida de superficies de suma
importancia para la biodiversidad, incluidos los ecosistemas de gran integridad
ecológica y reducir a la mitad los desechos de alimentos en el mundo. El reconocimiento
y el respeto de los derechos de los pueblos indígenas y las comunidades locales
en sus territorios tradicionales es otro punto enfatizado en la declaración. Asimismo,
el plan incluye propuestas para aumentar la financiación
destinada a los países en desarrollo, hasta 20 mil millones de dólares en una
primera etapa, con el fin de darles los medios para «aplicar estrategias y
planes de acción nacionales en materia de biodiversidad».
El cumplimiento de los
compromisos acordados en la COP15 es crucial en estos tiempos para la
sobrevivencia de las especies en el planeta. Datos
publicados por las Naciones Unidas indican que el planeta está experimentando
un peligroso declive en la naturaleza como resultado de las actividades
humanas. «El planeta está sufriendo la mayor pérdida de especies desde la
época de los dinosaurios» nos dicen los científicos, quienes estiman que
alrededor de un millón de especies de plantas y animales están en peligro de
extinción, si no se toman medidas para frenar ese rumbo.
El entusiasmo por los
logros en la reunión de Montreal no es necesariamente compartido por todos. Por
una parte, la falta de obligatoriedad en el cumplimiento del acuerdo, sujeto
solo a la buena voluntad de las partes y a unas revisiones periódicas ligeras,
no auguran un compromiso efectivo, como ya ha ocurrido con documentos
precedentes en ese tenor. Ya
hay quienes dicen que el documento de la COP15 es un catálogo de propósitos
para el año nuevo, difíciles de cumplir, porque muchos indicadores
socioeconómicos de la actividad humana -con los que se mide el crecimiento de
una comunidad o un país- chocan con el cuidado de la naturaleza. Por lo tanto,
cumplir las metas y objetivos de la COP15 conllevaría un replanteo substancial
del modelo socioeconómico global vigente para frenar la transformación de los
hábitats, los desarrollos urbanísticos, la sobreexplotación de los seres vivos,
la pesca, la agricultura industrial…, es decir, alinear progresivamente todas
las actividades públicas y privadas pertinentes con los objetivos del marco
global de biodiversidad de la COP15.
¿Cómo calza Venezuela
en el Marco Mundial Kunming-Montreal de la COP15?
Hoy, Venezuela posee más de la mitad del territorio protegido (57,7%) bajo distintas figuras legales como los Parques Nacionales, las Reservas de Fauna Silvestre o las Reservas de Biosfera. Sin embargo, los biólogos venezolanos alertan que lo esencial no solo es la protección legal, sino la capacidad efectiva de responder a las amenazas como la deforestación en estas zonas claves para el planeta.
A este respecto, la
palabra de Jon Paul Rodríguez se une a la de Antonio Machado Allison, profesor
jubilado del Instituto de Zoología y Ecología Tropical (UCV), especialista en
biodiversidad y cambio climático, e Individuo de Número de la Academia de
Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales. Ambos coinciden en los agudos
problemas de conservación que agobian a Venezuela.
Antonio nos habla de la
urgencia en preservar la cuenca del río Orinoco como uno de los territorios más
relevantes del país en cuanto a diversidad. «Dicha cuenca -nos comenta- cubre
casi el 80% de la superficie de Venezuela. Ante los cambios posibles en
regímenes climáticos, tendremos cambios en el régimen de lluvias. Se estima que
habrá sequías más intensas y extensas, debido a los fenómenos de El Niño y La
Niña, con consecuencias en los flujos de agua, los cuales son claves para el
mantenimiento de la diversidad y la preservación de la flora y fauna acuáticas
y terrestres, porque del régimen de flujo de aguas depende que las plantas y
los animales se reproduzcan al ritmo que han hecho durante millones de años. Cuánta
pérdida de biodiversidad tendremos, es una gran incógnita. Me atrevo a indicar
que la velocidad de destrucción que estamos llevando hoy en Venezuela es mucho
más acelerada de lo que se va a encontrar en 2030 o 2050. Estamos destruyendo
al país violenta, acelerada y extensamente. Esto no tiene que ver con cambio
climático sino con el avasallamiento de obtener riqueza rápida, ilegal,
destructiva, como está pasando con los bosques y ríos de la Guayana venezolana,
con el arco minero del Orinoco. Ahora no solo en el Orinoco sino en el lago de
Valencia, en los Andes venezolanos, desde que el gobierno abrió
indiscriminadamente la posibilidad de búsqueda de minerales preciosos en el
territorio nacional. No hay minería limpia, toda la minería se hace por
amalgamiento de oro con mercurio y cianuro. Y eso, por supuesto, trae como
consecuencia el envenenamiento de las aguas, de las tierras y su afectación en
la fauna y la flora».
Jon Paul, mientras
tanto, nos dice: «Sabemos cómo hacer conservación. Hay muchos ejemplos de
intervenciones sistemáticas. premeditadas, basadas en evidencias, mediante las
cuales se ha recuperado la distribución y abundancia de animales, hongos y
plantas, así como de los ambientes que habitan. Se destinan muchos más recursos
a destruir la naturaleza, que a protegerla. Pero si movemos la balanza un poco
hacia la conservación, es capaz de recuperarse».
Al final, de lo que se
trata es de «hacer las paces con la
naturaleza», como dijera la Directora
Ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), Inger Andersen. Fácil
decirlo, pero qué difícil hacerlo.
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TERAPIAS GÉNICAS, PASAPORTES A UNA MEJOR CALIDAD DE VIDA
https://efectococuyo.com/solaz/ciencia/terapias-genicas-pasaportes-a-una-mejor-calidad-de-vida/
Gioconda Cunto de San Blas*
Efecto Cocuyo, 15 de noviembre de 2022
In memoriam, Natalia Araujo-Cunto.
¡Cuánto le habría beneficiado a ella, de haber estado
disponible!
Eran las 12:52 pm del 14 de septiembre de 1990 cuando la niña Ashanti DeSilva, de cuatro años, nacida con un sistema inmune débil que le hacía proclive a infecciones microbianas sin fin y a una expectativa de vida breve, hizo historia como la primera paciente sometida a un tratamiento experimental de terapia génica, bajo autorización y vigilancia del comité ético del Instituto Nacional de Salud (NIH) en Estados Unidos. El equipo estuvo dirigido por el genetista William F. Anderson, a quien se ha llamado «el padre de la terapia génica» y los inmunólogos del Instituto Nacional del Cáncer Michael Blaese y Steven Rosenberg.
Ashanti
había nacido con «inmunodeficiencia combinada severa» generada por carencia de
la proteína adenosina desaminasa (ADA), una molécula que entre otras funciones
hace posible que los linfocitos T, un tipo de glóbulos blancos, se mantengan
activos en su papel protector contra infecciones. La niña había heredado de sus padres dos copias
defectuosas del gen ADA, portador de
la información necesaria para la síntesis de la proteína en cuestión, por lo
que su tierno organismo era incapaz de defenderse de microorganismos
infecciosos. Corregir ese defecto, es decir, introducir el gen normal para
desplazar la anomalía, solo sería posible mediante técnicas de ingeniería
genética que para el momento apenas se vislumbraban de aplicación terapéutica.
Para
tratar a Ashanti, el equipo de especialistas tomó muestras de sangre de la
niña, de donde se tomaron los linfocitos T para reproducirlos e insertarles el
gen funcional de ADA, y así modificados fueron reintroducidos en la niña. A lo
largo de dos años, 11 infusiones de vector ADA fueron necesarias hasta lograr
que su organismo produjera ADA normalmente y para siempre. Hoy Ashanti, con 36
años de edad, vive en Chicago, está casada, es graduada en la Universidad de
Ohio y trabaja como consejera genética, una labor para la cual diríamos que estuvo
predestinada desde su concepción.
El
éxito del tratamiento de Ashanti condujo al vasto campo de investigación en terapia
génica. Carlos Ayala Grosso, científico del Instituto Venezolano de
Investigaciones Científicas (IVIC), quien aplica enfoques bioquímicos al
estudio de trastornos neuropsiquiátricos, me comenta que las terapias génicas
tienen un futuro promisorio en el tratamiento de trastornos neurodegenerativos
como la enfermedad de Alzheimer, Parkinson, esclerosis lateral amiotrófica,
entre otros, para los cuales hoy solo existen medicamentos paliativos. Así, por
ejemplo, experimentos
recientes sugieren la factibilidad de una terapia génica para Alzheimer, a
partir de una proteína clave, el factor neurotrópico del cerebro (BDNF), producido
naturalmente a lo largo de la vida y cuya disminución va asociada a esa pérdida
de memoria característica de la enfermedad. De allí que se esté evaluando terapia
génica con BDNF. Estas y otras promisorias
noticias en el campo de la terapia génica en trastornos neuropsiquiátricos,
aunque no de pronta aplicación, dan esperanzas de futuro para su manejo clínico.
Novedosas
tecnologías de edición de genes se están usando para abordar la cura de otro
trastorno hereditario severo, la anemia
falciforme (sickle cell anemia), que aflige a millones de personas, sobre
todo a poblaciones de origen africano o mediterráneo. Esta enfermedad está
asociada a la hemoglobina en los glóbulos rojos de la sangre y en su función de
transporte de oxígeno. Los glóbulos rojos sanos, redondos y flexibles, circulan
por pequeños vasos capilares para llevar oxígeno a todo el cuerpo. La hemoglobina
de un paciente con anemia falciforme es anormal, lo cual causa que los glóbulos
rojos se pongan rígidos y viscosos, tengan forma de media luna y no puedan
cumplir satisfactoriamente con su función de transporte de oxígeno. Dichas
células falciformes tienen una corta vida, lo que causa anemia recurrente.
Además, al pasar por los vasos capilares pueden atascarse y obstruir la
circulación de la sangre, derivando en dolor, infecciones, síndrome torácico
agudo, accidentes cerebrovasculares y en casos extremos, muerte temprana.
Una
mutación puntual en el gen de la β-globina,
componente estructural de la hemoglobina, es la causante de la anemia
falciforme. De manera que corregirla por terapia génica en células madre del
propio paciente, es decir, sustituir el gen defectuoso por la versión sana, es
un propósito planteado por investigadores
del área, en afán de encontrar cura permanente a esta enfermedad. Ya están
en curso pruebas
clínicas, cuyos resultados preliminares son alentadores en la mayoría de
los pacientes bajo tratamiento.
Leucemia linfocítica,
distrofia hereditaria de la retina, atrofia muscular, talasemia, hemofilia
y muchas otras enfermedades de origen genético están siendo estudiadas bajo el
prisma de la terapia génica. No todo es miel sobre hojuelas, sin embargo.
Tratamientos similares han fallado o han producido efectos secundarios
indeseables y solo se han hecho en centros muy especializados, dadas las
complicaciones técnicas inherentes a los procedimientos. Actualmente, diversas
terapias están en pruebas preclínicas, aunque solo muy pocas han sido
autorizadas para su aplicación general.
Uno obstáculo mayúsculo
en la aplicación de estas terapias es el económico:
por ahora, una terapia puede costar de ¡500 mil a 2,8
millones de dólares!. La esperanza es que, como ha ocurrido con los
principales avances científicos, sus costos se reduzcan sustancialmente a
medida que se avanza en la investigación.
A manera de ejemplo, el
proyecto inicial del genoma humano, en la década de 1990-2000, costó un
estimado de mil millones de dólares. Dada la evolución de las técnicas usadas y
el conocimiento acumulado, ese mismo ejercicio en 2006 había bajado su costo a
US$ 20-25 millones; en 2015, a US$ 1.500. Hoy en día, hay empresas biotecnológicas
que ofrecen presentarle a usted su genoma completo por ¡US$ 600!
De manera que si bien al presente las terapias génicas son de muy limitado acceso por ser experimentales y de alto costo, el mañana trabajado desde hoy se perfila prometedor para los futuros dolientes de estas y otras enfermedades de origen genético. La investigación fundamental en biomedicina siempre ha sido un oficio costoso pero sus resultados han hecho posibles los avances de la sociedad y la curación o tratamiento de enfermedades hasta hace poco intratables.
LOS PREMIOS NOBEL 2022 EN CIENCIA
https://efectococuyo.com/solaz/ciencia/los-premios-nobel-2022-en-ciencia/
Gioconda Cunto de San Blas*
Efecto Cocuyo, 17 de octubre de 2022
https://www.statista.com/chart/2805/nobel-prize-winners-by-gender/ “La Asamblea Nobel en el Instituto Karolinska
ha decidido otorgar el Premio Nobel 2022 en Fisiología o Medicina
a Svante Pääbo (Suecia / Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva,
Leipzig, Alemania) por sus descubrimientos sobre homininos (primates de postura
erguida y locomoción bípeda) extintos y evolución humana”.
De dónde venimos, cómo
nos relacionamos con especies que nos precedieron, qué nos hace diferentes a
nosotros, Homo sapiens, de otros
homininos, son preguntas planteadas desde los albores
de la humanidad.
A ellas ha intentado
dar respuesta el galardonado a través de investigaciones pioneras que dieron
nacimiento a la paleogenómica, disciplina ocupada en el estudio de genomas de
especies antiguas, a menudo extinguidas, que proporciona información directa del
proceso evolutivo.
Pääbo, cuyo padre -el
bioquímico Sune Bergström- ganó el Nobel
de Medicina en 1982 por sus trabajos en prostaglandinas, logró recuperar ADN
antiguo de restos de especies extintas precursoras del ser humano moderno,
secuenció el genoma completo del Neanderthal (Homo neanderthalensis) e hizo el descubrimiento, por vía genómica,
de un hominino desconocido, el Hombre de Denisova. Pääbo y sus colaboradores también
descubrieron que Neanderthal, Denisova y humanos se aparearon, por lo cual el
genoma de humanos modernos porta restos de ADN de neandertales (1 a 3
% en humanos de origen europeo), o de denisovanos
(4 % a
6 % en humanos de Nueva Guinea, Australia y
Melanesia). Esas especies desaparecieron, dejándonos a nosotros, la especie H. sapiens, como única sobreviviente del
género Homo. Los descubrimientos de
Pääbo han tenido un profundo impacto en la comprensión de nuestra historia
evolutiva.
“La Real Academia Sueca de Ciencias ha decidido otorgar el Premio Nobel en Física 2022 a Alain Aspect (Université Paris-Saclay, Francia), John F. Clauser
(Walnut Creek, CA, USA) y Anton Zeilinger (U. Viena, Austria) por sus
experimentos con fotones entrelazados, que establecen la violación de la
desigualdad de Bell y lideran la tecnología de la información cuántica”.
La teoría
cuántica describe la naturaleza en la escala atómica y subatómica; es decir, el
universo de lo pequeño en el rango de millonésimas de milímetro. Estudiar algo
tan abstracto como la violación de la desigualdad de Bell y el concepto de entrelazamiento de pares de objetos
(fotones, en este caso, partículas elementales responsables de los efectos
cuánticos de las interacciones electromagnéticas) fueron fundamentales para la
aplicación de tales conocimientos en la vida diaria.
Así las
cosas, la electrónica y todas sus aplicaciones prácticas que nos inundan hoy
día tienen su base en la mecánica cuántica, a los que se suman los nuevos conocimientos aportados por los galardonados, que permiten
adentrarnos en la revolución de la tecnología cuántica, basada en la criptografía cuántica (seguridad informática) y la
computación cuántica (velocidad de procesamiento muy superior a la
actual).
Por ejemplo, el funcionamiento del satélite Micius de China para la comunicación cuántica encriptada, está sustentado en el entrelazamiento
cuántico entre fotones separados por miles de kilómetros; la
Iniciativa Nacional Cuántica de Estados Unidos, con una inversión de US$ 1.280
millones, y la iniciativa similar israelí por US$ 400 millones están basadas también
en la realidad del entrecruzamiento. Todos estos desarrollos de encriptación e
internet cuánticas garantizarán las comunicaciones ultraseguras y ultrarrápidas que ya comienzan a ser implementadas.
“La Real Academia Sueca
de Ciencias ha decidido otorgar el Premio Nobel en Química 2022
a Carolyn R. Bertozzi (Stanford U., CA, USA), Morten Meldal (U. Copenhagen,
Denmark) y K. Barry Sharpless (Scripps Research, La Jolla, CA, USA; Nobel en
Química por segunda vez, la primera en 2001), por el desarrollo de la química
click y la química bioortogonal”.
Nuevas reacciones que permiten sintetizar
moléculas en el laboratorio o a escala industrial, a modo
de bloques de “Lego”. Son las llamadas reacciones
click, en alusión a las hebillas de los cinturones de seguridad, al ocurrir la reacción
de compuestos con grupos azida (3 átomos de nitrógeno) y alkino (carbono con
triple enlace), en presencia de cobre. Con estas reacciones, Meldal y Sharpless
obtuvieron compuestos casi puros, libres de productos secundarios difíciles de eliminar
y trajeron la química
click a la obtención de un mundo de sustancias aplicables
a la industria o a la farmacología.
Un paso más en el uso
de reacciones click lo dio Carolyn Bertozzi,
la otra galardonada del trío. Interesada en las células cancerosas y en la
razón de ser de la gruesa capa de glicanos (compuestos derivados de azúcares)
en su exterior, modificó ligeramente la reacción click para hacerla factible en
la célula viva, sin dañarla, proceso que llamó reacción bioortogonal. Así determinó
que los glicanos protegen a los tumores de ser detectados por los glóbulos
blancos del sistema inmunológico. Eliminar esa cubierta fue entonces el
propósito de Bertozzi y colegas. El resultado es un nuevo tipo de fármaco que elimina
los glicanos en las células tumorales y las deja sensibles al ataque
inmunológico. Productos inmunoterapéuticos derivados de estos experimentos están
siendo evaluados en pruebas clínicas en pacientes con cáncer avanzado. Uno de
ellos, exitosamente tratado de un melanoma agresivo, fue el expresidente Jimmy
Carter.
Como bien apunta el
Comité Nobel, la química click, en su versión original o en la modificación
bioortogonal, es elegante,
inteligente, novedosa y útil, y
aporta beneficios a la humanidad.
Bertozzi
se ha anotado en una lista exclusiva de mujeres ganadoras de Premios Nobel en
ciencias: 8 en 189 condecorados en Química; 4 en Física de un total de 222
premiados; 12 de 225 galardonados en Fisiología o Medicina. La deuda de la
Fundación Nobel con las mujeres científicas sigue pendiente.
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*Los párrafos dedicados
al Premio Nobel de Física fueron revisado por mi colega, el Dr. Ismardo
Bonalde, sobre un texto que yo preparé. Agradecida por su ayuda en interpretar
el significado de esas investigaciones para mis lectores. Cualquier confusión
en ese texto es mi responsabilidad.
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AUNQUE USTED NO LO CREA, LA BIOLOGÍA CUÁNTICA ES EL PAN DE CADA DÍA
https://efectococuyo.com/solaz/ciencia/aunque-no-lo-crea-la-biologia-cuantica-es-el-pan-de-cada-dia/
Gioconda Cunto de San Blas
Efecto Cocuyo, 5 de julio de 2022
https://www.expgen.com/2011/12/el-mundo-subatomico-de-la-biologia.html
"Verde
es el color principal del mundo, y a partir del cual surge su hermosura"
es frase atribuida al poeta español Pedro
Calderón de la Barca (1600-1681). No sabía el bardo cuánto, además de
hermosura, le debemos los seres vivos a ese color en las hojas que conforman la
biomasa vegetal del planeta. Verdes son las hojas por la clorofila, el pigmento
que mayoritariamente absorbe la energía lumínica del sol, la transforma en
energía química y hace posible la transformación de materia inorgánica en
orgánica, en un proceso llamado fotosíntesis, del cual depende la vida en el
planeta.
Simplificando un
proceso complicado, podemos decir que una vez atrapada la energía del sol en
energía química, con el auxilio de fotones, se generan reacciones que
finalmente conducen a la síntesis de derivados de carbono en forma de azúcares
(materia orgánica), indispensables en la constitución de cualquier ser vivo, a
partir del anhídrido carbónico (CO2), materia inorgánica que existe
abundantemente en la atmósfera. Cada año los organismos
fotosintetizadores fijan en forma de materia orgánica en torno a 100 mil
millones de toneladas de carbono (3 mil toneladas de carbono por segundo,
aproximadamente). Con ello aseguran la perpetuación de la vida en el planeta;
sin ese proceso no existiría vida.
Ahora bien, desde hace
algunas décadas la fotosíntesis y otros fenómenos de la naturaleza están siendo
observados desde un ángulo nuevo y promisorio, en el cual gobiernos y empresas
privadas están invirtiendo sumas ingentes de dinero, como veremos más adelante:
la biología cuántica. Al respecto, converso
con Vladimiro Mujica, científico venezolano en la Arizona State University,
Estados Unidos, quien recientemente ha recibido una importante subvención para
financiar un proyecto en biología cuántica que apunta a estudiar los mecanismos
fundamentales que influyen sobre el movimiento de electrones en moléculas
biológicas.
¿Qué es biología
cuántica? ¿Con qué se come eso? ¿Para qué nos sirve? Son preguntas que lanzo a
Vladimiro en aras de valorar la importancia de su proyecto, así como el impacto
de la biología cuántica y sus aplicaciones en la vida diaria de todos nosotros.
Para hablar de biología
cuántica -me dice- primero debemos definir quantum (cantidad mínima de
energía que puede ser absorbida, propagada o emitida por la materia) y física
cuántica, la física que explica la naturaleza de las partículas atómicas y
subatómicas (protones, neutrones, electrones). Es la ciencia de lo más pequeño.
Cómo estas partículas trabajan e interactúan es el tema de la mecánica
cuántica. Sobre esta ciencia está montado el mundo de las computadoras, lasers,
transcriptores, microscopía electrónica, imágenes por resonancia magnética,
fibras ópticas, telecomunicaciones, entre otras aplicaciones.
La biología cuántica,
por su parte, es un área que si bien dio unos pocos pasos en los años 20 del
siglo pasado, es ahora cuando tomó impulso, una vez conocidas en mejor detalle
las estructuras celulares y las reacciones químicas que se producen en ellas.
La biología cuántica es entonces el estudio de las aplicaciones de la mecánica
cuántica y de la química a organismos vivos, en procesos que no pueden ser
descritos adecuadamente por las leyes de la física clásica y bajo el criterio
de que, constituidos por moléculas, también estarán sometidos a las leyes de la
materia. Así, por ejemplo, los procesos de conversión de energía luminosa en
energía química y las transformaciones subsiguientes del proceso fotosintético
al que ya nos referimos en párrafo anterior, son de naturaleza cuántica. Consecuencia
directa de dichas investigaciones son, por ejemplo, las aplicaciones derivadas
en complejos fotosintéticos,
todavía en etapa preliminar, que podrían conducir a prototipos de tecnologías
de energías verdes en celdas solares, con miras a paliar los perniciosos
efectos del cambio climático.
Otro ejemplo viene de
las enzimas. Ellas son biomoléculas (proteínas) que aceleran la velocidad de las
reacciones químicas en las células vivas y aseguran la sobrevivencia de los
organismos. Así, por ejemplo, la lipasa digiere las grasas y la tripsina, las
proteínas; dos ejemplos entre miles. Por otro lado, la carencia o existencia
defectuosa de ciertas enzimas pueden dar lugar a defectos congénitos del
metabolismo. Por ejemplo, el mal funcionamiento de la fenilalanina hidroxilasa,
inducido por una mutación en el gen correspondiente, hace que bebés con
fenilcetonuria sufran de retardo mental, si no son tratados adecuadamente.
Mutaciones
como ésta surgen de errores en la replicación del ADN. A todos nos es familiar
la imagen entorchada de doble cadena que constituye el ADN de todos los seres
vivos, moléculas que contienen información genética y la transmiten de una
generación a otra, en un proceso fiel de replicación. En el ADN hay enlaces
químicos que forman el cuerpo de la “escalera”, los cuales se mantienen juntos
por medio de “peldaños” donde hay uniones de hidrógeno. En ciertas condiciones y por efectos
cuánticos, los hidrógenos pueden ubicarse en la cadena equivocada al comenzar
el proceso replicativo, lo que lleva a mutaciones
puntuales en el ADN, de gran influencia en los procesos evolutivos y
metabólicos. Tener un mayor entendimiento de este proceso tiene el potencial, a
largo plazo, de estar en condiciones de estudiar soluciones a problemas biomédicos
por medio de aplicaciones de la biología cuántica.
En áreas
biomédicas, hay tres ramas especialmente relevantes para el futuro de la
medicina, la biología y la genética: la computación, la simulación y la óptica
cuánticas. El dominio de esos procesos es esencial para el desarrollo de
técnicas que permitan detectar órganos dañados o tumores y manipularlos a nivel
molecular con alta precisión y de manera inocua. Con la capacidad
exponencialmente mayor de la computación cuántica, los expertos tratan de
simular con computadoras el efecto de diferentes compuestos químicos sobre
organismos a nivel molecular y diseñar nuevos medicamentos de manera más rápida
y barata.
Prueba de lo prometedor
de estas tecnologías son las inversiones y alianzas que ya se están formando en
el sector privado para el desarrollo de estas técnicas. Un ejemplo es la
colaboración iniciada en 2017 entre la consultora internacional Accenture, la compañía de software
cuántico 1Qbit y la firma de biotecnología Biogen para diseñar la primera
aplicación cuántica capaz de desarrollar soluciones médicas a problemas como la esclerosis múltiple,
el Alzheimer, el Parkinson o la enfermedad de Lou Gehrig.
La promesa de esta
nueva era tecnológica también constituye una gran oportunidad que las
principales potencias mundiales no desaprovechan, al punto de que se ha
establecido una suerte de competencia
entre ellas por invertir fortunas en el mundo cuántico, como llave para el
progreso en el siglo XXI. Japón está invirtiendo US$ 700 millones en
tecnologías cuánticas y ha creado el Instituto de Ciencias
Médicas Cuánticas, que apunta a investigar mecanismos de enfermedades como
cáncer o Alzheimer, entre diversos proyectos. China ha
implementado un programa nacional para investigación y desarrollo de
tecnologías cuánticas, respaldado con un aporte de 10 mil millones de dólares;
igualmente han hecho la Unión
Europea y los Estados
Unidos con presupuestos por encima de mil millones de dólares cada uno. Se
calcula que en todo el mundo, en estos momentos están invertidos más de US$
30 mil millones para respaldar investigaciones y aplicaciones derivadas del
mundo cuántico, con proyección a US$ 42,4 mil millones en 2027. De manera que
no hay duda, el mundo cuántico ya no nos es ajeno. Está aquí para beneficio de
la humanidad, si sabemos utilizarlo.
Muy a nuestro pesar, en
América Latina y el Caribe el universo cuántico no ha logrado arrancar con el
impulso de otras regiones, salvo algunas iniciativas puntuales de
investigación, desarrollo e innovación, que si bien son de alabar, no satisfacen
los esfuerzos que deben hacerse para enfrentar el mundo de hoy, mucho menos el mañana.
Todos estos desarrollos
tecnológicos se basan en aplicación de conocimientos fundamentales obtenidos
laboriosamente en los laboratorios de investigación científica. Ha sido la
ciencia, ciencia costosa, imprescindible e impredecible, la que ha aportado los
grandes resultados que han abierto nuevos campos para el progreso del ser
humano y de las sociedades en las que nos desenvolvemos. Es a eso a lo que
debemos apostar: ciencia y tecnología para el desarrollo a mediano y largo
plazo. La era cuántica ya está entre nosotros, no es ciencia ficción. Será
nuestra responsabilidad convertirla en una oportunidad de progreso para
nuestros pueblos.
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YO SOY AFRODESCENDIENTE...Y TÚ TAMBIÉN
https://efectococuyo.com/solaz/ciencia/yo-soy-afrodescendiente-y-tu-tambien/
Gioconda Cunto de San Blas
Efecto Cocuyo, 9 de mayo de 2022
Fue en 1871 cuando Charles Darwin publicó su libro «El
Origen del Hombre», en el que finalmente dio el paso irreversible de afirmar
que humanos y simios compartimos un antepasado común, como conclusión lógica de
su teoría de la evolución, expuesta en «El
Origen de las Especies» doce años antes, casi simultáneamente con ideas similares
presentadas por Alfred Wallace. En palabras que retumbaron por doquier, Darwin
sacudía las creencias religiosas de muchas sociedades en cuanto a la creación
del ser humano por vía de un acto único de la divinidad, como se ha sostenido en
variados mitos milenarios. Decía Darwin: “Quien no se conforma con mirar a los
fenómenos de la naturaleza como eventos desconectados, no puede ya creer que el
ser humano es producto de un acto separado de creación […] sino descendiente de
un progenitor común a todos los demás mamíferos”.
Desde entonces,
mucho hemos ratificado y otro tanto incorporado a la teoría darwiniana, no solo
por vía de la evidencia científica paleoantropológica a partir de
descubrimientos fósiles en los últimos tres siglos, sino en los tiempos
actuales por datos provenientes de la genética evolutiva. Homo sapiens (hombre / humano sabio, nada menos, nombre científico
de la especie biológica que nos agrupa) es efectivamente un eslabón en una
larga cadena que se hunde en las brumas del tiempo.
En ese proceso evolutivo, contado a través de una historia
paleontológica todavía incompleta en hallazgos, nos debemos remontar a unos 6
millones de años atrás cuando los primates (Orden biológico que comprende los
prosimios, monos y simios) se desdoblaron en homínidos (homininos) y
chimpancés, al abandonar aquellos la locomoción cuadrúpeda de los mamíferos,
para erguirse en dos piernas, marcha bipedal de todos los homininos desde
entonces.
Tres a cuatro millones de años atrás, surge el género Australopithecus, claramente perteneciente a
los homininos. “Lucy”, una grácil
australopicetina descubierta en Etiopía en 1974 y preservada en el Museo Nacional
de ese país, es evidencia ósea de la especie A. afarensis. Pero
todavía habrá que andar otro par de millones de años para que surjan por
evolución los primeros especímenes del género Homo (H. ergastus, H. erectus, H. neanderthalensis) al cual
pertenecemos. Es apenas hace unos 300 mil años cuando aparece H. sapiens, nuestra especie, la única
del género Homo en sobrevivir y
extenderse por todo el mundo.
Antes de extinguirse hace unos 25 mil años, H.
neanderthalensis
y algunas otras especies de Homo se
habían establecido en Europa y Asia entre 230 mil y 40 mil años antes
del presente y coexistieron con H.
sapiens cuando éste salió de África unos 60 a 80 mil años atrás, para
extenderse por todo el mundo. Entró en Europa por dos rutas probables: Turquía
y el corredor del Danubio y a lo largo de la costa mediterránea. El encuentro
entre H. sapiens y H. neanderthalensis produjo descendencia, como lo demuestran los
restos (1 a 3 %) de DNA de neandertales encontrados en el genoma de humanos
modernos, sobre todo europeos, y viceversa, trazas de DNA de humanos
localizados en el genoma de neandertales. En migraciones sucesivas, H. sapiens llegó a Indonesia, Papua
Nueva Guinea y Australia hace unos 45 mil años. El último continente en ser
colonizado por nuestra especie fue América, unos 15 a 20 mil años atrás.
La frecuencia de fósiles pertenecientes al género Homo hallados en África hizo ubicar
desde muy temprano a ese continente como posible cuna de la humanidad. Pero son
los estudios genéticos de las últimas décadas los que han dado firmeza a esa
posibilidad. Publicado a finales de febrero de este año, el más reciente e impactante resultado es el proveniente de un
trabajo conjunto entre el Broad Institute de MIT y Harvard, Estados Unidos, y
el Big Data Institute de la Universidad de Oxford, Inglaterra. En él, los
autores (Anthony Wilder Wohn y
colaboradores) dan cuenta de la obtención de un árbol genealógico formado por 27 millones de ancestros de unas 70.000 generaciones, equivalentes en el
tiempo a casi 2 millones de años, por lo que se remonta a los inicios
del género Homo, construyendo una
genealogía unificada de genomas modernos y antiguos.
Para llegar a ese resultado, los investigadores utilizaron 3.609
genomas modernos de 215 poblaciones diferentes y muestras de varios individuos
antiguos, incluidos neandertales y un denisovano (pariente extinto de los
humanos modernos que vivieron en Siberia y el este de Asia). Con datos tomados
de información genética proveniente de varios consorcios de grandes datos
genómicos, escogidos primeramente del cromosoma 20, los investigadores pudieron
estimar las fechas aproximadas de aparición de las diversas especies del género
Homo. Al mismo tiempo, un programa de
ubicación geográfica aplicado a los datos permitió hacer inferencias
aproximadas a ese respecto en tales antepasados.
Una genealogía unificada de genomas
modernos y antiguos. Tomado de: A. W. Wohn y colaboradores. https://www.science.org/doi/10.1126/science.abi8264, 25/02/2022. Video suplementario 1 https://vimeo.com/user167027958
José Luis Ramírez, científico venezolano especialista en el
tema y reciente ganador del Premio Lorenzo Mendoza Fleury (mejor conocido como
Premio Polar) en su edición 2022, nos explica que el trabajo en comento es un tour de force en bioinformática y
estadística aplicada a la genética de poblaciones, un campo que si bien no es
ajeno a las controversias, analiza datos por métodos masivos que permiten al
final conectar con genomas ancestrales todos los genomas publicados hasta la
fecha. Los resultados obtenidos por esos autores están en línea con
investigaciones previas, tales como estudios genéticos en mitocondrias, organelos
celulares que generan la mayor parte de la energía química necesaria para
activar las reacciones bioquímicas de la célula y que son heredados
exclusivamente por línea materna; o estudios en el cromosoma Y, heredado
exclusivamente por línea paterna. En ambos casos, el origen de H. sapiens se ubica en el continente
africano, como también se deduce del trabajo de Wohn y colaboradores, quienes además
añaden cien mil años a la línea genealógica humana, para ubicar su aparición
hace trescientos mil años.
Es llamativo el comentario de José Luis Ramírez en cuanto a
la alta frecuencia de variantes alélicas y haplotipos humanos (un haplotipo es
un conjunto de variaciones del ADN, o polimorfismos, que tienden a ser
heredados juntos) existentes en las poblaciones actuales, según lo reportado
por Wohn y colaboradores, lo cual constituye una fotografía de la gran
adaptabilidad de Homo sapiens a cambios
geográficos y ambientales, en suma, a la adaptación al cambio climático.
En conclusión: somos
una única especie; tenemos el mismo repertorio genético, por lo cual no existen
razas de H. sapiens; provenimos de
África, somos todos afrodescendientes.
No deja de tener un toque poético la determinación posible
del punto inicial de migración de Homo
sapiens a partir de un programa de ubicación geográfica aplicado a los
datos obtenidos por Wohn y colaboradores. El bíblico Jardín del Edén, si acaso existió,
habría estado localizado en Sudán, coordenadas 19.4°N, 33.7°E, según tal
algoritmo. De allí habría partido el ser humano a poblar el globo terráqueo,
según el mandamiento divino. «Tomó, pues, Yahveh Dios al hombre y le dejó en el
jardín de Edén, para que lo labrase y cuidase» (Génesis 2:15). «Y les dijo
Dios: Sed fecundos y multiplicaos; henchid la tierra y
sometedla» (Génesis 1:28). No hemos hecho otra cosa desde entonces.
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LA PANDEMIA SILENCIOSA: MICROORGANISMOS RESISTENTES A ANTIBIÓTICOS
Gioconda Cunto de San Blas
Efecto Cocuyo, 28 de marzo de 2022
https://www.news-medical.net/health/Appropriate-Use-of-Antibiotics.aspx¿Usted
sabía que después del Proyecto Manhattan (1942-1946) para la producción de una
bomba nuclear, el segundo proyecto prioritario e igualmente secreto para el
gobierno norteamericano fue la producción en masa de penicilina
para la atención de los heridos de guerra en el campo aliado? No era pequeño el
desafío. Se sabía que de los 10 millones de soldados muertos en la Primera
Guerra Mundial (1914-1918), casi la mitad no había fallecido por bombas,
disparos o gases productos del afán bélico sino por infecciones menores que al
ser intratables con los medicamentos disponibles al momento, derivaban en
septicemias letales. De manera que la revelación de la penicilina como droga
exitosa contra infecciones bacterianas se tradujo en uno de los capítulos
brillantes de la química, la microbiología y la medicina modernas para salvar
gentes en medio de un escenario de muerte.
En
1928 el médico microbiólogo Alexander Fleming trabajaba en el Hospital Saint
Mary de Londres dedicado a la mejora y fabricación de vacunas o inyecciones y
sueros. Al regreso de sus vacaciones de verano en su nativa Escocia, Fleming
notó que una de las placas, dejadas para observación ulterior en un experimento
en marcha, se había contaminado con otro microorganismo. No uno cualquiera,
sino el hongo Penicillium notatum, que al crecer
en un medio de cultivo adecuado producía una sustancia luego llamada penicilina
en referencia a su origen, que al inhibir el crecimiento de la bacteria
producía un halo visible en la placa bajo observación.
En
su discurso de recepción del premio Nobel 1945 en Medicina o Fisiología, compartido
con Howard
Florey y Ernst Chain,
Fleming
reconoce que dada su formación como microbiólogo, carecía de destrezas para
acometer la purificación y determinación de estructura de la penicilina. Ese
reto fue asumido años más tarde en Londres por el bioquímico Florey y el
químico Chain quienes en 1940 y años sucesivos, en plena Segunda Guerra Mundial
(1939-1945) y bajo los bombardeos nazis a la ciudad, lograron estos éxitos en
conjunto con colegas norteamericanos. El primer paciente tratado con penicilina
fue Albert Alexander, oficial de policía de Londres, quien recibió la única
dosis de penicilina disponible en el laboratorio de Florey. Una recuperación
notable en pocas horas fue revertida por imposibilidad de disponer de una
segunda dosis del antibiótico. Fue Anne Miller (New Haven, Connecticut, 1942)
la primera persona salvada de la muerte por septicemia, luego de ser tratada
con dosis suficientes de penicilina. Vivió hasta sus 90 años, cumplidos en
1999.
A
partir de allí, la producción masiva de penicilina y derivados, así como la búsqueda
de nuevos antibióticos se multiplicaron exponencialmente. El control de las
infecciones bacterianas quedaba así resuelto y garantizado... ¿Realmente?
En
una suerte de yin y yang,
conceptos del taoísmo referentes a la dualidad de todo lo existente en el
universo, a fuerzas opuestas y complementarias, la introducción de antibióticos
al arsenal médico terapéutico trajo como consecuencia casi inmediata la
respuesta de las bacterias y otros microbios, que mientras se adaptaban a ese
medio para ellos hostil, aseguraban su sobrevivencia a través de diversos
mecanismos moleculares que no es del caso discutir aquí. Como consecuencia de
esa resistencia adquirida, los antibióticos van perdiendo efectividad a poco de
comenzar a usarse.
Ejemplos
de resistencia hay muchos, baste con mencionar unos pocos: la frecuencia de resistencia
a ciprofloxacina,
un antibiótico comúnmente usado para tratar infecciones urinarias, neumonías o
sepsis, particularmente en pacientes en unidades de cuidado intensivo, varía de
8,4% a 92,9% para Escherichia coli y de 4,1% to 79,4% para Klebsiella pneumoniae. La
bacteria Staphylococcus aureus que cohabita de forma natural en nuestra piel, puede mutar a
bacteria resistente a meticilina, generando infecciones que en algunos casos
serán incurables y letales.
Datos recientes del Hospital
Universitario “Antonio Patricio de Alcalá”, Cumaná, estado Sucre, Venezuela, indican una frecuencia del 25,2% de E.
coli multirresistente, en similitud con otros reportes a lo largo y ancho
del país. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que en 2018 hubo cerca de 500
mil nuevos casos de tuberculosis resistentes a la rifampicina y otros
antibióticos. También se han descrito hongos patógenos resistentes a
antibióticos antifúngicos (no son los mismos que los antibacterianos), como es
el caso de Candida auris, uno de los más frecuentes agentes de
infecciones fúngicas.
El mes pasado (febrero de 2022) fue publicado en la
prestigiosa revista científica The Lancet un artículo, el más exhaustivo hasta la fecha, en el que a través de
metanálisis de cientos de miles de datos relativos a la generación de
superbacterias (como se ha dado en llamar a las bacterias resistentes a
antibióticos), los autores concluyen que tan solo en 2019 fallecieron 1,2
millones de personas por infecciones producidas por microorganismos
resistentes, más que las muertes causadas por el sida o la malaria. Los
responsables del estudio consideran que de no poner reparo a esta situación, en
menos de 30 años las superbacterias acabarán con la vida de 10 millones de
personas cada año, es decir, tres veces más que lo estimado para la
Covid-19 en 2020. De hecho,
la OMS ha declarado a la resistencia antimicrobiana como una de las 10 amenazas
más graves que enfrenta la humanidad.
¿Hay alguna manera de evitar la aparición de
microorganismos resistentes a antibióticos? No. Pero sí hay formas de
retrasarla. A tal efecto, la OMS a través del Grupo Coordinado sobre Microorganismos
Resistentes a Antibióticos publicó en abril de 2019 el documento “No time to wait: Securing the future from
drug-resistant infections”
(Sin tiempo que perder: asegurar el futuro libre de infecciones resistentes a
drogas), contentivo de normas a seguir. También la Organización Panamericana de
la Salud (OPS) publicó un manual al efecto: Recommendations for Implementing Antimicrobial
Stewardship Programs in Latin America and the Caribbean: Manual for Public
Health Decision-Makers (Recomendaciones para implementar programas de
vigilancia antimicrobiana en América Latina y el Caribe: Manual para los
gestores de la salud pública).
Entre las principales
recomendaciones en dichos documentos están las de prevenir el uso inapropiado
de antibióticos, ya sea por automedicación, por prescripción inadecuada del
médico tratante, por errónea profilaxis quirúrgica; establecer controles
rigurosos para la venta de antibióticos, de manera similar a los controles en
la adquisición de psicotrópicos; crear programas nacionales de vigilancia. Además,
restringir la aplicación de antibióticos de uso clínico en técnicas
agropecuarias de engorde animal.
El uso inapropiado de
antibióticos antibacterianos en enfermedades de origen viral tiene su más
reciente expresión en estos dos años de pandemia. En declaraciones del médico
venezolano Manuel Guzmán Blanco, coordinador del Programa
Venezolano de Vigilancia de la Resistencia a los Antimicrobianos (PROVENRA), “la pandemia por
Covid-19 ha reflejado un abuso desmedido en el empleo de antibióticos, a pesar
de todas las recomendaciones y orientaciones brindadas. La azitromicina, la
levofloxacina y otros antibióticos no le hacen nada al virus, pero se han usado
en cantidades industriales, y eso no ha mejorado el pronóstico de la Covid-19,
sino que ha ayudado al desarrollo de más bacterias resistentes”, desencadenando
lo que él ha llamado “la pandemia silenciosa”.
PROVENRA fue fundada por los doctores Manuel Guzmán
Blanco, Oswaldo Carmona y Honorio Silva con el objetivo de vigilar la actividad
de los antibióticos frente a las distintas bacterias que causan infecciones en Venezuela,
en un esfuerzo loable por suministrar datos fidedignos que sirvan no solo para
particulares sino como guía para los hacedores de políticas públicas en el tema.
Cuenta con 51 centros participantes de las distintas regiones del país, que
recogen la información diaria generada en hospitales y laboratorios de microbiología,
la cual es puesta a disposición de los interesados a través de su portal.
En la ceremonia de
entrega de premios Nobel el 10 de diciembre de 1945, a cuatro meses de los
bombardeos nucleares en Hiroshima y Nagasaki que marcaron un doloroso punto
final a la Segunda Guerra Mundial, el Profesor G.
Liljestrand (Instituto Karolinska, Estocolmo) actuó como presentador del premio en
Medicina o Fisiología otorgado a Fleming, Florey y Chain. En su discurso,
escrito bajo el influjo de los dramáticos sucesos de entonces, Liljestrand
resaltó la fundamental importancia de la investigación básica, en este caso hecha
en Londres al tiempo que toneladas de bombas nazis caían sobre la ciudad. “El
punto de inicio fue una investigación académica que generó más tarde la
purificación y cristalización de uno de los más eficientes remedios conocidos
para el momento. Este proceso fue posible con la ayuda conjunta de la
bioquímica, la bacteriología y la investigación clínica […]. También exigió un
enorme entusiasmo científico. En un tiempo en que la aniquilación y la
destrucción a través de invenciones humanas ha sido más grande que nunca antes
en la historia de la humanidad, la introducción de la penicilina es una
demostración brillante de que el ingenio humano es también capaz de salvar
vidas y combatir la enfermedad.”
Hoy, cuando estamos
peligrosamente al borde de una nueva conflagración de alcances inimaginables,
las palabras de este investigador sueco resuenan para recordarnos que los recaderos
de la guerra serán siempre sobrepasados por los apóstoles de la paz. Entre
estos, tantos científicos abnegados que contrarrestan los tambores de la guerra
con su dedicación generosa a la creación, al control de la pandemia de la
Covid-19, a la lucha por un mundo ecológicamente equilibrado, al avance del
conocimiento para el progreso en el mundo que nos ha tocado vivir. Renovar los
votos de paz a través de la ciencia será una manera de justificar nuestra
presencia en el mundo.
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